Nos juntamos en una plaza, un día de neblina, a conversar a pleno con una de las cantautoras más talentosas (y luminosas) de Argentina/¿Por qué decidió volverse de Nueva York?/Su nuevo disco y las emociones que la inspiran para componer/La influencia de su madre poetisa, la dificultad para hacer música si sos latina pero no hacés Reggaeton y cuál es el mejor halago que puede recibir.
Sencilla pero ultra talentosa, la entrevista a Silvina la hicimos en una plaza de su barrio
«Mi trabajo como artista es buscarle lo maravilloso y extraordinario a lo ordinario…»: entrevista a Silvina Moreno. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).
Silvina Moreno es una de las cantautoras argentinas que pisa más fuerte, portadora de una sonrisa hipnótica y una voz luminosa. Se formó como música en Berkeley, una de las universidades más prestigiosas del mundo, y volvió a enraizarse en Argentina, con “personalidad cambiada”, más desenvuelta y extrovertida. “Cuídame” y “La Despedida”, son solo alguno de sus hits. En una tarde de neblina invernal, en un banco de la plaza de su barrio, San Isidro, charló sin filtro con MALEVA sobre la inspiración, su experiencia en el exterior y de la catarsis del dolor como vehículo de la composición.
Tú último single, “Regina”, es una colaboración con un artista emergente. ¿Quién es Regina y cómo fue trabajar con Mariano Brocchini?
Marian tenía una banda, Kuff & Links, y se acaba de lanzar como solista, recién arranca. Vino a casa, me mostró la canción que estaba componiendo y yo lo ayudé a terminarla. Regina es alguien que deja todo atrás y se va a vivir afuera; yo interpreto que puede ser cualquiera, y se va en pos de algo mejor.
Como cuando vos dejaste Argentina atrás y te fuiste a estudiar a Berkeley, una de las mejores universidades del mundo…
Sí. Esa experiencia me cambió la vida, es muy difícil resumirla en palabras. Fueron cinco años muy fuertes, de los veinte a los veinticinco. Lo más lindo de vivir en Boston fue la gente que conocí; tengo amigos en Alemania, México, Europa, en todos lados. Me abrió mucho la cabeza, y me reconectó con ser argentina, que es algo que no sé si hubiera logrado viviendo acá. También me cambió la personalidad; antes de irme era introvertida y tímida, y allá ¡Me abrí como una flor! (se ríe). De repente me volví social y re dada.
«La angustia inspira más rápido, pero los momentos alegres, de paz y tranquilidad, también pueden hacerlo, solo que hay que hacer un esfuerzo, es una cuestión de tiempo. También es cierto que a veces la vida se pone demasiado rutinaria…Entonces, mi trabajo como artista, es aun así, en días cotidianos como hoy, buscarle lo maravilloso y lo extraordinario a lo ordinario…»
Allá nadie te conocía, podías elegir quién querías ser.
Exacto, yo aterricé en Boston con hoja en blanco. Fue muy divertido explorar ese lado mío que quizá en la adolescencia tapé.
¿Fantaseaste con quedarte a vivir allá? ¿Por qué volviste?
Volví porque entendí que si yo quería construir una carrera de cantautora tenía que elegir, por lo menos, dónde construirla. En ese momento mis opciones eran Buenos Aires o New York, y entendí que allá no había tierra fértil para una cantautora sudamericana. Así que me animé a volver, y fue muy duro, porque NYC es adictiva y difícil de dejar. Te metés en la vorágine del híper estímulo y te atrapa. Pero hablando claro, para construir un público latino si no hacés salsa o reguetón, es muy difícil. No imposible, pero sí complicado, porque esperan eso de un latino. Aunque me costó reacomodarme, estoy muy agradecida de haber vuelto.
Los títulos de tus discos son muy variados, le dedicás uno a tu abuela y otro al sofá, por ejemplo. ¿Cómo elegís la cara visible de tu música?
Los títulos son un proceso, y nombrarlos ¡Es como darle el nombre a un hijo! Al final termino eligiendo lo que se siente bien. “Sofá” tiene un chiste interno, viene de un diálogo que tuve con el equipo de producción del disco, y es un homenaje a ellos. “Herminia” es el nombre de mi abuela y creo que representa la energía de todo el disco. Fue súper fácil de defender. Que sea mujer, mujer dentro de mi familia, y con una personalidad luminosa, motivaron la dedicación.
«Mis opciones eran Buenos Aires o New York, y entendí que allá no había tierra fértil para una cantautora sudamericana. Así que me animé a volver, y fue muy duro, porque NYC es adictiva y difícil de dejar. Te metés en la vorágine del híper estímulo y te atrapa. Pero hablando claro, para construir un público latino si no hacés salsa o reguetón, es muy difícil…»
¿Y cómo es para vos, ser mujer y cantautora, en Argentina, en ese momento puntual?
Es distinto a cuando arranqué; al principio no había otras cantautoras dando vueltas. Ahora las hay, y eso es buena noticia, porque el público está. El tema es brindar el espacio. Trato de aprovechar las puertas que se abren, y las que no, ni me engancho: prefiero no preguntarme si es porque soy mujer. Si no se abren, pienso que no valían la pena. Todavía hay machismo y discriminación, pero por suerte y ojalá, creo que se irá erradicando.
En “Ya lo Entendí”, hacés una especie de catarsis por un rechazo amoroso. ¿Te resulta terapéutico escribir y componer?
Totalmente, es como una catarsis. También lo uso para reírme de alguna situación que en algún momento fue difícil, como un rechazo amoroso, que no le gusta a nadie. Y poder convertirlo en algo divertido, genera empatía. “A mí también me pasó” o “gracias por escribir esto” son los mejores halagos que puedo recibir, y le dan sentido a haber vivido lo que viví. Lo resignifico. Cuando sacás una pena y la compartís, se vuelve más liviana.
¿Te es más fácil componer desde estas situaciones de dolor, antes que desde la estabilidad y la alegría?
Sí, la inspiración es más rápida, es casi inmediata, y lo dice mi mamá que es poeta. Ya entendí que no necesito irme a la montaña o la playa, puedo estar sentada acá con vos e inspirarme porque tus anteojos me recuerdan una época, y que eso me lleve a mi mamá, y encontrar emociones que toquen alguna fibra.
«Trato de aprovechar las puertas que se abren, y las que no, ni me engancho: prefiero no preguntarme si es porque soy mujer. Si no se abren, pienso que no valían la pena. Todavía hay machismo y discriminación, pero por suerte y ojalá, creo que se irá erradicando…»
¿Heredaste algún mecanismo de la poesía de tu mamá, a la hora de escribir?
Sí, hay algo de la sensibilidad de mamá que siento propia también. Igualmente, ella va a lugares más oscuros que yo. No quiere decir que yo no pueda, pero por ahí soy más optimista y cuando la leo, me recuerda que yo también puedo explorar mi lado dark; de a poco voy saliendo de la niña o de la mujer que ve todo más luminoso.
¿Hay otra cosa que te guste mucho y que compartan con ella?
Aprendí mucho sobre repostería en pandemia. Siempre me gustó comer dulce, pero no le daba bola, y en cuarentena empecé a hacer macarons, tortas, y cocinaba con ella, porque su horno es mucho mejor (se ríe). Conecté con mamá, y a su vez me ayudó a pasar un poco el raro rato que tuvimos todos.
Estás trabajando en tu quinto disco… ¿Cómo evoluciona tu música con el tiempo?
Mi manera de escribir y de cantar, va cambiando, se va puliendo y se orienta a lugares nuevos. Mi gusto también cambia, como el de cualquiera, es natural. Cuando crecés, inevitablemente absorbés cosas nuevas y empezás a priorizar distinto; los objetivos y las ansiedades cambian de lugar. La evolución del ser humano, acompaña la evolución artística, van de la mano.
«Regina es mi último single, la hice con Mariano Brocchini, quien tenía una banda, Kuff & Links, y se acaba de lanzar como solista, recién arranca. Vino a casa, me mostró la canción que estaba componiendo y yo lo ayudé a terminarla. Regina es alguien que deja todo atrás y se va a vivir afuera; yo interpreto que puede ser cualquiera, y se va en pos de algo mejor…»
Si tuvieses que elegir una canción, propia o ajena, para describir este momento puntual de tu vida, que te represente, ¿Cuál elegirías?
Una canción que estoy componiendo, que todavía no terminé. Hoy estoy en una relación de pareja, y estoy aprendiendo mucho sobre mí misma en la relación. Me desafía a quererme mejor, y a sacar el foco del otro. La canción, en un momento, dice: “Si me alejo de ti, y tomo distancia, y si me acuerdo de mí, es todo lo que me falta”. Me encanta cantármela a mí misma porque me recuerda que estoy en ese momento puntual, y lo importante que es volver a mí, para querer mejor desde ese lugar.