En una nueva columna para MALEVA, Alexia hace una reflexión sobre «el samba emocional» que fue este año de Pandemia y cómo nos reveló lo poderosos que podemos ser/Su propuesta: mirar para atrás y editar, más que mirar para adelante sin saber qué queremos soltar y qué no
Alexia define a este 2020 de pandemia que se va como un «samba emocional»
«Al año que se va (que fue un samba emocional) hay que editarlo y recortar lo que no queremos más…». Por Alexia Martínez de Hoz.
Fin de año. A veces no termino de definir si me gusta o no. Sucede que durante muchos años padecí el mes de diciembre como una carrera imaginaria a contrarreloj de compromisos y tantos etcéteras que me agobiaban. Me refiero a la sensación como si del fin del mundo se tratara.
Por otro lado, debo reconocer que ser hija de padres separados desde muy temprana edad ayudó a que esta época del año no fuera de mi total agrado. Pero con el tiempo, muchas de esas obligaciones fueron quedando atrás y empecé a disfrutar solo de las cosas que yo elegía. Y cuando me di cuenta que el cierre de un ciclo implicaba el comienzo de otro, el paso a una nueva etapa o un nuevo comienzo, empezó a gustarme más.
Al principio dedicaba páginas en mis cuadernos a escribir sobre lo que quería para el año entrante, no era consciente que antes de mirar hacia adelante era necesario mirar para atrás. Entendí que para poder escuchar a mi voz interior debía apagar los ruidos del afuera. Es como intentar ver las estrellas en plena ciudad, casi imposible. Debemos alejarnos un poco más hacia campo abierto. Y de esa manera, iba a poder ver más claro – o despejado – qué era lo que quería para mi vida. Algunos lo llaman balance, yo lo llamo «ponerse en modo edición».
«El modo edición permite dedicar un espacio para observarme y entender qué cosas quiero cortar, qué otras quiero copiar, cuáles pegar, resaltar o subrayar para diseñar mi propia vida. Los cambios de ciclos se tratan de revisar, aprender, agradecer y sentar las bases para lo que sigue…»
Porque se trate de un año calendario, una etapa o una experiencia, el modo edición permite dedicar un espacio para observarme y entender qué cosas quiero cortar, qué otras quiero copiar, cuáles pegar, resaltar o subrayar para diseñar mi propia vida.
Los cambios de ciclos se tratan de revisar, aprender, agradecer y sentar las bases para lo que sigue. Frenar y ver dónde estamos parados ayuda a ponernos en perspectiva. En especial, luego de un año tan especial como este (valga la redundancia), donde las adversidades fueron como un samba emocional sin freno.
Creo que todos se sorprenderán si escriben una lista de las cosas que fueron superando a lo largo de estos meses. ¿Bastante poderosos, ah? ¡Seguro! A veces ni nos damos cuenta de todo lo que logramos atravesar, y en ese proceso nos descubrimos más fuertes de lo que creíamos.
Para setearnos en modo edición solo necesitamos ponernos cómodos, un lápiz y un cuaderno. Podemos hasta tener una bitácora de balances anuales donde escribir todo. Yo le sumo un sahumerio y unas velas. Ni uvas, ni ropa interior, ni el pie derecho. Solo habitar nuestro año y preguntarnos cosas como: ¿cuál fue mi punto de partida?, ¿dónde me encuentro ahora?, ¿de qué quiero más, de qué quiero menos?, ¿qué aprendí de mí misma?, ¿qué me sorprendió de mí misma?, ¿qué quiero soltar?, ¿qué quiero cambiar?, ¿qué me gustaría transformar?, y la más desafiante… ¿qué estoy dispuesta a dar?
Y como si de un ritual se tratara, este viaje interior no termina – e inicia – sin antes agradecer. No solo por lo que pasó sino por lo que vendrá. Agradecer anticipadamente lo que queremos es la mejor manera de intencionar la realidad que deseamos. Se trata de agradecer como si ya hubiera ocurrido, desde la afirmación y no desde el pedido. Desde allí construiremos realidades más concretas y positivas, no solo para nosotros sino también para quienes nos rodean.
«Creo que todos se sorprenderán si escriben una lista de las cosas que fueron superando a lo largo de estos meses. ¿Bastante poderosos, ah? ¡Seguro! A veces ni nos damos cuenta de todo lo que logramos atravesar, y en ese proceso nos descubrimos más fuertes de lo que creíamos…»
Así, cuando nos vaciamos, nos reconocemos, y cuando nos limpiamos, programamos nuestras intenciones más profundas. Por eso, intento repetirme a mí misma que no hace falta arrastrar exceso de equipaje emocional. Puedo intentar dejar atrás hábitos, creencias, y cosas que no me hagan bien. Y a partir de ahí buscar abrirme a recibir todas las infinitas posibilidades que el universo tiene disponible. Como dice dice Eckhart Tolle, “Nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para ser quien querés ser”.