En su primera columna para «A orillas del Sena» desde la capital de Francia, Florencia Siviero (porteña «anclada» en París) cuenta el asombro que le produjo la importancia fundamental del «apéro» para los franceses/Animarse a disfrutar una copa incluso a las once de la mañana, amor por el debate (sí o sí), las cosas ricas y los juegos de cartas/¿Por qué pasarla bien no es nada banal en la ciudad luz?
A diferencia de Buenos Aires, en París no hay hora para disfrutar de una buena copa
Maleva en París: «con el ritual hedonista del «apéro», los franceses me enseñaron que disfrutar es tan importante como el trabajo…». Por Florencia Siviero (desde París, texto y fotos).
Una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando vine a vivir a Francia – y que hoy más disfruto de mi vida parisina- es el “apéro”. En español lo traduciríamos como «aperitivo». Con la facilidad con la que los argentinos compartimos un mate, los franceses comparten una botella de vino o espumante: sin importar la hora, siempre es un buen momento. Acostumbrada a Buenos Aires, donde solo tomaba después de la oficina, en París descubrí que podía disfrutar de una copa a partir de las 11 de la mañana, sola o con amigos.
Con el tiempo entendí que, lejos de ser una actividad banal, el apéro es muy importante en la vida social; es un ritual, una costumbre muy arraigada en su vida cotidiana. Es que el disfrute y el hedonismo son parte de su cultura ya desde la época de la monarquía. Los placeres están presentes en la vida cotidiana de los parisinos, y el apéro es uno de ellos. En Francia aprendí que compartir momentos de relax y disfrutar de una buena copa es tan importante como el trabajo.
«Con el tiempo entendí que, lejos de ser una actividad banal, el apéro es muy importante en la vida social; es un ritual, una costumbre muy arraigada en su vida cotidiana. Es que el disfrute y el hedonismo son parte de su cultura ya desde la época de la monarquía. Los placeres están presentes en la vida cotidiana de los parisinos. En Francia aprendí que compartir momentos de relax y disfrutar de una buena copa es tan importante como el trabajo…»
Traer algo rico (a orillas del Sena no está mal) y no olvidarse de debatir (los parisinos aman el debate)
Hay diferentes momentos, maneras y lugares para celebrarlo, pero la base es compartir: comida, bebidas (casi siempre alcohólicas) y momentos.
La forma más tradicional es antes de la comida. Además de entrada, plato principal y postre, en Francia también se suma el apéro, uno de los pasos más importante de una cena, generalmente celebrado antes de pasar a la mesa. En este escenario los invitados disfrutan del intercambio de una manera más relajada y descontracturada.
Como todo fenómeno cultural, fue evolucionando y se convirtió en una ceremonia informal. Es muy común que una vez por semana me inviten a un apéro-cena. El punto de encuentro suele ser la casa de alguno de mis amigos y en verano en algún parque, jardín o las orillas del Sena, porque los espacios son muy reducidos y aprovechamos al máximo el aire libre.
A diferencia de Argentina, donde el anfitrión suele ocuparse de agasajar a sus invitados, en el apéro-cena cada invitado comparte una variedad de delicias para picar: quesos, fiambres, tartas, otras comidas hechas en casa y, por supuesto, alcohol, por lo menos una botella por persona. También en los ingredientes hubo una evolución: en los últimos tiempos hay una tendencia de incluir ingredientes saludables, porque el apéro suele ser muy calórico.
«Si hay algo que no puede faltar en un apéro es el intercambio de opiniones. En los momentos que comparto con mis amigos en Argentina solemos recordar anécdotas y hablar de cosas personales, pero para los franceses debatir es esencial. El debate sobre política y actualidad es una de las bases de estas reuniones…»
Si hay algo que no puede faltar en un apéro es el intercambio de opiniones. En los momentos que comparto con mis amigos en Argentina solemos recordar anécdotas y hablar de cosas personales, pero para los franceses debatir es esencial.
El debate sobre política y actualidad es una de las bases de estas reuniones. Acostumbrada a nuestros encuentros de risas, al principio me sorprendía mucho y lo percibía como peleas. Pero no es la única diferencia. Los franceses pueden pasar horas jugando a las cartas o a juegos de mesa, así como nosotros bailando con amigos.
Los bares también suelen ser un punto de encuentro para disfrutar de un apéro con amigos. Las veredas de los bares (que en Francia llaman «terrazas») están llenas, sin importar si es verano o invierno, de amigos que comparten tragos.
Y como es un ritual en evolución continua, también se adaptó a la pandemia. Los apéros online se hicieron cotidianos, no importa la distancia; lo importante es el encuentro con amigos. Fue raro al principio, pero con el tiempo ese ritual que no disfrutaba demasiado se volvió parte de mi vida en París. Aprendí que la vida se disfruta más cuando es con amigos, con rica comida, alrededor de un debate encendido por el alcohol.