¡Hola! ¿Cómo están? Esta semana me fui a comer manjares a la ciudad en la que Europa se toca con Asia: Estambul, en Turquía. Y volví a mi base en el sur de Francia con dos kilos de más 100% a causa de la gastronomía otomana. La comida de Turquía es su historia, cultura y orgullo. Los vendedores gastronómicos son seductores, te invitan a descubrir sus “delicias turcas” de un modo irresistible, negarse es imposible . No podés no probar, y si decidiste no probar, te arrepentís y retrocedés hasta el lugar haciendo honor a su seducción en la venta y terminas comprando. El Gran Bazar de Estambul es uno de los más grandes del mundo (con más de 4000 tiendas). Perderse ahí es lo mejor que puede pasarte. De especia en especia, de lampara en lampara y de alfombra en alfombra, uno va descubriendo su magia y se deja llevar por los sentidos (que están todos alerta y vulnerables a lo que genera este lugar). Sin más palabras, vienen algunas imágenes que intentan ilustrar la ciudad más aromática en la que estuve.
3) Baklava con masa de philo en hilo, cada canastita con distintos frutos secos
4) Kebab de cordero a las brasas (por lo general uno ve el kebab con placas eléctricas, este tenía un sabor ahumado divino)
5) Un seductor de primera, vendiendo las “donuts” turcas
6) street art
7) Té con todos los efectos, éste en particular te enamora
8) Dátiles, con todos los rellenos, el de almendras peladas se llevó el8trono
9) Especias puras y mezclas ya listas para que la comida falto in casa quede perfecta
10) El arte de hacer el shenga con los baklava