Por Santiago Casanello
Fotos: Jacinto Freixas
¿Cómo se puede medir el efecto de la solidaridad? ¿Con qué variables? Una no menor es la felicidad de quien es ayudado. Y si bien por ser una emoción puede parecer algo etéreo, no deja de tener consecuencias virtuosas que son físicas, materiales y constatables. A eso se refiere – y lo comprueba todos los días – Mónica Parisier, la presidenta de Make a Wish Argentina, cuando habla de “la curva ascendente”. La ONG de la que está al frente desde hace 10 años y que se dedica a cumplirles sueños – cualquier sueño – a chicos con enfermedades complicadas (Leucemia, cáncer, entre otras) realiza periódicamente estudios de qué sucedió después de que se concretaron los deseos y en muchos casos lo que sucede es que se empieza a responder mejor a los tratamientos y la curación es más probable. Tan es así que son los propios médicos quienes se contactan con Make a Wish para frenar cuadros de desánimo de sus pequeños pacientes. Se puede afirmar que Make a Wish, que nació en Estados Unidos en 1980 y que en el país ya volvió realidad más de 4300 sueños logra entonces tres cosas: el sueño en sí, la mejora de la salud, e inspirar a la gente con el ejemplo. Mónica Parisier – quien fue nombrada embajadora de la Paz 2012 de la Unesco – recibió a Maleva en su despacho, en el mes clave de navidad en la que la ONG busca que cien sueños sean apadrinados.
¿Cómo hacés para conjugar en tu cabeza esta mezcla entre las explosiones de felicidad y el drama de las historias?
Yo no lo veo como trágico. Siempre veo esto con optimismo. A veces tenemos sí, el llamado fatal, pero las mamás nos dicen que no se van a olvidar el momento en que cumplimos el sueño. Son historias de vida. En el estudio que se hizo con Make a Wish internacional, se estableció que había que llamar a todas las familias que entre 2003 y 2007 habían tenido un chico con leucemia o con algún tumor cerebral. Cuando supimos de eso yo pensé que no me gustaría hacer esos llamados porque pudo haber pasado cualquier cosa. Sin embargo fue una experiencia muy interesante. Dos de nuestras voluntarias hicieron el trabajo, son experimentadas y sabían cómo hablar con las familias. Yo después me encontré con el informe y era maravilloso leer que a la chica que le cumplimos tal sueño se había recibido de médica, que otra se había casado y tenía un bebé de 4 meses. Y ahí pudimos constatar la curva ascendente. También pasó que en los casos en los que había fallecido el niño, la mamá decía que no se olvidaba. Que habíamos cumplido el sueño y el hecho de que la estuviéramos llamando después y escuchar el nombre del hijo, le hacía sentir que no estaba olvidado. Porque a veces se pierde un ser querido y pareciera que con el tiempo ya nadie más lo nombra.
¿Qué sentís en las horas previas antes de cumplir un sueño?Te da mucha adrenalina porque sabemos lo que va a pasar en ese momento, ese shock de felicidad que le da al soñador, y lo que pasa después porque se han hecho estudios en Estados Unidos y ahora lo estamos haciendo acá, en Bélgica, Canada, Singapur y Australia, que es algo científico sobre qué pasa después de cumplir un sueño. La curva resultante es ascendente, hay un índice de sobrevida importante. Lo que nosotros hacemos está reconocido científicamente, que es lo que pasa en las emociones de un chico. No toman conciencia de la gravedad de la enfermedad y siguen mirando al futuro. Cuando se trata de un sueño difícil – por ejemplo, cuando fue que conozcan a Bono o Jonas Brothers o Miley Ciryus – te da una cosa todavía más fuerte porque nunca sabés cómo va a reaccionar el famoso cuando conozca un chico que esta enfermo. Nosotros sabemos qué le pasa al chico pero algunos hasta se paralizan, no saben como actuar. Con Justin Bieber fue genial porque él creó su fundación ahora y de lo que recibe por sus shows da un porcentaje a 5 fundaciones entre las que está Make a Wish y eso pasó después de que él cumpliera varios sueños en los países en los que está dando recitales, porque las adolescentes pedían conocerlo. Y eso lo motivó a incorporarnos en su acción benéfica que por ser alguien muy joven habla muy bien de él.
Ustedes dan directamente felicidad, no una casa, o una ayuda material, sino algo etéreo, y sin embargo el impacto es muy fuerte.
Sí, es muy fuerte. Y en los momentos que entrevistamos a los chicos, ellos preguntan si de verdad le vamos a cumplir el sueño. Y ahí ya se genera la expectativa de manera que si está en su tratamiento su foco empieza ser el sueño que le van a cumplir. Que puede ser cualquier sueño, lo que pida. En el caso de los viajes el único obstáculo sería que el médico no lo autorice a viajar. Muchos chicos van a Disney con toda su familia y ahora podrían venir a dar testimonio de que están curados. O algunos quieren conocer la nieve, o el mar. O ir a Mundo Marino. Redecorar el cuarto. Algún instrumento musical. Ya específicamente te piden lo que quieren, por ejemplo la guitarra eléctrica Gibson, o la batería para hacer un escándalo en sus casas (risas).
¿Cuál fue el sueño que más te llamó la atención?Hubo uno hace tres meses que estuvo fuera de todo lo que fueron los 4300 sueños que cumplimos. Fue el más llamativo. Un chico que con 8 años había leído 4 veces el Quijote. No sé si nosotros lo habremos leído entero. ¿Y qué pidió? Un molino para el jardín de su casa. Pero un molino que pudiera verlo desde la ventana. El tema fue cómo conseguir un molino. No es fácil. Aparte los molinos tienen una altura determinada y en este caso había que hacerle una torre nueva para que las aspas del molino se vieran justo desde la ventana de su cuarto. ¡Espectacular! Y lloró de felicidad. Y ver llorar de felicidad a un chico no es común. Él es de Tandil y una de las voluntarias conoció a través de su papá un molinero en azul. Que se llama Ángel y es diácono. Y dijo “yo lo hago” y tardó como un mes pero Juan Martín (el soñador) sabía que se lo íbamos a cumplir. Y le llevamos una colección de lujo del Quijote. Es un chico que tiene leucemia pero que está respondiendo al tratamiento, así que va a poder ver el molino toda su vida. Otro muy emotivo fue el de un chico de República Dominicana al que en el Hospital Garrahan le encontraron un tumor en una pierna y tuvieron que amputar. Él estaba con su mamá acá. Y en los 6 meses que estuvo en Argentina no veía a su hermanito (él tiene 16) y su papá había muerto. El hermanito quedó en República Dominicana con la abuela y él pidió que hagamos viajar a su hermanito. Y el reencuentro en Ezeiza fue maravilloso. Son cosas que nos dan mucha alegría. Los chicos te enseñan, todo el tiempo.
¿Hay algún patrón que se repita en los sueños?Sí. Y es universal. Nosotros estamos en 38 países del mundo y servimos a 46 (países sin Make a Wish que son asistidos por filiales de países cercanos). Cuando voy a los congresos de Make a Wish se muestran videos y fotos de todos los países y puedo asegurar que si ves esas fotos crees que son todos chicos de Argentina. ¿Porqué? Porque está el que pidió el viaje a la montaña, el que quería ir a Disney, el que quiso ser chef por un día, la que quiso ser modelo, la que quiso redecorar el cuarto, la que quiere la Play Station 3 o el Nintendo WII. A lo que me refiero es que el 90% de los sueños es común en todos los chicos de los distintos países según las edades. Puede haber alguno excepcional como tirarse en paracaídas. Nadar con los delfines es común en muchos países. Bélgica tuvo uno de un chico que quiso ser astronauta y le hicieron un set en un estudio de grabación con la nave espacial, con el simulacro de la salida de la cápsula, el chico con su mejor amigo piloteando la nave. Maravilloso.
¿Y cuál es el típico sueño argentino, si es que hay?Ir a Bariloche se da todo el tiempo. O a las cataratas. También vienen chicos de afuera a cumplir sueños a la Argentina. De Irlanda vino uno que era especialista en pingüinos y lo llevaron a Punta Tombo (Chubut). Otra chica vino de Grecia con toda su familia a conocer a Luisana Lopilato porque allá se veían sus series. Saben de nuestras ballenas, nuestros glaciares, nuestros pingüinos. Eso me parece divino. En esos casos hacemos Wish Assist que es conseguir el hotel, acompañamiento durante la estadía, les organizamos programas y paseos.
¿Y en época de navidad?Tenemos un árbol en el Alvear, en el hall, que son cien sueños para apadrinar. Ya se apadrinaron 58 y calculo que se van a apadrinar todos. Este es el quinto árbol que hacemos. Nosotros en el árbol ponemos estrellas en las que consta el nombre del chico, la edad, la enfermedad, el sueño que pidió y el valor estimado. Y la gente puede venir desde que se inauguró el 3 de diciembre hasta el 6 de enero y apadrinar un sueño. En todos los casos los invitamos a si quieren participar cuando los cumplimos.
¿Los sueños siempre se apadrinan?No. Por eso tenemos que hacer tantos eventos. Somos el país que más sueños cumple. Algunos son en Euros o Dólares. Tenemos un chico que pidió conocer una Ferrari y lo llevamos a Modena con el papá, la mamá y la hermana.
¿Cuándo empezaste hace 10 años, que te sorprendió que en aquel entonces no te esperabas?
Lo que me sigue sorprendiendo es haber podido posicionar la marca. Porque somos un país de habla hispana y Make a Wish hay gente que no sabe ni pronunciarlo. Por eso Panamá usa Pide un Deseo, por ejemplo. Pero yo preferí usarlo como es porque pensé que iba a ser más fácil con los sponsors. Si tenía una reunión en tal empresa, yo podía decir que éramos el mismo Make a Wish que está hace más de tres décadas en Estados Unidos. En Argentina no hay otra organización que haga lo mismo. Pero algo curioso fue que el año en que decido armar Make a Wish en Argentina porque me parecía mágico, mis hijos estaban más grandes y siempre tuve vocación de servicio. Ese mismo año cuando armo la fundación, la quiero registrar – en 2002 – y en patentes y marcas me dicen que puedo registrarla porque venció en febrero. Parece que los planetas hubieran estado alineados para que yo lo hiciera ese año ¡Ahora que hablan tanto de los planetas! (risas)
¿Y a futuro que proyectos tienen?
Es un crecimiento que no va a parar. Aumentó el apoyo corporativo. En enero no sabía lo que iba a pasar pero fue un buen año, tuvimos excelente respuesta para los eventos, fui elegida embajadora de paz por la Unesco, también el premio de embajadora de la italianidad. Eso hace que Make a Wish sea cada vez más conocido. Yo acá estoy todos los días. Si llamás a una fundación en la Argentina vas a hablar con una CEO yo en este caso soy presidenta y CEO porque hago las dos cosas. Soy la mujer orquesta. Y a veces con gran esfuerzo voy a cocktails de otros. Porque un cocktail más no me agrega nada, me consume energía pero sé que puedo encontrarme con alguien que me pueda ayudar en algo. Entonces cuando el foco es ese digo, bueno, haré el esfuerzo.
¡Me imagino que es una función muy absorbente mentalmente!
¡No se pueden imaginar! Yo a la 1 de la mañana estoy mandando mails para que a la persona que le tenga que llegar el mail lo vea a las diez de la mañana. A ese punto de obsesión he llegado y en casa me retan bastante.
Además es una actividad inspiradora para al resto de la gente.
Sí, cuando sale un sueño en televisión por ejemplo, la repercusión es enorme. Gente que llama para ser voluntaria, para cumplir tal sueño. A veces pasa que hay influencia de los padres en los sueños, por eso siempre hablamos con el chico a solas en determinado momento. Si en una lista de sueños aparece que primero quiere un televisor y en segundo lugar una bicicleta. Te das cuenta que él quiere la bicicleta, está clarísimo. Son casos contados por suerte. Hay chicos que cambian el sueño, si es un sueño de mucho valor, a los 4 días o a la semana volvemos a llamar porque por ahí te embarcás en algo y después quieren cambiarlo. Por ejemplo hubo una chica que quiso viajar a la gruta de la virgen de Lourdes en Francia y lo cambió, pidió un día entero de shopping.
¿Y sucede que gente sin tanto dinero tiene una actitud solidaria?¡Totalmente! Todo el tiempo. Hay gente que le hemos cumplido el sueño a su hijo y cuando se hace el árbol de navidad viene y elige un sueño para apadrinar o dos hermanas jubiladas que tienen lo mínimo y nos donan 50 pesos por mes. Eso es fabuloso.
La psicología positiva afirma que la paz interior, la felicidad, depende en gran parte de dar, de ser solidario. ¿Vos que hace una década estás en esto notás algún cambio en ese sentido?Mi gran cambio es que ya no tengo paciencia para la banalidad, para la frivolidad.
¿Qué te irrita respecto a eso?Que me digan estoy cansada cuando esa persona no hace nada o gente que sé que tienen mucho dinero y su objetivo en la vida es comprarse vestidos y zapatos todo el tiempo. Tenés que dejar algo a tu paso. No volvemos. Borges decía que cuando uno se mira en el espejo no sabe lo que ve, el día que te mirás en el espejo y sabés lo que ves, es que estás haciendo las cosas bien.
¿Y qué se fue de la Mónica de antes?Nada, se potenció todo lo bueno (risas).
¿Y hay diferencias entre el hombre y la mujer como voluntarios?El hombre no resiste estas cosas en general. La mayoría de los voluntarios hombres se fue.
¿Será por el instinto maternal de las mujeres?Puede ser. No sé bien por donde pasa la debilidad del hombre. Tal vez resiste menos ante las historias tristes. Yo le cuento a mi marido algunas historias con una mirada optimista y a él se le caen las lágrimas. Habría que preguntar qué les pasa a los hombres en Argentina con las tareas benéficas. Aunque claro, está Juan Carr, de Red Solidaria que también se enfrenta a situaciones de mucho dolor.