En Pérez H, para clavarse hamburguesas así las 24 horas
No son todos glamorosos. Pero a las cinco de la mañana, muertos de hambre. ¿Qué importa? Están abiertos las 24 horas y todos tienen una amplia variedad para irse a la cama con el estomago lleno. Algunos se especializan en hamburguesas y comidas rápidas. Salado o dulce, el “bajón” es el compañero infaltable en las salidas con amigos. Algunos están ubicados estratégicamente cerca de bares y boliches, otros están más alejados, pero todos tienen algo en común: entrada la madrugada, casi de mañana, comienzan a poblarse. Pizza, hamburguesas, churros rellenos recién hechos, café con medialunas, choripán y una bondiola, en MALEVA te pasamos siete opciones para bajonear en distintos barrios porteños.
Es un verdadero paraíso de la carne abierto las 24 horas, de sol a sol. Lo de Charly nació como una alternativa al paso hace más de dos décadas. Hoy es un auténtico refugio para trabajadores que en plena madrugada hacen una pausa, pero también para quienes regresan de boliches y bares al amanecer y antes de ir a dormir disfrutan un choripán, la clásica bondiola completa en un pan francés gigante, unas achuras o una hamburguesa.
Lo de Charly es el restaurante que nunca cierra. Aunque a la noche suele estar repleto y es conveniente hacer reserva, en plena madrugada siempre es posible encontrar un lugar. La carta es amplia: hay buena variedad de platos, tanto de carne vacuna como de cerdo, y más de una docena de sándwiches y hamburguesas.
Si de comidas ideales para el bajón se trata, la pizza no podía faltar. Fría, caliente, sola o con fainá es una fiel compañera que nunca falla para ir con amigos, tal como se decidió en la última edición de la maratón Muzza 5K. Pin Pun es “prima” de Guerrín otra pizzería clásica de Buenos Aires. Fundada en 1927 por inmigrantes italianos, es un clásico de Almagro que abre sus puertas las 24 horas del día para deleitar paladares con pizzas enteras o por porciones.
La de muzzarela es un clásico que nunca falla: crocante y con abundante queso, algo que se repite en el resto de las pizzas de Pin Pun. Otras opciones que no defraudan son la fugazzeta rellena y el especial de la casa: con jamón, pimientos y muzza. Las empanadas, fritas o al horno, son una delicia que no conviene desperdiciar. Si preferís algo dulce, no te preocupes: el flan casero con dulce de leche es ideal.
Salir del boliche, comer una hamburguesa, tomar una birra más e irse a dormir con el corazón – y la panza – contentos. Las madrugadas del viernes, sábados y domingos en Pérez H se arman largas filas sobre la calle. Los viernes cierran a las 6 y los fines de semana a las 8, por lo que es una excelente opción para la comida del bajón. ¿El menú? Lo clásico y un poco más: hamburguesas de carne clásicas, opciones gourmet, una alternativa para celíacos y vegetarianas.
El verdadero desafío es La Demente, una doble hamburguesa con lechuga, tomate, pepinos, doble queso cheddar y mucha pero mucha panceta. Las papas patagónicas con queso ahumado, aceite de oliva, panceta y pimienta negra es otro de los ítems prometedores de la carta. ¿Qué se toma? Cerveza, campari, fernet, gaseosas o agua.
Una esquina clásica abierta a toda hora. Otro refugio ideal para la madrugada. Un café con medialunas, una cerveza, una milanesa con papas fritas o un plato de pastas es posible de comer las 24 horas del día. Tolón es un clásico de Barrio Norte donde la amplia carta no defrauda, tanto para las comidas como para las bebidas. El amplio salón tiene grandes ventanales para ver el pulso de la ciudad que nunca duerme en plena noche, ideal para el invierno. En épocas de calor es ideal sentarse en las mesas de la calle.
Choripán, morcipán o bondiola. Con chimichurri, con jamón y queso, con salsa criolla o solos. De parado o en una mesa, los carritos de la Costanera sur son un clásico desde hace décadas, abiertos a toda hora. El Chapulín es uno de los más antiguos en la zona, y aunque hace años fueron renovados, no pierden la mística.
La provoleta es un verdadero manjar, ideal para acompañar una bondiola supercompleta, con jamón, queso, tomate, cebolla y huevo. El choripán tiene un tamaño ideal, presentado en un pan tostado que lo convierte en un manjar, sobre todo cuando hay hambre en plena madrugada. Los precios son accesibles: se puede comer y beber por menos de $200. Un dato clave: ninguno de los carritos vende bebidas alcohólicas.
Un shock de dulces nunca está mal para una comida del bajón. En La Estrella de Galicia no hay ni mesas, ni sillas, ni mucho menos ambiente relajado. Incluso, desde la puerta no hay nada que permita pensar que se puede comer, y menos en plena madrugada. Se trata de una fábrica de churros, pastelitos fritos, tortas fritas, berlinesas y roscas que abastece a panaderías y otros comercios, y que abre a las 4 de la madrugada y cierra a las 20.
Un paraíso dulce escondido en Caballito al que se puede entrar para comprar churros calientes, bañados en chocolate, rellenos con dulce de leche, roscas con crema pastelera, tortas fritas y berlinesas, entre muchas otras cosas. Ideal para hacer una parada fugaz y llevarse un paquete a casa para comer antes de ir a dormir después de una noche larga.
De día, esa esquina la transitan miles de personas. Por la noche, cuando el centro parece desolado, Babieca le da vida – y comida – a los comensales que en plena madrugada buscan saciar el apetito. Es un restaurante clásico, abierto las 24 horas, donde el fuerte son la pizza y la pastelería, aunque también cuenta con otros platos elaborados y picadas abundantes.
En cuanto a los precios, no es un lugar barato, aunque tampoco tiene precios descabellados: una pizza grande de mozzarella cuesta $300, y una milanesa con papas fritas $155.
Fotos: gentileza restaurantes mencionados.