¿Cuál es el «punto crítico, la zona de guerra» en la que nacen las colecciones de Ramírez y de NCNL, las más robustas e incisivas de Designers BA? ¿Por qué superan a toda performance, supermodelo, o estrategia de marketing?
El desfile de NCNL estuvo atravesado por símbolos locales que en definitiva son consignas. Foto: gentileza para prensa de DESIGNERS BA.
«Las dos colecciones de la última edición del Designers BA que fueron verdaderos actos creadores y me provocaron alivio (sí, alivio) y esperanza…» Por Paula Guardia Bourdin (Pola) para MALEVA.
«Argentina volvió al mundo. Eso dicen. En los medios, en los shoppings, en los relatos: la coyuntura global – concepto elusivo, impensado para la generación de principios del nuevo milenio –, irrumpe en las narrativas domésticas, nos hace eco. Parece, de a ratos, un escenario gatopardesco, puro blef, la búsqueda de que todo cambie para que nada, en definitiva, cambie.
La tensión, el oscilar entre el descreimiento y la esperanza es el clima de época. Al mensaje de lo posible se contrapone, en toda su gloria, la realidad. Es en ese punto crítico, en esa zona de guerra, que nacen las colecciones de Ramírez y de NCNL, las más robustas e incisivas de Designers BA, la semana del diseño de autor que presentó su 26° edición entre el 22 y el 28 de abril.
Encuentro, en una y otra pasarela, un clima compartido. A excepción de la demora – la costumbre de iniciar los shows hora y media más tarde es, al parecer, solo argentina –, son desfiles que, desconectados de la domesticidad que tiende a empapar nuestros acontecimientos, parecen, se sienten insertos en un contexto amplio, extendido.
«Así, frente al avance sobre los feminismos, el colectivo LGBTQ+, la educación pública, el auge del conservadurismo, la crisis económica, tecnológica y climática, NCNL y Ramírez traen, sin vueltas, oscuridad: marchas, consignas (en mayúscula: INCAA, AYSA, YPF, EZPERANSA, MORBO, VICIO), bocas cubiertas – silenciadas –, ojos pintados de negro, con ojeras, looks de oficina que se desarman, algo así como un par de sotanas, la primacía del B&W, cuerpos de hombre desnudos – vulnerables –, cuerpos de mujer cubiertos…»
Los envuelve un aire de solemnidad – una amiga periodista que pasó años trabajando en París dice que allí todo evento de moda era cuestión de vida o muerte –, y un enfoque ¿cosmopolita?: aunque atravesados por temáticas locales – por ejemplo, NCNL usa la sigla UBA como estampa mientras Pablo menciona la importancia de FADU en su gacetilla (“donde tuve mi primer contacto con la gran cultura”) –, tanto la etiqueta emergente de Paul Nicolino y Xul Jan como la firma de Ramírez se alinean con miradas distópicas, políticas de la agenda internacional.
Así, frente al avance sobre los feminismos, el colectivo LGBTQ+, la educación pública, el auge del conservadurismo, la crisis económica, tecnológica y climática, NCNL y Ramírez traen, sin vueltas, oscuridad: marchas, consignas (en mayúscula: INCAA, AYSA, YPF, EZPERANSA, MORBO, VICIO), bocas cubiertas – silenciadas –, ojos pintados de negro, con ojeras, looks de oficina que se desarman, algo así como un par de sotanas, la primacía del B&W, cuerpos de hombre desnudos – vulnerables –, cuerpos de mujer cubiertos – airados –. Qué alivio. Sí, digo qué alivio: no hay performance, supermodelo, estrategia de marketing o locación – aunque nunca vienen mal –, que pueda opacar al concepto de una colección, la ejecución formal y, sobre todo, a la más pura osadía.
La búsqueda desde el diseño, fuente última de todo mensaje, difiere entre ambos. Mientras que con La Piedad, NCNL propone indumentaria masculina que juega con el volumen y la adherencia, con lo que se ve y lo que no – en la primera pasada, un velo traslucido que llega poco más allá de la entrepierna, una estampa a la altura de la nuca y nada más –, desde el lenguaje dicotómico que nace del cruce del streetwear y la sastrería, de lo que llama el “uniforme contemporáneo” y de la escena nocturna queer; Ramírez, celebrando los 25 años de la casa, propone una perspectiva antológica alrededor del denim como materialidad – con una colaboración con empresa textil Vicunha –, y la silueta como principio, “una silueta que es como una sombra, donde el negro subraya a la persona», recuperando tipologías y modos de uso del pasado – el suyo, el de la moda – y trastocando, con pequeños gestos, las representaciones arquetípicas de género.
«En Eros y civilización, Herbert Marcuse retoma a Freud y teoriza sobre cómo el eros, entendido como una pulsión sexual y de autoconservación, es la negación de la muerte. En un mundo que busca la aniquilación de algunas individualidades – dos semanas atrás, en Reino Unido, la Corte Suprema excluyó a las mujeres trans de la definición de mujer –, el acto creador, lanzar una colección que trae algunos de estos discursos a la primera plana, es supervivencia, puro eros, pura vida, no-muerte, es esperanza…»
En definitiva, ambas colecciones hablan de identidad – de la comunidad LGBTQ+, del ¿binomio? hombre-mujer, de lo nacional, de lo compartido –, en un contexto de amenaza. A través de la ruptura con el cánon de la masculinidad en NCNL y con la construcción de protagonistas duras, desexualizadas, de un traje más erótico que pornográfico que permite el movimiento y que pone el cuerpo en segundo plano, dejándonos listas, preparadas para enfrentar las luchas pendientes, en Ramírez – quien, por cierto, evidencia adorar a las mujeres –, Designers BA se convierte en una plataforma para el diseño, para la pilcha argentina, pero también para hacer política.
En Eros y civilización, Herbert Marcuse retoma a Freud y teoriza sobre cómo el eros, entendido como una pulsión sexual y de autoconservación, es la negación de la muerte. En un mundo que busca la aniquilación de algunas individualidades – dos semanas atrás, en Reino Unido, la Corte Suprema excluyó a las mujeres trans de la definición de mujer –, el acto creador, lanzar una colección que trae algunos de estos discursos a la primera plana, es supervivencia, puro eros, pura vida, no-muerte, es esperanza…»