La reciente apertura de Singapur en la coqueta Recova de Recoleta termina de armar un circuito del que hace mucho que se venía hablando, y que en no más de ocho cuadras, empezando con Shout en las inmediaciones de Plaza San Martín y terminando en el Pony Line del hotel Four Seasons, siguiendo el eje de la calle Arroyo, reúne a algunos de los nuevos bares (ninguno tiene más de tres años) más sofisticados de Buenos Aires. ¿Cuál es la personalidad de este distrito coctelero? A primera vista parece una pregunta un poco difícil: cada uno de los bares que aparece en esta nota tiene su propia identidad. Sin embargo, para los que caminamos Buenos Aires seguido, algunos rasgos comunes se van haciendo visibles.
«Para empezar, es infinitamente más tranquilo que Palermo en parte porque acá los bares no están todos pegados, no hay tres por cuadra, sino que se integran fluidamente a un paisaje de edificios residenciales, oficinas, bombonerías de lujo o cafecitos que solo funcionan de día.»
Para empezar, es infinitamente más tranquilo que Palermo en parte porque acá los bares no están todos pegados, no hay tres por cuadra, sino que se integran fluidamente a un paisaje de edificios residenciales, oficinas, bombonerías de lujo o cafecitos que solo funcionan de día. Si realmente querés relajarte y desenchufarte (y no pasar la mitad de tu noche buscando dónde dejar el auto), vale la pena venirse. Y si bien no tiene el estrés de Palermo, los dueños de los bares coinciden que uno de los grandes activos de esta zona es que está cerca del centro neurálgico de la ciudad, o sea que le queda perfecto a los que salen de trabajar y quieren ir por una copa. Lo resumen como «cerca del movimiento pero a la vez un poco lejos».
«Otro parecido inevitable, quizás por el target de la zona, es el carácter más bien lujoso de todos los bares que encontramos en la zona: más allá de las diferencias, en todos los casos las propuestas están cuidadísimas hasta el último detalle, pasando no solo por los tragos sino también por la comida, el servicio y la ambientación.»
Otro parecido inevitable, quizás por el target de la zona, es el carácter más bien lujoso de todos los bares que encontramos en la zona: más allá de las diferencias, en todos los casos las propuestas están cuidadísimas hasta el último detalle, pasando no solo por los tragos sino también por la comida, el servicio y la ambientación. Pero es lujo moderno, relajate: en ninguno de estos bares se les ocurriría la ridiculez de mirarte mal por ir vestido como vos quieras.
Florería fue uno de los primeros bares en apostar por una zona que parecía condenada a morir a las 10 de la noche. Y la apuesta fue a todo o nada: la intención no fue recrear Palermo en Retiro, sino aprovechar elementos identitarios del barrio, como el puerto y su relación con los inmigrantes, para generar una mística propia, como efectivamente sucedió. Hoy ya se trata de un clásico del barrio, y algunos de sus tragos circulan de boca en boca como favoritos totales de la ciudad: el de esta cronista, sin dudas, es uno que ya estaba en la primera carta, el Mitaz Bloody Mitaz Gazpacho, que aprovechaba una de las raras ventajas del bar, la parrilla, para ahumar los tomates in situ y darle al cóctel un matiz único.
A poquísimas cuadras se encuentra el jovencísimo bar Shout, a cargo de dos maestros que ya habían probado sus armas en el barrio: Sebastián Maggi y Santiago Lambardi, los primeros encargados de la propuesta de Pony Line en Four Seasons, que decidieron arrancar su propio proyecto. En los pisos superiores de un hotel abandonado armaron este barcito que, como Florería, propone el maridaje de la coctelería con delicias parrilleras. En este caso la coctelería apuesta a homenajear a todas las tradiciones del microcentro, desde las figuras patrias hasta noventosos tragos en shot que, como todo, bien hechos son deliciosos. Si venís de Santa Fe estrictamente es más cómodo pasar primero por acá y después por Florería, pero están super cerca, da casi lo mismo.
Yendo para el lado de Libertador te encontrás con BASA, el emprendimiento de los gigantes que hace ya más de quince años impulsaron la nueva oleada de la coctelería argentina en el Gran Bar Danzón. Ludovico Di Biaggi, que prácticamente se crió allí (mitad allí y mitad en Filo, que también supo ser bastión de la noche metropolitana en los ‘90s), está a cargo de esta sofisticada barra, que en la humilde opinión de esta cronista tiene algunas de las mejores recetas del país. Yo siempre que voy pido el Penicilin, que trae scotch, limón, jengibre, almíbar en una petaquita divina. Para picar algo, especialmente importante si uno va a andar parando en tantas barras, nunca falla el paté casero.
De Pony Line, el bar del Four Seasons, ya les hemos contado infinidad de veces en Maleva: basta decir que la nueva carta de tragos mantiene el espíritu clásico e innovador del anterior, que el servicio es quizá el mejor de la ciudad, y que la mística de hotel siempre queda canchera cuando estás conociendo a alguien.
Yo haría lo siguiente, en una primera noche con un caballero o dama amerite tanta atención: arrancaría en el Four Seasons que no falla y es como más público, menos intimidante, y si todo va bien me iría para Singapur que tiene una onda más íntima. Lo demás ya depende de vos.
Singapur, como comentamos al principio, es la apertura más reciente de esta nota: a la Recova definitivamente le faltaba un lugar nocturno, y este va a dar que hablar. El local es acogedor, y por su ubicación casi romántica – ¡debajo de un puente! – ideal para una primera cita. La música es tranquila y la atmósfera también: yo fui con una amiga con la que no hablaba hace mucho y nos pusimos al día sin necesidad de gritar ni la sensación de que la gente te mira con cara de “ya terminaste tu trago, andate”. Yo tomé el Singapore Sling, que es un clásico. También Cynar Julep y Penicilin. Recomiendo todos. Se puede ir solo por los tragos, que definitivamente lo valen, a picar algo o incluso a una comida completa: la carta es sencilla pero con suficientes y deliciosas opciones para todos los paladares.
FOTOS: GENTILEZA BARES MENCIONADOS