Existe un oasis en pleno Buenos Aires en donde el tiempo se detiene y lo que prevalece es entregarse al disfrute: son los jardines encantados del Palacio Duhau. En esta ocasión, cada uno de sus rincones fue invadido por aromas, colores y sabores de diferentes partes del mundo; el Chef Masters Experience desembarcó en el Park Hyatt para recordarnos con los cinco sentidos lo glorioso de la primavera.
La tarde cayó y las puertas del Palacio se abrieron para recibir a amantes de la buena vida, que se acercaron con la expectativa y el estilo de quienes están por vivir una verdadera fiesta. Y es que de eso se trata El Chef Masters Experience; de un evento que existe únicamente para celebrar y experimentar la gastronomía de los chefs más reconocidos del mundo, y combinarla con las cepas y varietales de las bodegas más importantes de Argentina. Desde la entrada hasta la cima de las escaleras del palacio brillan con luces ocre que bailan con la música ambient que toca un DJ en vivo y se proyectan al cielo, iluminando las rosas blancas que florecen en las paredes del lugar. A toda esta belleza natural se suman las propuestas gastronómicas de las diferentes estaciones, que MALEVA recorrió minuciosamente:
Una mesa de mármol vestida con torres de ollas que desfilan con deliciosos platos del Medio Oriente, comandados por uno de los Chefs más reconocidos del Park Hyatt: Carlos Contrera. Si bien es argentino, se inspiró en todos sus viajes y en haber trabajado con chefs de todo el mundo para crear una mesa con sabores muy lejanos. «Viajé mucho gracias a mi trabajo y si bien esta cocina no representa mis orígenes me gusta mucho porque necesita ser muy cuidada y tiene ingredientes muy nobles. A mí lo que más me gusta es el arroz frito salteado al wok y el shawarma de res que es la parte armenia de la mesa, y lo elegí por mi esposa que tiene familia armenia». Contrera muestra con alegría todos sus platos: el shawarma de res, que despide un aroma realmente cautivante, el tabuleh, el babaganush, la sopa de miso, los spring rolls de verduras, el yakitori de pollo y el de langostinos, las dim sum, empanaditas de cerdo picantes que son deliciosas con un buen malbec, y la ensalada de frutas con tapiocas, que deslumbra con la sutileza del arándano. Para terminar con este viaje al Medio Oriente, Carlos regala galletas de la fortuna y les desea a todos los que se acercan a su mesa «¡que tengan buena fortuna!». En la que le tocó a esta cronista, relucía el mensaje: «Amas la paz».
Al subir las escaleras el aroma y el calor también crecen: son las brasas de quebracho y eucalipto de la cocina de Federico Ferrari, el chef de Cuisine del Park Hyatt, que eligió para esta ocasión una entraña black angus, salmón rosado y puré de calabaza ahumado al rescoldo. «La idea fue jugar un poco con la carta que tenemos en el restaurante y alinearlos al Masters», cuenta Ferrari con una sonrisa que muestra que el resultado del juego fue exitoso. Puede verse en la cantidad de personas que se acercan a la mesa y se dicen unos a otros: «tenés que probar esto!». De ahí van a una bodega y preguntan al sommelier cuál es el vino ideal para maridar con ese plato. Esa es la cuestión: disfrutar y aprender de quienes realmente saben.
Thierry combina lo mejor de dos mundos: si bien es francés, desde hace años es el Chef estrella del Grand Hyatt de Sao Paulo, Brasil. Esta vez aterrizó en el Palacio con una propuesta gastronómica que convida los sabores más típicos de la cocina francesa, pero en su forma de moverse, de reírse y de interactuar con la gente puede verse su influencia brasilera. En su idioma portugués combinado con español y francés se encarga de recibir a todos los invitados con un «Hola, ¡¿cómo va?!» y una mirada alegre realzada por sus lentes de marco negro, que le dan ese aire intelectual y poético fránces. Sus delicias son: Créme brulée de espárragos con helado de queso de cabra y biscotti de almendras -muchos lo confundían con un postre, pero la combinación de sabores era exquisitamente salada-, cerdo especiado y braseado en su propio jugo con baby remolachas, coulis de remolacha y pickle de calabaza, salmón blanco con almejas y base de curry y manzana verde, mini eclairs rellenos con ragú de mollejas, setas y brotes y unas cucharas con espinacas salteadas, ostras escalfadas en su propio jugo y salsa holandesa -¡una cucharada de placer infinito!-
Mientras Thierry se mueve con su estilo simpático y elegante le cuenta a MALEVA por qué eligió esos platos: «son platos típicos franceses, de mi pueblo, son los que hacía mi abuela todos los domingos, es cocina súper tradicional francesa. Y también elegí cerdo porque tengo un amigo en Brasil que cría cerdos de forma totalmente orgánica, y bueno, es un homenaje a él también. Son personas de mi vida; cocinar es muy emocional, si no tenés emociones, ¡no cocines! un plato te tiene que hacer llorar… si no llorás por un plato de comida ¡no llorás por nada!».
La mesa de Juliana es muy codiciada. Mientras se escucha el crepitar de las sartenes con las que cocina sin descanso y se sienten aromas deliciosos, la gente la saluda, saca fotos y se acerca para probar sabores típicos de la cocina argentina, de diferentes regiones: Provoleta y salsa de pimientos, mollejas y salsa criolla, empanadas de carne, berenjenas al escabeche y humitas gratinadas. Las humitas son un viaje directo al norte argentino, y las empanadas se destacan y vuelan; en segundos la canasta queda vacía. Entre risas Juliana cuenta: «lo que hicimos fue representar cada uno a su país entonces yo elegí lo que sabía que se podía hacer, que iba a quedar bien a modo cocktail y que nos represente bien. Lo que quiero es que la gente se lleve un buen momento, esto es como estar de vacaciones en Buenos Aires, es uno de los lugares más lindos que tenemos y es re lindo disfrutarlo así, es una fiesta, ¡es un programón!».
Al bajar las escaleras del jardín, después de dar toda la vuelta y pasear con los sentidos por tantos países, llega el turno de los coloridos y aromáticos platos de Coque Ossio, un gran talento de la cocina peruana, representante de la cadena de restaurantes Cusco Restaurants. A pesar de su ajetreada agenda, cuenta que quiso ser parte de este evento y aceptó la invitación de su amigo Alejandro Escudero, Chef estrella del Hyatt. Fuentes de hielo con ceviche limeño, cucharas con deliciosas causas de salmón, humitas de choclo y queso, ají de gallina -que pica y hace entrar en calor el paladar-, choritos a la chalaca y anticuchos. «¿Quieres un anticuchito?» ofrece Coque con su mirada pícara a MALEVA y confiesa: «Yo quiero que a la gente le pique un poco esta comida, y que se acuerden del Perú, que vean los colores, la riqueza, la alegría de nuestra gente» ¡Misión cumplida para Coque Ossio!
El salón del restaurante Gioia del Palacio se volvió el anfitrión ideal para Andrea Aprea, Chef Ejecutivo del restaurant Vun del Park Hyatt de Milán, condecorado con dos Estrellas Michelin. Estrellas totalmente merecidas, dada la dedicación que se ve en cada una de las delicias que presenta en la mesa: ternera tonnato, ensalada capresse, beef tartare, salsa verde deshidratada y boquerones, salt cold pizzaiola, rissoto milanés con base de azafrán, jugo de limón, echalotte y vino blanco, y huevo de codorniz con papas, parmesano y panceta. Este último se sirve en una taza, y al momento de comerlo, el ayudante de Andrea se acerca orgulloso a darle el toque final al plato con un sifón que dispara una espuma de papa. Y grita, «¡proba, proba, it´s now or never, como la canción de Elvis!». Con esa misma pasión Andrea cuenta cuál es según él la clave para ser un buen chef: «Nosotros nos apegamos a la tradición italiana en la cocina, pero también agregamos innovación, nosotros queremos que percibas el sabor. Para ser un buen chef se necesita muchísima pasión, perseverancia ¡tenés que amarlo! son muchísimas horas de trabajo, por eso, hay que sentir esa pasión».
El desfile de sabores de diferentes partes del mundo fue escoltado por la mejor selección de vinos de Argentina. Los interesados se movían de una a otra bodega, vestidos, algunos con trajes, otras con colores fucsias y colorados estridentes. Todos consultaban a los sommeliers expertos, y a partir de eso jugaban con los maridajes de los diferentes platos para percibir una experiencia completa.
Las Bodegas Kaiken se lucieron con sus líneas más altas: ultra malbec, ultra chardonnay, ultra cabernet sauvignon, y un ícono de la bodega, el Mai, un vino hecho con uvas de 120 años. La sommelier de bodegas Piatelli invitaba a hacer un desafío a partir de la su línea Gran Reserva: elegir entre un malbec mendocino y uno salteño, y descubrir sus diferencias de acuerdo al terroir. Algunos elegían la elegancia del malbec mendocino y otros se quedaban con el salvajismo del salteño.
La línea de Susana Balbo tampoco podía faltar: ella es la primera enóloga argentina mujer, y junto a su Bodega Dominio del Plata hizo honor a su trayectoria con pinot noir cabernet, tardío malbec y cabernet sauvignon.
Si de blends se trata, Catena Zapata fue la estrella de la noche; presentó malbec malbec, syrah syrah, pinot noir pinot noir y blends de chardonnay de diferentes alturas de Agrelo, de Valle de Uco y Luján de Cuyo, además de DV Catena malbec malbec de Agrelo y Maipú.
Luigi Bosca también sorprendió con Brut nature, un espumante, y el Gala 3, un blanco que es corte de viognier, chardonnay y riesling, además de un vino dulce producto de la selección de granos de cepa alemana. Y para terminar presentó Finca Los Nobles, un vino que entrecruza vides de diferentes terruños.
Rutini se sumó a la celebración con cortes como el sauvignon blanc 2015, con tres meses de paso por roble francés y el tope de gama de la línea Encuentro, el seven vineyards, que contiene cinco varietales en siete viñedos de diferentes edades.
En una isla también descansaba una degustación de aceites a cargo de la bodega Zuccardi y la cava de quesos del hotel también se abrió para invitar a degustar sus 40 variedades de quesos y elegir el maridaje de vino correcto a cargo de Natalia Escudero, la chef formagier.
Además de las bodegas, muchos se sumaron a las estaciones de cocktails de autor que representaban los diferentes sabores del mundo: desde un «french affaire», con espumante rosado, syrup de manzanilla, gotas de cointreau, cáscaras de naranja y flores de manzanilla, hasta un trago peruano y un Aperol Spritz para celebrar la italianidad.
El Chef Pastelero del Park Hyatt se unió con la Coffee Ambassador de Café Nespresso y el resultado fue un éxito: macarons de todos los colores combinados con diferentes variedades de café. Un Ristretto de India acompañaba a una bomba de chantilly con babá en almíbar de lavanda; un Lungo Guatemala a una bomba con crema de naranja y un Origen Brazil a unas trufas de chocolate con babá en almíbar de rosas.
Dos noches de pura celebración, de respirar un aire distinto, entre jardines, fuentes, escaleras de la belle époque de Buenos Aires que parecen revivir al ritmo de la música de Dj’s en vivo como Calu Rivero. La gente no se quiere ir. Ríen, bailan en la terraza y comparten el placer de vivir esta experiencia que mezcla sabores, aromas y colores y nos hace disfrutar de las cosas más bellas de la vida. ¿Qué más se puede pedir?
+
FOTOS: GENTILEZA PALACIO DUHAU – PARK HYATT BUENOS AIRES