«La cocina para mí siempre fue meditación en movimiento y una herramienta de conexión»: entrevista a Martina «Titi» Siegrist, creadora de Chef at Home

Charla con la cocinera, creativa y emprendedora que empezó a ofrecer comidas en casas (además de talleres y propuestas gastro personalizadas) y ahora es un proyecto que no para de crecer/Embajada de la India (y los viajes a aquel país) y roles claves en hoteles de lujo y empresas de bebidas/Alimentación consciente, e historias en cada hogar/¿Qué platos son sus caballitos de batalla? ¿Qué planes tiene para el futuro? ¿Dónde aprendió los secretos de la hospitalidad?

Aroma a flores frescas y a especias, en el luminoso espacio de Martina donde se realizó la entrevista. 

«La cocina para mí siempre fue meditación en movimiento y una herramienta de conexión»: entrevista a Martina «Titi» Siegrist, creadora de Chef at Home. Por Agustina Canaparo. Fotos: Ana Pareta para MALEVA.

El sol de invierno se cuela por el enorme ventanal de un pintoresco departamento, con vistas a la imponente Biblioteca Nacional, en pleno barrio de Recoleta. El reloj marca las dos de la tarde y Martina “Titi” Siegrist, con su delantal amarillo, está terminando de acomodar sobre una mesa ratona de mármol unos platitos de vajilla antigua (esos que recuerdan a las abuelas) y unas delicias saladas que estuvo preparando para agasajar a MALEVA. Junto a una jarra con agua y limón, hay crackers con semillas, edamame, canastitas de papa sin gluten, otra de higos y queso azul, scons de parmesano y unas delicadas empanaditas de hongos. En el luminoso espacio se percibe el delicado aroma a flores frescas. También a especias. Enseguida, Titi, como le dicen cariñosamente desde pequeña, nos invita a disfrutar del banquete mientras conversamos de su pasión por la gastronomía y la comunicación.

En una charla distendida, con mucha risa de por medio, nos contó de todo: desde sus primeros pasos en la Embajada de la India, sus aprendizajes en un hotel cinco estrellas y sus grandes experiencias en multinacionales. Además, de cómo se animó a tirarse a la pileta y emprender con su propio proyecto. Hoy, la talentosa cocinera sorprende con sus experiencias de chef a domicilio. También con sus recetas y talleres de alimentación consciente. “La cocina para mí siempre fue algo muy lúdico y de esparcimiento. Es mi terapia. Una herramienta de conexión. Una meditación en movimiento”, confiesa.

«Los viajes a la India cuando trabajaba en su embajada fueron muy transformadores. Es imposible describirlo. Para mí la India es un planeta entero con un montón de continentes dentro. Son 1400 millones de habitantes, tienen 1.200 dialectos y 21 lenguas oficiales. Cada pueblito tiene su idioma, su arquitectura, sus colores y su gastronomía . Es un mundo nuevo. Hay mucho estímulo de sonidos, olores, ruidos, y comidas…»

¿Desde chiquita sentiste esta pasión por la gastronomía? ¿Qué recordás de tu infancia?

Mi mamá cocina muy bien y mi abuela también. La comida siempre fue algo de compartir, el momento de reunión. Los lunes siempre había comida en lo de mis abuelos, era el día con los nietos. Una fiesta. Siempre preparaban pastas y muchos guisados. A mi abuelo “Tatalo” le gustaban mucho los currys y los picantes. Me acuerdo que mi abuela materna siempre me llamaba para preparar juntas la torta Rogel. Ella siempre decía que para hacer el merengue había que “tener buen humor porque si no se te caían las claras”. Los viernes siempre nos íbamos al campo. El asado siempre estaba presente. Siempre me gustó mucho jugar con la cocina, inventaba tortas con la leche y los huevos frescos de campo.

Por lo que nos estás contando tu interés estaba muy marcado…

Lo tenía muy innato, pero nunca lo había pensado como una profesión. Yo siempre fui muy rígida y estructurada. No lo veía como una carrera posible. No sabía muy bien que estudiar, creo que a los dieciocho años es muy difícil elegir qué queremos ser para el resto de nuestras vidas. Tuve la suerte de tener un tío, muy sabio, que me dijo que me sugirió que estudie comunicación. Lo bueno de la carrera es que es muy amplia: periodista, publicista, marketing, empresas, entre otras. Cursé en la Universidad Austral y después trabajé varios años en el departamento de admisiones de la facultad. En el 2008 me fui un año a Madrid sola a estudiar en la Universidad Complutense.

¿Cómo fue esa primera experiencia en otro país completamente sola?

Fue un súper aprendizaje. Un año fabuloso. Creo que viajar siempre te nutre. Se dan muchas transformaciones y aprendemos cosas nuevas.

Tras su regreso a Argentina encontró en el diario un aviso que le llamó su atención: un puesto de oficial de relaciones públicas en la Embajada de India.

¿Te animaste enseguida a postularte?

Sí: era un súper laburo. Mi primer salto grande. Se habían anotado un montón de postulantes. Tuve varias entrevistas y a las semanas me llamaron para comunicarme que había sido seleccionada. Cuando lo escuché no lo podía creer. Me metí mucho con el estilo de comida india. Siempre me encantaron los currys y aprendí muchísimo. Armaba el menú de los banquetes, me metí en la cocina, traíamos cocineros. También viajé muchísimo a la India. 

¿Y de esos viajes qué rescatás?

Fueron muy transformadores. Es imposible describirlo. Para mí la India es un planeta entero con un montón de continentes dentro. Son 1400 millones de habitantes, tienen 1.200 dialectos y 21 lenguas oficiales. Cada pueblito tiene su idioma, su arquitectura, sus colores y su gastronomía . Es un mundo nuevo. Hay mucho estímulo de sonidos, olores, ruidos, y comidas.

«Todo fue muy del boca a boca. De repente, en el 2021, empecé a tener dos o tres eventos por semana. Yo estaba con una sonrisa, chocha de lo que había generado. Me encanta que la gente disfrute y goce. De hecho, siempre trabajé en industrias muy del goce: la embajada, ceremonias, hoteles, fiestas. Acá lo mágico era que la celebración la había organizado y hecho yo…»

Después de tu paso por la embajada te surgió otra gran posibilidad laboral en un hotel cinco estrellas, en el Palacio Duhau – Park Hyatt de Buenos Aires. De esa etapa ¿Qué aprendiste de la hospitalidad?

Ahí estuve varios años como Gerente de Marketing y Comunicaciones. Me divertí un montón y también trabajé muchísimo. La hotelería no para, son 24 horas de servicio. Fue una súper escuela. Ahí desarrollé lo que es la vocación de servicio absoluta. Organicé miles de festivales de cocina, traíamos cocineros de todas partes. Siempre sentí al hotel como mi casa. De hecho, hay días en los que voy y me siento en el jardín a tomar un té. En paralelo también estudié en el IAG la carrera de Profesional Gastronómico. La disfruté mucho. Aprender es la forma más linda de cultivarnos.

Años más tarde, le surgió la posibilidad de trabajar en Chandon en el área de Comunicación y prensa.

Fue fabuloso. Ahí descubrí el maravilloso mundo del vino, de las burbujas y todo el trabajo que hay detrás de esta gran industria. Me metí también en las cocinas y con el lado del maridaje”, cuenta.

Paralelamente, empezó a cocinar en la casa de sus amigos y también a recibirlos su hogar. Los agasajaba con platos caseros hechos con mucho amor. Sin imaginarlo, comenzaba a gestarse un bello proyecto personal: “chef at home”.

¿Al principio arrancó como un hobbie?

Sí, se fue dando muy de a poco. Pensaba un menú, lo diseñaba, le ponía especial atención al maridaje. Como tengo mi ritual de descorche de botellas, les enseñaba a los invitados a descorchar. Al principio con mis amigos, después varios me preguntaron si podía organizarles el cumpleaños o algún evento familiar. Muy del boca a boca. De repente, en el 2021, empecé a tener dos o tres eventos por semana. Yo estaba con una sonrisa, chocha de lo que había generado. Me encanta que la gente disfrute y goce. De hecho, siempre trabajé en industrias muy del goce: la embajada, ceremonias, hoteles, fiestas. Acá lo mágico era que la celebración la había organizado y hecho yo.

¿Fue difícil apostar a este nuevo emprendimiento y dejar el mundo corporativo?

Al principio sí, porque no tenía nada asegurado. Me animé y me tiré a la pileta. Fue un lindo desafío. El primer mes, en enero, cuando no había generado ingresos, me quería morir. Es parte de aprender el negocio.

«Algo que me parece increíble es que cada hogar es distinto. Cada uno es un mundo. Cada vez que toco el timbre de una casa tengo una mariposa en la panza que no se me apaga. Me entusiasma el hecho de no tener idea con qué me va a encontrar. Creo que la gente está buscando cosas que generan más impacto, que interpelen un poco más. En cada encuentro contamos historias, sacamos la vajilla antigua que tienen guardada. Se generan lindos vínculos…»

Los comensales se quedaban fascinados con tus platos ¿Cuáles son los caballitos de batalla?

El risotto de limón y azafrán (de la India); El curry de pollo con arroz basmati. (tiene esos aromas que te transportan) y el Goulash con spaetzle.

¿Qué es lo que más te apasiona de cocinar en las casas?

Algo que me parece increíble es que cada hogar es distinto. Cada uno es un mundo. Cada vez que toco el timbre de una casa tengo una mariposa en la panza que no se me apaga. Me entusiasma el hecho de no tener idea con qué me va a encontrar. Creo que la gente está buscando cosas que generan más impacto, que interpelen un poco más. En cada encuentro contamos historias, sacamos la vajilla antigua que tienen guardada. Se generan lindos vínculos. Cada experiencia está hecha a medida según los gustos de cada cliente. Otra cosa que me encanta es que los comensales se vayan con algún aprendizaje. Además de comer rico se lleven algún dato curioso o tip y después lo puedan compartir.

Durante la pandemia te diste cuenta que no podías comer gluten, azúcar ni lácteos. ¿Cómo adaptaste tu alimentación y recetas?

Sí, tenía mucho malestar y sueño todo el día. Al principio me pareció el fin del mundo, pero empecé a estudiar y a capacitarme con la alimentación consciente. Después empecé a adaptar y a jugar a transformar todas las recetas de los platos que me encantaban para poder hacerlos aptos para mí y para mi hija. Hoy en día son todos sin gluten, sin lactosa y sin azúcares. Este tipo de cocina hoy es la que más disfruto.

En esta búsqueda también comenzó a trabajar con pequeños productores de alimentos orgánicos argentinos: «estoy muy en contacto con la tierra y el producto fresco, sin agroquímicos ni pesticidas. Hoy un poco mi cocina se define en eso: dejar que la materia prima se exprese solita. A veces, cuando voy a comer afuera veo que ponen muchos ingredientes en un plato y no termino de disfrutar ninguno…»

¿También te reinventaste con tus propios talleres?

Si, en estos últimos años me contactan familias que quieren mejorar su nivel de alimentación o que tienen celiaquía, diabetes o alguna intolerancia. Les doy muchos entrenamientos a domicilio para que puedan mejorar sus hábitos y puedan aprender a disfrutarlo. Por ejemplo, a una clienta diabética que hace 15 años no comía sushi, le enseñé a reemplazar el arroz por arroz de coliflor y cuando lo probó se le caían las lágrimas. Cambiarle la vida así a la gente es lo más gratificante.

¿Que soñás con tu emprendimiento?

Toda mi vida fui de planificar mucho todo. Ahora vivo más el momento. Parte de mi aprendizaje del último tiempo es “dejar que fluya” y que el camino me sorprenda. Me cuesta para mi cabeza organizada, pero estoy como muy en eje entre el estilo de vida que quiero tener y el trabajo. Un lindo equilibrio. Me encantaría tener mi propio espacio para dar talleres y clases.

Antes de despedirnos, Titi nos invita a pasar a su cocina y contemplar uno de sus grandes tesoros: su colección de especias con sabores de distintos países. Hay azafrán, pimentón, comino, pimienta, orégano y curry (uno de sus favoritos), entre otros. Hoy a la noche sorprenderá a sus comensales con un nuevo menú. No faltará el toque hindú y las burbujas. “Creo que todo el camino que hice es para llegar a donde hoy estoy”, finaliza con una sonrisa.

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