Hace unos años viajaba por Francia con un grupo de amigos, de esos que uno sabe que por las venas le corre lo mismo que a uno, vino. Nuestro primer destino fue la feria de vinos y espirituosas más famosa del mundo, Vinexpo, para luego seguir recorriendo viñedos, bodegas y por supuesto, comer y beber todos los productos típicos de cada región por la que pasábamos. Salimos de Bordeaux rumbo la Bourgogne y desde el centro de Francia disparamos como una flecha rumbo al mediterráneo. Antes de llegar, nos topamos con la Provence donde el aroma del viento huele a lavanda, los colores de la región parecen un cuadro de Van Gogh y las flores surgen de cada rincón. ¿ Y qué nos pasa cuando vemos todo color de rosa? ¡Nos dan ganas de enamorarnos!
«Antes de llegar, nos topamos con la Provence donde el aroma del viento huele a lavanda, los colores de la región parecen un cuadro de Van Gogh y las flores surgen de cada rincón. ¿ Y qué nos pasa cuando vemos todo color de rosa? ¡Nos dan ganas de enamorarnos!»
Este post va dedicado a todos aquellos que lo están, pero sobre todo para aquellos que lo siguen buscando. Además les hago una sugerencia: incluyan en el siguiente viaje al viejo mundo una pasadita por Aix en Provence.
Esta región elabora uno de los rosados más destacados del mundo. Cuando uno los bebe puede percibir una leve vibración en boca. Su color es muy pálido, se lo describe como «piel de cebolla», casi nacarado. Muy aromático, pero con la sensualidad de aquellos vinos que no expresan aromas complejos, sino simplemente una sonrisa para aquel que lo está bebiendo. Su boca es refrescante y está muy bien compensada con frutos rojos maduros. Cuentan con cinco denominaciones de origen. Grenache, Cinsault, Mourvedre, Carignan son algunas de las variedades tintas utilizadas para su elaboración.
Al igual que los vinos tintos, los rosados provienen de uvas tintas. Los más destacados deben su color al limitado tiempo que tiene la pulpa con la piel, a veces sólo horas. Cuando el enólogo decide, se lo prensa y sigue el proceso de elaboración como si fuera un vino blanco. En conclusión comienza como un tinto y finaliza como un rosado. Durante mucho tiempo en Argentina no se le prestó importancia a este estilo de vinos, por suerte hace varios años ya, muchas bodegas lo incorporaron dentro de su porfolio con éxito. Hoy en día cuenta con muchos seguidores y en forma equilibrada entre mujeres y hombres.
Mis predilectos son aquellos elaborados para un paladar moderno, de tono rosado sutil, aromas a frutos rojos, melón, grosellas y durazno. Busquen aquellos que en boca sean secos (sin azúcar residual). Los dulzones no siempre están ligados a los vinos de alta calidad.
La vie en rose (Inspiración de una amiga francesa, Coco Chanel)
1) Música: no puede dejar de sonar Edith Piaf
2) Mesas: vestirlas con un mantel cuadrillé blanco y rojo, suma. Los que quieren hacer algo más íntimo y cuentan con la mesa tijera redonda, creo que tienen un plus.
3) Servicio: la temperatura de los vinos debe estar entre los 6 y 8 grados. Armar una frappera con 1/3 hielo y lo demás agua.
4)Maridaje: combinar el momento con productos regionales tales como una quiche de queso, tomate y anchoas, pan de Nuez con queso Brie (originario de Normandía pero establecido en la región) tibio, espárragos envueltos en masa de hojaldre y una rica ensalada verde con higos y queso de cabra.
Los vinos: les paso algunos de mis Rosé predilectos:
1) L’Argentin de Malartic Rosé Malbec, Diamandes
2) Alta Vista Rosé Malbec, Alta Vista
3)Plan B Rosé Malbec-Petit Verdot, Budeguer
4) Puro Rosé Cabernet Franc, Puro
5) Crios Rosé Malbec, Dominio del Plata
Volvamos a la imagen de la postal, lavandas, flores y bares de los que fluyen aromas a quiche, croissant y pan de nuez. El simple hecho de salir a caminar abre el apetito, da ganas de sentarte en las mesas de afuera, con la mejor vista y esperar a los placeres de la tierra.
Éramos cinco amigos y nos sentamos al rededor se una mesita de hojalata blanca, vino el garçon, pedimos nuestro rosé y luego de servirlo junto a una carafe d’eau, se me ocurrió mirar alrededor. Las copas de rosé parecían fanales de color rosado, que de una forma discreta iluminaban el momento de cada uno de nosotros, afortunados de poder disfrutar esos momentos de la vida.
Espero junto a éste relato poder pintar de rosa el día de los enamorados. Un día algo comercial, lo sabemos. Pero podemos transformarlo en una noche para enamorarse de las buenas copas, ricos platos y acompañarlos junto a la gente que más queremos.