Un trago para romper el hielo
Por Teodelina Escalante
A ver, si estuvieran de invitados en casa, les ofrecería un trago para romper el hielo. Aunque como es imposible, lo que se me ocurrió es dedicar mi primer post a los cocktails. Igual antes, mejor, me presento un poco. No sé si escribir será mi fuerte pero la paso bien probando. Me entusiasma. Creo que lo que me llevó a estudiar traductorado de inglés fue la lectura. Aunque actualmente nos sea la profesión que ejerzo. De hecho hoy me dedico a la decoración. Así de cambiante soy. Tengo 29 años, estoy casada con un arquitecto talentosísimo, vivo en Buenos Aires y cada vez que puedo huyo de la ciudad al verde o, cuando el bolsillo lo permite, a Ezeiza y de ahí al mundo. ¡Para mí que es una veta romántica! En fin: es medio tedioso hacer una descripción puntillosa de mi persona. Ya me irán conociendo con el tiempo.
Volviendo a los cocktails, en mi familia materna, mi abuela espera ansiosa la llegada del Happy hour que se da dos veces por día: una antes del almuerzo y otra antes de la comida. Normalmente circulan Gintonics, Camparis y Caipirinhas. El bar es el lugar de encuentro. Nos contamos historias y nos reímos. Una ventaja que tiene el cocktail (o motivator, como lo bautizó una amiga de mamá que prepara uno especial para su cumpleaños y te lo encaja ni bien te abre la puerta) es que pone a todos los invitados al mismo nivel, los empareja. La famosa «copita desinhibidora».
Pero lograr un buen cocktail no es tan fácil como parece. El celebérrimo barman argentino Santiago Policastro, conocido también como el Barman Galante o Pichín, en su libro «Tragos mágicos» hace hincapié en usar buenas bebidas, seguir las proporciones e indicaciones al pie de la letra y en el tamaño del hielo (no más grande que una nuez) entre otras miles de recomendaciones. Hay cosas, cuestiones básicas que no siempre se respetan y sin embargo hacen la diferencia. Una es enfriar el vaso. Si calentamos los platos antes de comer unos ravioles, ¿porqué no enfriar el vaso antes de servir el cocktail? Simplemente hay que poner 3 o 4 cubitos de hielo y llenarlo de agua. Así, mientras que se mezclan los ingredientes en la coctelera, el vaso toma la temperatura adecuada. Es más, salvo cuando se indica lo contrario, el cocktail se sirve siempre sin hielo, se cuela en el vaso ya enfriado. Hay pocas cosas tan descendentes como un hielo aguando un Bloody Mary.
Existe un tiempo determinado para tomar el cocktail. Por ejemplo, el Dry Martini se toma en no más de 5 o 6 tragos y se va girando la copa para poder mantener la temperatura inicial (Si se tarda mucho se convierte en algo intomable). Es básico tomarlo inmediatamente después de preparado sino pierde la alquimia: esta máxima se aplica a todos los tragos. Pichín decía que el cocktail «es el fruto de la inspiración del momento». A veces nos encontramos en una situación particular y no siempre tenemos los utensilios necesarios para preparar un trago. Mi marido, que es un excelente barman y de quien aprendí muchos de estos secretos, usa directamente una bolsa de supermercado para shakear las caipiroskas. Y todo porque una vez estaba en un barco y no tenía nada para batirlas, entonces la inspiración lo llevó a usar una bolsa. Desde ese momento, esté donde esté, sigue usando una bolsa de supermercado ¡Y le salen espectaculares!
Se puede saber mucho de una persona con sólo mirar el drink que tiene en la mano. Ilustro: las chicas – siempre son las chicas – que se piden un daiquiri de frutilla que les dura 2 horas, en realidad querrían estar tomando una Coca light. No tienen cultura alcohólica. No les gusta tomar pero se piden eso para cancherear. Personalmente prefiero verlas tomando un vaso de Sprite con pajita antes que sosteniendo ese copón rosa chicle durante horas. A veces es necesario aplicar la lógica ya que es posible que el orden de los factores SÍ altere le producto. Los barmans me miran atónitos cuando les pido un Campari con soda y un twist de naranja, pero primero la soda y después el Campari. Están como obsesionados con servirte una medida, ni una gota más, entonces siempre la sirven al principio (que a veces es lo correcto). En el caso puntual del Campari hay una razón muy sencilla para justificar mi pedido: la soda es más liviana y tiene burbujas por eso va antes ya que el Campari se mezcla solo y se puede regular la intensidad de acuerdo al color que adquiere el trago. Caso contrario, al revolverlo se pierde el gas. Lección de mi abuela que es una gran tomadora de Campari.
Si tengo que elegir dos bebidas ( elegir una sola sería imposible) me quedo con el whisky y el gin. Bueno, por hoy corto acá este primer post. ¡Habrá segunda entrega en unos días! ¡Nos vemos!