Desde hace un tiempo, se pueden plantar vides en cualquier lugar del país, no solo en la zona de Cuyo/ Picnics en los bosques de Chapadmalal, banquete con vistas únicas en Campana, dormir entre viñedos en Junín y participar de la vendimia en Tandil/ 4 bodegas bonaerenses que hay que conocer.
Costa & Pampa ofrece una experiencia estilo campiña francesa a pocos kilómetros del mar, en Chapadmalal.
Vinitos de Buenos Aires: la provincia (que nadie esperaba) suma cada vez más bodegas / Cuatro para conocer, desde Chapa hasta Junín. Por Paula Bandera para MALEVA.
Durante décadas, el enoturismo en Argentina tuvo dos sinónimos: Mendoza y Salta, pero ahora, cada vez más localidades ofrecen turistear con una copa en mano. Tiene lógica cuando se piensa que 18 de las 23 provincias que conforman el país elaboran vino, y entre ellas se encuentra Buenos Aires. Con MALEVA te llevamos a un recorrido por cuatro propuestas enoturísticas bonaerenses que vale la pena conocer.
1) Costa & Pampa: vinos de mar y bosque en Chapadmalal/ Av. Antártida Argentina km. 16 – Estancia Santa Isabel.
Salir de la playa, sacarse la arena y visitar un viñedo; Costa & Pampa hizo posible lo impensado. En 2009, influenciados por lo que pasaba en otras partes del mundo, donde las vides crecen a pocos kilómetros del océano, eligieron Chapadmalal para crear una bodega que, en ese entonces, era experimental, ya que no había proyectos similares en el país.
El resultado superó cualquier expectativa, esas tierras marítimas dieron muy buenos vinos blancos e, incluso, permitieron plantar variedades poco tradicionales por estos pagos, como Gewürztraminer y Albariño.
La bodega está emplazada en la estancia Santa Isabel, ya que en los años dorados de Mar del Plata, las familias millonarias elegían esa zona de la ciudad balnearia para instalarse. El predio es enorme, en este bosque pampeano la tranquilidad logra atravesar los poros. La visita es un must para los amantes del vino, ya que pueden descubrir un terruño único y las características que tienen los vinos de mar.
El programa completo incluye una recorrida por los viñedos y la bodega, una degustación guiada de los vinos y picnic debajo de los árboles, con canasta, copas y lona, al mejor estilo campiña francesa.
Como varias personas repiten la visita, alentados por el paisaje y la calma del lugar, este año también instalaron un food truck para comer en cualquier momento del día.
¿El dato imperdible? Allí venden las empanadas de Sara, cocinera de la estancia, una receta para “chuparse los dedos”, como dirían las abuelas. También pinchos de tortilla, que llevan su firma, y pizza, entre otras opciones.
Hay livings, toneles como mesas con sillas altas, silloncitos y diferentes opciones para estar cómodo y entregarse a ese paisaje bucólico a tan solo 6 kilómetros del mar. Los vinos se ofrecen por copa y también se pueden comprar por botella en la tienda de la bodega. Dato no menor, en ese espacio venden etiquetas de Trapiche y de Costa & Pampa a precios súper competitivos, para traer vino de souvenir en lugar de alfajores.
2) Bodega Gamboa: como en Mendoza, pero a pasitos de la Panamericana. / A. Porto 2426 – Campana.
Embotellamiento en la Panamericana, bocinazos, hastío… y a tan solo 2 kilómetros de allí, el oasis. Es que, aunque cueste creerlo, Bodega Gamboa dibuja un paisaje de viñedos sobre el km 65.5 de esa autopista, a menos de una hora de la capital.
La bodega encanta con sus visuales y también con su propuesta gastronómica, a cargo del chef Edward Holloway, quien también es responsable de menús en algunas bodegas mendocinas. El restaurante tiene mesas adentro y una amplia galería semi cubierta al pie del viñedo; el foco está puesto en el producto de temporada y la consigna es compartir, por eso los platitos mandan.
El menú Origen puede disfrutarse casi en su totalidad con las manos, incluye desde una selección de quesos y empanadas hasta platos más elaborados, como el carpaccio de bresaola, y, por supuesto, no falta el postre. La Experiencia Terruño, en cambio, es más abundante; a la picada del menú Origen le suman un principal a elección (una opción veggie y dos a base de proteínas) y varios postres en formato mini.
Todo acompañado con vinos de la casa. Para descubrir el terruño de Campana, cuentan con etiquetas de 3 variedades diferentes: Pinot Noir, Malbec y Cabernet Franc. La producción es limitada, solo elaboran 2 mil botellas anuales, porque las vides son bastante nuevas y solo hay 5 hectáreas productivas.
Claro que quedarse cortos de vino no es opción, por eso se aliaron a reconocidos winemakers, como Karim Mussi y Santiago Achával, para elaborar pequeñas partidas exclusivas con vides provenientes de diferentes zonas de Mendoza y Salta.
Si el plan es hacer una salida full day se puede reservar una experiencia que arranca a las 11 de la mañana con una recorrida por el viñedo y luego una visita al galpón donde descansan los vinos en barrica. Después, se recupera energía con una degustación guiada y un almuerzo en el restaurante.
3) Finca Las Antípodas: despertarse entre viñedos / Garibaldi y Querandíes – Junín
Durante décadas, para hospedarse en un viñedo había que tomar un avión o viajar muchas horas en auto. Pero desde 2020, gracias a Finca Las Antípodas, esa posibilidad también existe en Buenos Aires. Este viñedo ubicado en Junín cuenta con 3 cabañas, tipo containers, para cuatro personas, y una piscina súper confortable rodeada de vides.
En la zona hay varias actividades para llenar la agenda, como visitar el Parque Natural Laguna de Gómez. Se trata de 200 hectáreas de verde bordeadas por una laguna donde se puede practicar windsurf, kitesurf y otros deportes acuáticos.
Los fines de semana, ofrecen degustaciones guiadas y, en época de vendimia, los huéspedes pueden cosechar a la par de los operarios de la finca. Y hay más trabajo todavía, como despalillar las uvas de forma manual, una experiencia poco común.
En esta zona de la provincia, la vendimia suele darse entre la segunda y tercera semana de marzo, pero el clima manda, así que es probable que en 2023 se adelante a la última semana de febrero.
4) Cordón Blanco: enoturismo tandilense con vinos de características únicas / Galicia 1150 – Tandil.
La charcutería y los quesos son el sello de Tandil, ¿y qué se necesita para que el combo sea completo? Un buen vino. Casi como si fuera obra del “maridaje por proximidad”, en 2008, la bodega Cordón Blanco empezó a plantar vides en esta ciudad bonaerense.
Allí descubrieron que el suelo era de tipo calcáreo, algo muy valorado porque le da al vino un carácter mineral. Este carbonato de calcio adquiere características únicas aquí, se presenta como un manto superficial, que va desde Bahía Blanca hasta Ayacucho y se conoce como tosca, algo que aseguran no se da en ninguna otra parte del mundo.
En 2011, empezaron a recibir al público con degustaciones guiadas, siempre con reserva; ya a partir de marzo de este año, abrirán la bodega todos los días. También invitan a participar de la vendimia, de hecho casi que lo piden, porque en esta zona hay poca mano de obra dispuesta a la tarea. Amigos, vecinos, visitantes, todos se suman para vendimiar. Los interesados deben estar atentos a partir de la segunda quincena de febrero, cuando suele comenzar la temporada de cosecha.
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Fotos: son gentileza de las bodegas mencionadas.
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Sobre la autora de la nota: la primera palabra que pronunció la periodista Paula Bandera fue “ma”, «pero apuesto a que lo hice en tono de interrogación», arriesga. «Es que la inquietud me define, me interesa preguntar, escuchar, aprender. Dedicarme al periodismo, entonces, fue una consecuencia lógica, el devenir de mi ser», cuenta Paula.
Se especializó en lifestyle – gastronomía, belleza y turismo -, y escribe en los medios más importantes del país desde hace 15 años.