En el marco de su nueva muestra en la Usina del Arte – la más importante de su carrera -, conversamos de todo con una de las artistas más geniales de su generación/Crear con materiales de descarte/»Hay que curar al capitalismo»/Rimel y cajitas de chicles/Su taller en Madrid, Yuval Harari y cómo ve el futuro de su obra
Elisa, quien vive en Madrid, expone en La Usina del Arte hasta el 22 de diciembre
“Hoy, la basura queda inmortalizada en cementerios virtuales”, entrevista a Elisa Insua. Por Azul Zorraquin (texto y fotos).
Elisa Insua es una artista plástica muy peculiar; trabaja con todo tipo materiales de descarte, desde teléfonos celulares, hasta envases de cosmética y golosinas vencidas, en obras a gran escala. Su última muestra, Vanitas Virtual, expuesta en la Usina del Arte, explora las temáticas del ego, la vanidad, la virtualidad, y los nuevos paradigmas de fama, y su relación con el mundo económico. A través de la resignificación de objetos del mundo cotidiano, hace un llamado a la reflexión de consumidores, productores y vendedores. ¿Porqué nos relacionamos de esta manera con los productos que nos rodean?, se pregunta Insua. Austera, irónica y aguda, la joven artista logra conjugar todos estos elementos en impactantes obras que reivindican el valor de la basura.
¡Atentos! La muestra es imperdible y se podrá ver hasta el 22 de diciembre. Portadora de un look que va en armonioso composé con las obras, la genial artista conversó un largo rato con MALEVA.
¿Cómo empezaste a trabajar con materiales de descarte?
Es un misterio (se ríe). Arranqué hace doce o trece años, cuando estaba en el colegio, a hacer obras con objetos que encontraba en casa. Empezó desde un lugar inocente y desprejuiciado y fue mejorando, y tomando fuerza. Después, al estudiar economía, empecé a ver puentes o relaciones entre los materiales que utilizaba, y la teoría económica. Los materiales, al fin y al cabo, estaban hablando de los ciclos económicos que no se cerraban. Entonces, la idea también fue empezar a cuestionar los pilares básicos de nuestro sistema económico: el capitalismo.
¿Por qué?
Esta teoría económica se construye sobre la premisa de que siempre vamos a querer más; todas las naciones y países quieren estar en constante crecimiento de su economía, cuando en realidad, los recursos del planeta son limitados. No hay nada en el mundo que crezca infinitamente.
¿Esta temática, se mantiene constante en toda tu obra?
Si bien siempre toco temas relacionados, voy cambiando un poco dentro de ese abanico. En esta muestra en particular, exploro el tema del ego, la identidad, la virtualidad, y los nuevos paradigmas de fama, también relacionados al mundo económico.
¿En qué sentido?
Adam Smith, uno de los primeros teóricos de la economía, desarrolló la metáfora de la “Mano Invisible”, una fuerza sobrenatural que ordena los mercados y fija los precios según la oferta y la demanda. La idea en esta muestra, es hablar de cómo esa mano se hace visible en las redes sociales a través de follows y likes, y de cómo eso genera un reordenamiento en la economía. A través de nuestros clicks, le damos poder al otro y eso genera influencia económica, que se traduce en regalos y beneficios.
Tus obras critican al capitalismo. ¿Cómo sería para vos una sociedad más avanzada, o qué tipo de sistema te imaginás?
Creo que hay muchas aristas que el capitalismo puede mejorar. No creo que haya un sistema mejor, o bien, todavía no se nos ocurrió. Entonces, se me ocurre que podríamos curar el capitalismo. Ambos, consumidores y Gobiernos, tenemos que tomar conciencia y decisiones, y hacer oír nuestra voz. Dejar de comprar aquellos productos que se manufacturan sin una ética atrás, que explotan al trabajador, o que generan basura innecesaria. O por lo menos exigirle activamente a los productores y fabricantes que lo hagan. No digo que no haya que comprar nada, porque los bienes materiales están para ser disfrutados, pero sí es importante consumir desde un lugar consciente y responsable.
¿Qué es lo desechable en la vida cotidiana?
Yo también hablo del consumo cultural descartable. Como la revista Gente, o Caras, que tienen valor un día, y al día siguiente ya no. Es demasiado efímero. Lo mismo con el diario; sale una noticia súper importante un día, y el siguiente usás ese mismo diario para hacer el asado. La información y la novedad hacen que todo lo que no lo es, se convierta en basura. También hablo, entre líneas, de la basura que queda inmortalizada en cementerios virtuales. Uno sube cualquier tipo de información insignificante a las redes sociales, como por ejemplo una foto de la tostada en el desayuno, y eso queda inmortalizado. A su vez, eso es lo que yo hago con mis obras: inmortalizo los elementos que perdieron su valor.
¿Cómo sos vos como consumidora?
Pienso muchas veces antes de comprarme algo; si realmente lo necesito, cuánto tiempo me va a durar, cómo se va a descartar. En ese sentido soy súper austera. También separo la basura, reciclo. Cuando compro un rímel, elijo el color que más me va a servir para convertirlo después en obra (se ríe). También me interesa que la gente, al ver mis obras, se inspire y aplique distintas formas de creatividad, con el objeto de reutilizar.
«Al estudiar economía, empecé a ver puentes o relaciones entre los materiales que utilizaba, y la teoría económica. Los materiales, al fin y al cabo, estaban hablando de los ciclos económicos que no se cerraban. Entonces, la idea también fue empezar a cuestionar los pilares básicos de nuestro sistema económico: el capitalismo…»
¿De dónde sacás todos los elementos que usás?
Todo lo que se ve en la muestra son donaciones. La gente me dona materiales que encuentra en la casa, desde envases de shampoo y cajitas de chicles, hasta elementos tecnológicos. Las golosinas que se ven en una de estas obras, por ejemplo, están vencidas y me las donó un mayorista. Todos los metales provienen de un chatarrero que queda a dos cuadras de mi taller, en Madrid.
¿Cómo es el proceso; a partir de las donaciones pensás en la idea de la obra, o viceversa?
En general, pienso e ideo las obras en mi cuaderno de bocetos, me imagino con qué querría hacerlas, y trato de conseguir el material; muchas veces ya lo tengo, y si no, lo espero. No salgo activamente a buscarlo, me llega. En ese sentido estoy muy agradecida, la gente se copa a donar. Tiene sentido, porque no sólo ayudas a un arista, sino también al medio ambiente, y además, te sacás de encima cosas que ya no querés.
Trabajas mucho re-significando obras. ¿Qué opinas de las nociones de copyright, copyleft, etc?
La gran mayoría de artistas entiende que no hay nada nuevo y que todo arte es inspiración para otros artistas. ¿Hasta qué punto le podes agregar valor a algo que está hecho? Y, si lo tomás para decir algo nuevo, o decirlo desde otro lugar. Todos los artistas citan a otros artistas, porque uno es una fuente muy finita de información.
¿Estás leyendo algún libro?
Sí, estoy terminando el tercero de Yuval Harari (21 lecciones para el siglo XXI). Me gusta que ese libro sea un best seller porque significa que mucha gente está leyendo un libro muy interesante y elevado.
¿Cómo ves el futuro de tu obra? ¿En qué se podría transformar?
En esta muestra hay un vitró hecho en acrílico, que para mí es el puntapié de algo novedoso. Me interesa porque te lleva a las catedrales medievales, el momento más religioso del mundo, y yo lo llevaría a cosas que hoy consideramos religión. También me encantaría no-poder hacer más obras con materiales de descarte, porque ya no haya; que el paquete de Coca Cola se desintegre como una banana (se ríe). Ahí estaría forzada a dejar de hacer este tipo de obra, pero, lamentablemente, no creo que pase en el corto plazo. Por lo menos, me encantaría contribuir a que suceda más rápido.
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