“¿Hasta dónde son innovadoras las propuestas que se rigen bajo la lógica del espectáculo?”: En primera persona, lo que dejó BAFWEEK 2025

«¿Cómo viví esta semana?»: una bajada de información sobre un BAFWEEK liderado por marcas jóvenes y un clima «oscuro y político», por Paula Bourdin, de Revista Pola/»¿Cómo trazar un hilo conductor? ¿Cómo definir una tendencia sin la guía de los gigantes de shopping?»/Sensaciones, reflexiones, análisis y registros.

El desfile de Mishka en las terrazas de la Biblioteca Nacional.

“¿Hasta dónde son innovadoras las propuestas que se rigen bajo la lógica del espectáculo?”: En primera persona, lo que dejó BAFWEEK 2025. Por Paula Guardia Bourdin. Fotos: Ana Pareta para MALEVA.

El viernes 14 de marzo a las 15h, en el último día de BAFWEEK, me senté en un salón pequeño y beige del Hotel Libertador para entregar, junto con el resto del jurado, el premio del concurso de Istituto Marangoni para diseñadores emergentes. Los participantes –Bullbenny, Harvey & Willy’s, Bestia, Valentina Schuchner y Label 99, con Gone y Limay entre los ausentes– fueron llegando en tandas y con demora, el espacio se llenó lentamente: entre el calor, la espera y el cansancio, fuimos tapando los silencios con una especie de cuestionario. 

“¿Cómo vivieron esta semana?”, preguntamos. Catalina Villarrazza de Bestia dijo que “la vio más en redes sociales”, que, a diferencia de otras temporadas, hubo eventos más multitudinarios y jóvenes, que no solo se difundió a través del lente de los influencers. “Hicimos un Google Forms para invitar a cien personas al desfile: se anotaron cinco mil”. Lucas Finkelstein, co-fundador y director creativo de Harvey & Willy’s, la marca ganadora, estuvo de acuerdo. “Pensamos que íbamos a tener dos filas de invitados y terminaron siendo siete”, dijo. 

«Quince eventos en poco más de una semana, lenguajes variados, disímiles que fueron de lo street al demi-couture, y una mayoría de firmas chicas, de nicho, prácticamente nuevas, ¿cómo trazar un hilo conductor? ¿Cómo definir una tendencia sin la guía de los gigantes de shopping que, año a año, traducen, para el mercado local, el discurso global? ¿Qué tienen para decir los nuevos diseñadores desde acá

Quince eventos en poco más de una semana, lenguajes variados, disímiles que fueron de lo street al demi-couture, y una mayoría de firmas chicas, de nicho, prácticamente nuevas, ¿cómo trazar un hilo conductor? ¿Cómo definir una tendencia sin la guía de los gigantes de shopping que, año a año, traducen, para el mercado local, el discurso global? ¿Qué tienen para decir los nuevos diseñadores desde acá

«Un aura de peligrosidad envolvió las narrativas de las firmas creadas por y para jóvenes, la realidad colándose entre las fisuras de una moda atravesada por una crisis social, ecológica y económica…»

Un clima oscuro, político primó en las puestas en escena de la nueva escuela. Desde Bullbenny, con un show de trasnoche en el subte porteño –¿a tono con el reciente anuncio de la creación de la línea F?– cuya recepción estaba a cargo de un dúo de robots –un perro, un androide–; a una performance-crítica al fast fashion y a la sociedad del espectáculo digital por Sadaels, con modelos en caminadoras, empaquetando pedidos, tomándose selfies en un loop sin fin; y una locación en proceso de demolición –fue rehabilitada y pospuesta a los fines del evento, explicaron– para Harvey & Willy’s.

En el estilismo, guiños a películas e historias de terror –Freddy Krueger en Label 99, los mitos y las leyendas del folklore argentino en Bestia–, maquillaje gótico, cruces latinas y falsas quemaduras de nieve, cabezas con cascos de hebillas, cabellos mojados y despeinados, trenzas apelmazadas: un aura de peligrosidad envolvió las narrativas de las firmas creadas por y para jóvenes, la realidad colándose entre las fisuras de una moda atravesada por una crisis social, ecológica y económica –reporta Fundación Pro Tejer que en el Q4 de 2024, 6 de cada 10 empresas del sector registraron una caída en ventas y producción–.

«Hasta cuándo, hasta dónde es posible considerar innovadoras a las propuestas jóvenes –en su mayoría de streetstyle– que se rigen bajo la lógica del espectáculo y dejan de lado la exploración en el diseño y en la producción de indumentaria…»

Con el registro propio del discurso digital, combinando el humor y la tragedia, la ironía y la solemnidad; una convocatoria fresca y más allá de los típicos personajes que asisten (asistimos) a todos los desfiles –imagínense mi sorpresa al descubrir que no conocía a ninguno de los invitados en Label 99–; y una dureza acorde al clima de la época, algo así como un espíritu punk conquistó la agenda. Me cuesta, sin embargo, ir más allá de la superficie con este compromiso ¿revolucionario?: hasta cuándo, hasta dónde es posible considerar innovadoras a las propuestas jóvenes –en su mayoría de streetstyle– que se rigen bajo la lógica del espectáculo y dejan de lado la exploración en el diseño y en la producción de indumentaria. 

Gone, Valentina Schuchner, Limay y Sadaels, al igual que los gigantes Mishka y Prüne, encontraron, a su manera, ese equilibrio, el punto intermedio entre el concepto, la prenda y el ruido. Valentina Schuchner, por ejemplo, acompañó siluetas y textiles rígidos y etéreos con un contrapunto de texturas sonoras producto del juego entre la pianista Heidi Gielczynsky y la DJ Sigal Sade. “Me encanta la dualidad entre lo clásico y lo moderno, lo íntimo y lo digital. Para mí incorporar el piano tenía sentido porque es un instrumento ligado a la soledad creativa y agregamos la transición de un sonido impresionista a una textura más contemporánea para mostrar la evolución, el choque entre tiempos”, explica la diseñadora. 

«Gone, Valentina Schuchner, Limay y Sadaels, al igual que los gigantes Mishka y Prüne, encontraron, a su manera, ese equilibrio, el punto intermedio entre el concepto, la prenda y el ruido…»

Gone, en cambio, remarcó la versatilidad de la seda, su material estrella, a partir de un casting y una paleta diversas, el uso de accesorios del cotidiano como maquetas y carpetas y además lanzó su línea de terciopelo con una versión melosa y nostálgica de “Blue Velvet” de fondo. Limay trajo a una pasarela nevada ocho modelos de jeans en una curva de catorce talles y en el caso de Sadaels, según dice su diseñador Juan Hernández Daels, la colección presenta “una mirada crítica a la cultura de la imagen y una invitación a redescubrir el valor de lo auténtico” en el encuentro entre la situación performática y las piezas únicas y terminadas a mano. 

En el desfile de Mishka en las terrazas de la Biblioteca Nacional –la colección tomó inspiración del brutalismo, de ahí la locación– una estudiante de moda se acercó a saludarme. Hablamos poco y rápido: le pregunté qué hacía, qué quería hacer y qué otros eventos tenía en agenda esa semana. Dijo que había ganado entradas para ir, también, a Prüne y que asistir le servía para “ganar experiencia”. Recuerdo los primeros desfiles a los que me colé aunque no tengo la noción de haber aprendido algo más que a colarme (estaba demasiado nerviosa como para prestar atención); pienso en las críticas que, año a año, leo en Internet sobre la innecesaria exclusividad del evento, y me adelanto en el tiempo y trato de imaginar a las cinco mil personas que se anotaron en la lista de Bestia (podrían llenar dos veces los asientos de la sala principal del Teatro Colón).

«Empiezo a preguntarme si no es momento de que la moda se haga cargo, de una vez por todas, de su potencial para divertir, para emocionar, para crear comunidad. De BAFWEEK otoño-invierno 2025 me llevo un álbum de fotos con 1221 elementos nuevos –los conté–, un pequeño atisbo de oscuridad y la idea de que llegó la hora de empezar a hacer lugar…»

Cualquier idea de lo que creía que tenía que ser un desfile –fiel a un concepto, distinto de un espectáculo– comenzó a flaquear en estos últimos días. Empiezo a preguntarme si no es momento de que la moda se haga cargo, de una vez por todas, de su potencial para divertir, para emocionar, para crear comunidad. De BAFWEEK otoño-invierno 2025 me llevo un álbum de fotos con 1221 elementos nuevos –los conté–, un pequeño atisbo de oscuridad y la idea de que llegó la hora de empezar a hacer lugar

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