La muestra se extiende hasta el 26 de noviembre
Había una vez dos arquitectos argentinos muy distintos entre sí. Uno se destacó por sus torres en altura, su milimétrica técnica y su horizontalidad siempre con un estilo simple y sobrio. El otro, construyó sus edificaciones como si fuesen obras de arte. Decían por ahí que uno era un arquitecto ingeniero, y el otro un arquitecto artista. Hasta el día de hoy, hay piezas de ellos escondidas por toda la ciudad de Buenos Aires y sí o sí al menos una vez pasaste por la puerta de alguna ellas.
«Decían por ahí que uno era un arquitecto ingeniero, y el otro un arquitecto artista. Hasta el día de hoy, hay piezas de ellos escondidas por toda la ciudad de Buenos Aires y sí o sí al menos una vez pasaste por la puerta de alguna ellas.»
El primero puso en pie el Teatro General San Martín, la Torre Le Parc, la Torre IBM, el Hotel Hilton, entre otras, y el segundo realizó, entre sus obras más destacadas: la mítica y tan cuestionada Biblioteca Nacional, el Centro Cultural Recoleta, el Cultural Konex y el particular Banco de Londres en Buenos Aires. Los dos supieron convertirse en el símbolo de la arquitectura argentina y cambiaron a su manera, nuestra ciudad. Son, con sus diferencias, un buen resumen de las mejores y de las más arriesgadas producciones de la cultura arquitectónica nacional durante gran parte del siglo pasado y comienzos de este.
Estamos hablando nada más y nada menos que de Mario Roberto Álvarez (1913-2011) y de Clorindo Testa (1923-2013). “Apolo y Dionisos en la Arquitectura”, es el título elegido para la nueva muestra del MARQ (Museo de Arquitectura y Diseño) que reúne a estas dos leyendas de nuestra arquitectura a partir de sus diferencias.
¿Por qué comparar los dioses de la mitología griega, con estos creadores de obras tan distintas entre sí? Hace falta remontarnos a “El origen de la Tragedia”, del filósofo y escritor alemán Friedich Nietzche para entender esta analogía. En él aparecen estos dos personajes como opuestos que lideran el arte. Lo que sabemos es que lo apolíneo viene a representar el orden y la armonía, cualidades que podemos encontrar cercanas a la obra de Mario Roberto Álvarez y muy por el contrario, lo dionisíaco vendría a simbolizar el mundo de los instintos, el desorden y la irracionalidad, que trazaría cierta familiaridad con la producción de Clorindo Testa.
“Confrontar lo apolíneo y lo dionisíaco en el análisis de la arquitectura contemporánea resulta muy estimulante y casi siempre demuestra que una buena obra de arquitectura debe tener algo de los dos componentes…”, aclara Martín Marcos, director del MARQ que curó la muestra junto con Carlos Giménez y Julio Valentino. Y agrega: «Como dos caras de una misma moneda, Apolo y Dionisos representan la tensión entre el mundo del intelecto y el de los sentidos, Álvarez y Testa nos hablan desde esas distintas diagonales de búsqueda y creación entre intuición y método, para llegar en cada caso a una arquitectura consistente y compleja aunque sea por distintos senderos.”
La muestra, que arrancó el mes pasado y estará abierta al público hasta el 26 de noviembre, ocupa los tres pisos de lo que supo ser antiguamente una torre de agua y que hoy le pertenece a la Sociedad Central de Arquitectos ubicada en la intersección entre Av. Libertador y Av. Callao. En la primera sala vemos dibujos de la infancia tanto de Testa como de Álvarez donde, ya en sus primeros trazos aparece el gérmen del estilo que cada uno posteriormente desarrollaría a lo largo de su carrera.
«Pero algo que resume muy bien el temperamento de estos dos artistas es una recreación fidedigna de los escritorios de ambos arquitectos. Por un lado el espacio de Álvarez, prolijo y con lo justo y necesario para trabajar…por el otro, vemos el espacio caótico de Testa con el escritorio cargado de cosas, su agenda abierta llena de recordatorios y dibujos en distintos colores con mucho liquid paper, y sus característicos anteojos descansando sobre ella.»
También hay bocetos inéditos de proyectos importantes como fue el Bank of América de Álvarez y el concurso para la Manzana de las Luces, realizado por Testa en 2011. En el segundo piso, una serie de fotos suspendidas del techo de obras claves realizadas por estos arquitectos llama la atención: fotos del Teatro General San Martín, de su majestuoso hall principal y de sus salas en contraste con imágenes de las creaciones voluptuosas de Testa como es el Centro Cultural Recoleta y el Design, el hit infaltable de la Biblioteca Nacional y el ex Banco de Londres.
Pero algo que resume muy bien el temperamento de estos dos artistas es el interesante espacio diseñado por los curadores en el nuevo pabellón del MARQ. Se trata de una recreación fidedigna de los escritorios de ambos arquitectos. Por un lado el espacio de Álvarez, prolijo y con lo justo y necesario para trabajar. Además en una de las vitrinas que completan la sala, vemos un detalle no menor que pinta también su estilo arquitectónico: su imprescindible reloj temporalizador con el que decían que pautaba el tiempo de las entrevistas en su estudio. Y por el otro, vemos el espacio caótico de Testa con el escritorio cargado de cosas, su agenda abierta llena de recordatorios y dibujos en distintos colores con mucho liquid paper, y sus característicos anteojos descansando sobre ella. El efecto es muy sugerente, uno se siente espiando la intimidad de ellos e incluso siente que en cualquier momento podrían aparecer y volver a su silla de trabajo.
La frutilla del postre es la sala más alta de la torre, ésta exhibe como novedad y conclusión de la exhibición registros de dos proyectos que los arquitectos firmaron juntos por primera vez. La Casa Taller del artista argentino y sudamericano (1989-2006), encargada por la Academia Nacional de Bellas Artes y el concurso para la Biblioteca de México “José Vasconcelos” (2003). Por si quedaban dudas, con esto queda comprobado que sus contrarias elecciones artísticas no imposibilitaron la oportunidad de trabajar juntos. La famosa atracción de los opuestos.
Fotos: gentileza MARQ.
