Guggenheim, Getty, Reina Sofía, Malba / Desde su showroom en Olivos con las creadoras de Iskin Sisters, la marca argentina de joyas que cautiva en los grandes museos

¿Cómo hicieron para lucirse en las tiendas más creativas y anheladas? Desde el trampolín del Moma hasta el proyecto de un futuro local en Madrid/¿Cómo es su vínculo con los artistas argentinos? ¿Cuál es la filosofía detrás de sus productos?/Además: su línea de indumentaria.

Gabriela y Karina en su atelier, showroom (y refugio creativo) en el barrio de Olivos, en las afueras ribereñas de Buenos Aires. 

Guggenheim, Getty, Reina Sofía, Malba / Desde su showroom en Olivos con las hermanas creadoras de Iskin Sisters, la marca de joyas argentinas que cautiva en los grandes museos. Por María Comand. Fotos: Ana Pareta para MALEVA.

Sobre avenida Libertador, en Olivos, se esconde un pequeño atelier donde la creatividad y el diseño encuentran su máxima expresión. Lo que alguna vez fue una universidad, hoy se transformó en el refugio creativo de Iskin Sisters, una marca de joyería fundada por dos hermanas que transformaron su amor por el diseño en un emprendimiento internacional. Desde niñas, su padre les inculcó el amor por el arte y su madre les enseñó el valor de lo hecho a mano. Hoy, es una marca consolidada que fusiona la artesanía con procesos industriales modernos, fabricados íntegramente en Argentina.

La historia de Iskin Sisters está marcada por la valentía de dos hermanas, quienes decidieron mudarse a Nueva York con una colección de joyas diseñada para tiendas de museos. «Quería un proyecto concreto y sabía que la joyería era algo que podía hacer sola», comenta Gabriela, recordando los inicios de este viaje. Con una propuesta disruptiva y materiales inusuales, lograron captar la atención de los curadores de museos y abrirse paso en el competitivo mercado del diseño.

Gabriela fue quien dio el primer paso, impulsada por su pasión por el diseño y su deseo de emprender. “Siempre tuve claro que quería ser mi propia jefa, tener un proyecto propio. Eso lo naturalicé desde muy joven», confiesa. «Cuando terminé la universidad, me di cuenta que quería irme al exterior con un proyecto concreto. Entonces, decidí armar una colección de joyería pensando en el MoMA”, agrega.

El camino hacia ese objetivo las fue acercando cada vez más a la meta. Antes de llegar a Nueva York, Gabriela visitó a su madre, que en ese entonces vivía en Miami, y fue allí donde la aventura dio su primer giro inesperado. «Mi mamá me recomendó una tienda de diseño que terminó siendo nuestro primer cliente. La dueña de la tienda fue quien me dijo: ‘vos tenés que venderle al MoMA‘, y me pasó el contacto de la compradora del museo», recuerda con emoción.

«La experiencia en Nueva York fue transformadora para ambas. Vivieron juntas en un piso compartido en Brooklyn, explorando la ciudad mientras perseguían su objetivo. Enviaron un correo detallado a la compradora del museo, quien respondió y las citó para que presentaran sus muestras. Sin embargo, el proceso no fue sencillo. Conseguir que el MoMA apruebe sus productos implicaba superar una rigurosa evaluación por parte de un comité de curadores…»

La aventura de Gabriela en Nueva York no tardó en convertirse en un proyecto compartido cuando su hermana Karina decidió unirse. «Yo trabajaba en una multinacional, vivía sola y había terminado la universidad. Pero cuando la llevé al aeropuerto y me contó sus planes, supe que yo también quería eso», recuerda Karina. Sin pensarlo mucho, dejó todo y se mudó a Nueva York con Gabriela, sin haber visto siquiera las colecciones. Una vez juntas, Gabriela le encomendó una tarea clave: «Ya conseguí el mail de la compradora. Ahora tenés que conseguir al cliente», recuerda Karina las palabras de su hermana.

La experiencia en Nueva York fue transformadora para ambas. Vivieron juntas en un piso compartido en Brooklyn, explorando la ciudad mientras perseguían su objetivo. Enviaron un correo detallado a la compradora del museo, quien respondió y las citó para que presentaran sus muestras. Sin embargo, el proceso no fue sencillo. Conseguir que el MoMA apruebe sus productos implicaba superar una rigurosa evaluación por parte de un comité de curadores.

El producto debía hablar por sí mismo y encajar con la colección del museo para ser aceptado. Tres meses más tarde, su sueño se hizo realidad a través de un fax, que llegó con un pedido del MoMa. Y, como si fuera poco, otros cinco museos de Estados Unidos también les habían hecho pedidos. Hoy, Iskin Sisters se encuentra en museos de renombre mundial como el Guggenheim en Nueva York, el Museo Reina Sofía en Madrid, el Getty Museum en Los Ángeles, la National Gallery of Art en Washington D.C., el Leopold Museum en Viena y el Bauhaus Museum en Dessau, entre muchos otros.

«El packaging de Iskin Sisters es una extensión de su compromiso con el arte y la comunidad. Colaboran con artistas argentinas para crear un packaging que no solo embellecen el producto, sino que también promueven el arte local. Cada collar llega con una obra de arte, acompañada de información sobre la artista, fortaleciendo el vínculo entre la joyería y el arte argentino…»

En sus comienzos, el garage de Gabriela se puso en marcha como un taller y desde entonces se dedicaron a diseñar piezas únicas, con un factor que las diferencia. «La joya tiene que ser diferente, tiene que tener un factor sorpresa, desde el packaging hasta el producto«, comenta Gabriela. La calidad era fundamental, no solo para destacarse localmente, sino para competir a nivel internacional. «La joya debe funcionar en cualquier país», agrega Gabriela, subrayando que el valor siempre se lo otorga el diseño.

Desde el inicio, la marca se destacó por introducir materiales de otros rubros en la joyería. «Nos pasó con el cuero, que en su momento no se usaba tanto para joyería, y causó un gran impacto. Hacíamos piezas metalizadas en cuero y no podían creer que fuera ese material. Es interesante cuando ves el material y no terminás de entender qué es«, añade Gabriela. La esencia de la marca radica en el uso de materiales simples, donde el verdadero valor no está en su costo, sino en el diseño, la creatividad y la combinación entre procesos artesanales y técnicas industriales escalables.

Existe una poderosa sinergia entre Gabriela y Karina. «Nos complementamos mucho, somos hermanas y tenemos confianza ciega entre nosotras», comenta Gabriela. Este lazo fraternal les permite formar un equipo en el que cada una aporta sus fortalezas: Gabriela es Ingeniera Industrial recibida en la UBA (Universidad de Buenos Aires), lo que se alinea con su rol en el diseño, mientras que Karina, como Administradora de Empresas recibida en la UBA, se encarga de la gestión comercial. «Yo creo que el problema del emprendedor en general es que le falta una pata. Es muy difícil hacer bien todo, y tampoco es necesario. Lo importante es tener la sabiduría de rodearse de gente que te complemente», añade Gabriela.

El balance entre lo creativo y lo comercial es parte de lo que mantiene a la marca fresca y original. «Es importante la innovación, por eso presentamos propuestas arriesgadas, pero que siempre tienen ese toque característico de Iskin Sisters», afirma Gabriela.

«Este año, celebran dos décadas de la marca en el MALBA, un hito significativo para la marca. «Estamos muy contentas con eso. Vamos a hacer una colección exclusiva en el MALBA, con una inauguración en el museo», concluye Karina, destacando el crecimiento y la consolidación de la marca en el mercado local…»

A pesar de sus personalidades opuestas, logran entenderse con una mirada. «No podemos ser más diferentes, pero es muy divertido«, dice Karina, destacando que esa dualidad es lo que fortalece su trabajo, las mantiene fieles a su esencia, sin dejarse llevar por tendencias o la presión del mercado. “La joya es eso, el diseño volcado a la autoexpresión, es una forma de demostrar quien sos”, dice Gabriela.

Ambas cuentan con mucha emoción lo que hoy significa para ellas ser una marca que produce todo a mano en Argentina, con un equipo conformado exclusivamente por mujeres. Tras probar diferentes dinámicas, descubrieron que el trabajo en equipo femenino resonaba más con su visión. «No se trata de un movimiento feminista per se, pero sí de sostenernos entre nosotras, apoyarnos, del valor que transmitimos como empresa de compañerismo y el apoyo mutuo», agrega Gabriela. «Trabajar con mujeres fuertes es fundamental para nosotros. Creemos que nuestra clienta es una mujer fuerte, y para llevar un collar así, se necesita tener personalidad», añade Karina.

El packaging de Iskin Sisters es una extensión de su compromiso con el arte y la comunidad. Colaboran con artistas argentinas para crear un packaging que no solo embellecen el producto, sino que también promueven el arte local. Cada collar llega con una obra de arte, acompañada de información sobre la artista, fortaleciendo el vínculo entre la joyería y el arte argentino.

Si bien los comienzos de la marca surgieron en el exterior, la apuesta al crecimiento dentro del país siempre fue una certeza para ellas. «Cuando empezamos, Argentina tenía menos tiendas de diseño y era algo muy raro acá. Ahora, el mercado de diseño en Argentina está muy desarrollado«, explica Gabriela. Este año, celebran dos décadas de la marca en el MALBA, un hito significativo para la marca. «Estamos muy contentas con eso. Vamos a hacer una colección exclusiva en el MALBA, con una inauguración en el museo», concluye Karina, destacando el crecimiento y la consolidación de la marca en el mercado local.

«Hace un año y medio incorporaron indumentaria. Este crecimiento surge de la necesidad de complementar la joyería con prendas neutras, atemporales y versátiles. Las prendas se adaptan a cinco talles, desde el 0 hasta el 4. Fue un gran desafío, pero hoy en día les funciona muy bien…»

Con un horizonte de crecimiento definido, la apertura de una tienda en Madrid se perfila como el próximo gran paso para la marca. Aunque han establecido un objetivo desde el comienzo: llegar a abrir una tienda en las principales ciudades del mundo. Madrid se alinea con la residencia actual de Karina y con la intención de estar más cerca de sus clientes de Europa.

También continúan ampliando su catálogo: hace un año y medio incorporaron indumentaria. Este crecimiento surge de la necesidad de complementar la joyería con prendas neutras, atemporales y versátiles. Las prendas se adaptan a cinco talles, desde el 0 hasta el 4. Fue un gran desafío, pero hoy en día les funciona muy bien. A través de sus 20 años de trayectoria, Iskin Sisters ha aprendido a equilibrar crecimiento profesional y personal, y sigue creciendo con entusiasmo y gratitud.

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