Globant: su primera semana / «empezamos en el box de un bar irlandés del centro»

¿Cómo fueron los primeros días de uno de los más famosos unicornios argentinos? Guibert Englebienne, co-fundador, le revela a MALEVA anécdotas de los inicios/El box de un bar en el bajo porteño, una oficina minúscula sin aire acondicionado y la apuesta de lanzarse a todo o nada.

 

Los «globers» en sus inicios, allá lejos y hace tiempo

 

Globant: su primera semana / «empezamos en el box de un bar irlandés del centro»

Esta es la historia de un gigante que nace debajo de una autopista en pleno centro porteño. Era el año 2003 y dos amigos conversaban en el auto acerca de sus ganas de abandonar la compañía en la que trabajaban juntos para embarcarse en una aventura independiente. Hablamos de Guibert Englebienne y Martín Migoya, y de una charla sobre ruedas que fue apenas la largada de una carrera que parece no tener límites.

Englebienne y Migoya son dos de los cofundadores (junto a Martín Umaran y Néstor Nocetti) de Globant, uno de los “unicornios” argentinos. Esta denominación de animal fantástico se les otorga a aquellas empresas cuyo valor bursátil asciende a más de mil millones de dólares. Al día de hoy, hay sólo 216 compañías de esta talla en el mundo, y cuatro de ellas fueron fundadas en nuestro país.

Guibert Englebienne le contó a MALEVA cómo empezó todo

«Esta es la historia de un gigante que nace debajo de una autopista en pleno centro porteño. Era el año 2003 y dos amigos conversaban en el auto acerca de sus ganas de abandonar la compañía en la que trabajaban juntos para embarcarse en una aventura independiente.»

Migoya y Englebienne venían circulando una tarde por Av. del Libertador a la altura de Cerrito cuando descubrieron cómo implementar sus ganas de generar un proyecto independiente. Al reflexionar acerca de cómo los mercados del primer mundo seguían invirtiendo en tecnología a pesar de la burbuja de Internet, y más precisamente en empresas especializadas de países en vías de desarrollo, vieron un panorama muy claro: “No había una sola compañía en toda América Latina que hubiera tomado el rol de ser un jugador global para proveer al 90% de la demanda mundial de servicios, que venía de Estados Unidos, Reino Unido y Japón, entonces nosotros decidimos hacer eso”, recuerda Guibert en una conversación con MALEVA en la que cada gesto, cada palabra y cada detalle dejan ver la pasión con la que este hombre maneja su negocio.

Del Down Town Matías del Microcentro a Wall Street

«Las oficinas de Globant en Buenos Aires hoy se extienden en tres pisos de un edificio de Retiro con vista al río. Nada que ver con el primer espacio que ocupó la compañía: “Un lugar muy chiquito sin aire acondicionado que nos había prestado nuestro amigo Carloncho, de La Plata”.

La escenografía del auto se transformó rápidamente en un bar del microcentro -Downtown Matías, al que Englebienne bautizó “Tierra Santa de emprendedores”-, y allí estaban esos cuatro amigos, sentados en un box bajo una publicidad de Miller Lite, empezando a darle forma a la compañía de sus sueños. Para ese momento, dos de ellos habían renunciado a la empresa en la que trabajaban, y los otros dos, incluido Englebienne, estaban a punto de hacerlo: “Mi mujer estaba embarazada, o sea que no era el mejor momento para hacer esa jugada, pero cuando empezamos a pensar en esta idea nos dijimos: ‘Tenemos que dar el salto’. Y lo hicimos”. La obsesión de Guibert con la tecnología se vio plasmada incluso a la hora de bautizar a esta compañía naciente: creó un programa que generaba todas las combinaciones posibles de nombres que estuvieran disponibles para un sitio web de dominio .com, y de ahí salió Globant.

“Este año vamos a hacer medio millón de dólares”, aseguró uno de los socios de Englebienne como si hubiera tenido una epifanía, en una de esas reuniones durante la primera semana de Globant en la Tierra Santa del centro porteño, bajo la imagen de la modelo tomando cerveza en el afiche que, cual estampita, bendecía a este cuarteto de amigos emprendedores. “Yo por dentro me preguntaba: ‘¿Cómo lo sabe?’”, confiesa Guibert entre risas desde las oficinas de Globant en Buenos Aires, que hoy se extienden en tres pisos de un edificio de Retiro con vista al río. Nada que ver con el primer espacio que ocupó la compañía: “Un lugar muy chiquito sin aire acondicionado que nos había prestado nuestro amigo Carloncho, de La Plata”.

Marketing ingenioso: al principio había que intentar que fuera «low cost»

 

«La escenografía del auto se transformó rápidamente en un bar del microcentro -Downtown Matías, al que Englebienne bautizó “Tierra Santa de emprendedores”-, y allí estaban esos cuatro amigos, sentados en un box bajo una publicidad de Miller Lite, empezando a darle forma a la compañía de sus sueños.»

En ese momento lo que necesitaba Globant era salir al mundo a buscar clientes. Con ese objetivo, habían contratado a un profesor de inglés para que los ayudara a armar una presentación en PowerPoint. Acto seguido, con los cinco mil dólares que tenían ahorrados entre los cuatro, Guibert y Martín se subieron a un avión para visitar Estados Unidos e Inglaterra en busca de potenciales compradores: “Nosotros lo llamamos un ‘roadshow’, pero en realidad era un viaje lleno de Big Macs, parando en casas de amigos y tratando de convencer a alguien de que esto podía funcionar”.

Desde esos primeros días, el crecimiento fue exponencial, y hoy Globant es líder en el desarrollo de productos de software innovadores que potencian tecnologías y tendencias, con oficinas en 14 países y una capitalización de mercado de US$ 1.300 millones en la bolsa de Nueva York.

La sección «Emprendedores» de MALEVA está auspiciada por HIT-COWORK