GABRIEL OLIVERI: EL ARTE DE SER ANFITRIÓN / ENTREVISTA / POR CECILIA ESCOLA

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Oliveri se considera un vitalista por naturaleza

 

GABRIEL OLIVERI: EL ARTE DE SER ANFITRIÓN. ENTREVISTA. POR CECILIA ESCOLA. FOTOS: FLOR MURPHY.

 
“Aristóteles Onassis decía que si uno quiere llegar lejos en la vida tiene que tener una buena dirección y un buen par de zapatos. Y yo lo seguí. Vivo en Recoleta y mis zapatos son buenos. Hay que armarse la vida como si fuera una película lo más agradable posible”, aconseja Gabriel Oliveri,  traje oscuro a rayas, camisa blanca y zapatos negros relucientes. El director de marketing, prensa y relaciones públicas del Four Seasons Hotel Buenos Aires luce impecable.
El encuentro es en Pony Line, el exitoso bar del hotel. Oliveri es un torbellino, de los que avanzan sin pedir permiso. También, un hombre curioso e innovador que subvirtió los conceptos de lujo y diversión en la hotelería de alta gama local. Carismático, afable, anfitrión nato, su filosofía se resume en disfrutar al máximo la vida.  De eso y mucho más habló con MALEVA en una larga y sabrosa charla.
En Twitter te presentás como enviado para ser feliz ¿Lo lograste?
Absolutamente. Soy feliz el 95% del día. El saber que vamos a morirnos tiene que motivarte a intentarlo todo y a sacarle el jugo a cada día. En las condiciones que te toquen, porque todo el mundo tiene alguna discapacidad en la vida. Yo la paso muy bien. Me encanta la gente, tengo mucho amor para dar, soy curioso, me gustan los viajes, los libros. Nunca me alcanza el tiempo. Mis días están llenos de cosas lindas.
Sos un optimista por naturaleza.
Sí, pero no soy un optimista estúpido. Aún en el caso de que me toque una enfermedad y me quede menos tiempo, bueno, lo aprovecho mejor. Sabiendo esto cada momento es una celebración. No hay que cuestionarse tanto todo y hay que vivir el presente. Yo siempre quise ser feliz, pero no tercerizo mi felicidad, me hago cargo de lo que me pasa y no pongo en los demás la responsabilidad de hacerme feliz a mí. Yo voy por todo y no pido permiso, pero no molesto a nadie ni hago nada que pueda causar daño. Hay que entender también que uno no puede hacer feliz a los demás si los otros no quieren.

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Desde Miterrand hasta Michael Jackson: Oliveri conoció a una infinidad de personajes notables

«Cuando era chico, una maestra en Concordia,  preguntó qué íbamos a hacer en el futuro y yo le dije que iba a viajar por el mundo, a conocer a todos los personajes de mi época, ir a grandes fiestas y que la iba a pasar muy bien. Causó gracia decir eso en una ciudad chica. Pero así fue. Conocí a Rania de Jordania, Lady Di, Madonna, Michael Jackson, Bono, Mick Jagger, Miterrand, Tom Ford, Rod Stewart, Hugh Grant, Carolina Herrera, Antonio Banderas, entre tantos otros.»

 
 
Gabriel nació en Concordia y luego del secundario se instaló en Buenos Aires. Estudió hasta cuarto año de derecho, le iba muy bien, pero en ese momento murió su padre y se replanteó todo. Dejó la carrera y se dedicó a ver qué quería hacer con su vida. Fue cadete de un estudio jurídico y cajero de supermercado. En hotelería empezó como maletero y cubrió varios roles hasta su posición actual. Trabajó en hotelitos pequeños, diez años en el Haytt y desde hace doce en el Four Seasons. También estudió teatro y fue extra en la película Las puertitas del señor López.
 
A los 17 tenías claro que te esperaba una vida fuera de lo común. Algo le dijiste a una profesora. ¿No?
Ella preguntó qué íbamos a hacer en el futuro y yo le dije que iba a viajar por el mundo, a conocer a todos los personajes de mi época, ir a grandes fiestas y que la iba a pasar muy bien. Causó gracia, en una ciudad chica, sin haber salido nunca, era algo muy extraño de creer. Pero así fue. Conocí a Rania de Jordania, Lady Di, Madonna, Michael Jackson, Bono, Mick Jagger, Miterrand, Tom Ford, Rod Stewart, Hugh Grant, Carolina Herrera, Antonio Banderas, entre tantos otros. Me apasiona la gente que se destaca. Admiro a los que encontraron la receta para transformar su vida en algo interesante. Pero no soy un cholulo de los famosos.
Tendrás infinidad de anécdotas.
Sí, fue maravilloso conocer a Mario Vargas Llosa y que me regale un libro suyo dedicado cuando se iba. O Emma Thompson, que me dejó una carta divina, super conmovedora.  La sencillez del Príncipe Felipe de Inglaterra, esa gente que llega con un pequeño bolso, cero pretensiones. La belleza extraordinaria de Elizabeth Hurley, quedé deslumbrado. Carla Bruni, tan maternal con su hija, tan sencilla y adorable con los que se acercaban. Catherine Denueve, que había comprado manteles en San Telmo y se puso a lavarlos en la habitación para ver si encogían. Como si fuera una ama de casa común, yo no podía creerlo. Bono, que un día de mucho frío mandó café y muffins para todos los fans que esperaban afuera.

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Oliveri se jugó por su vocación y pasó por todos los escalones de la hotelería hasta convertirse en el mayor anfitrión de Buenos Aires

«Tendría 20 o 21 años y un día pasé por una obra en construcción y me enteré que estaban construyendo un hotel.  Contacté a la empresa constructora y luego a los dueños. Me tomaron como maletero, para abrir la puerta, era el único puesto disponible.»

 
Hiciste un largo recorrido en la hotelería, empezaste como maletero.   
Tendría 20 o 21 años y un día pasé por una obra en construcción y me enteré que estaban construyendo un hotel.  Contacté a la empresa constructora y luego a los dueños. Me tomaron como maletero, para abrir la puerta, era el único puesto disponible. Y lo maravilloso fue que mi jefe de la noche resultó ser uno de los doce hijos adoptivos de Josephine Baker. Lo había adoptado en Finlandia, me regaló libros de ella y programas de las galas de la Cruz Roja. Había conocido a Grace Kelly y de chico había jugado en la misma piscina que Carolina de Mónaco.
Después estudiaste marketing, ventas y relaciones públicas. ¿No?  
Estudié inglés intensivo, marketing, protocolo. Después conseguí que me mandaran a Estados Unidos y estudié negociación en la Universidad de California en Berkeley y me preparé en las distintas divisiones del hotel en Nueva York. Y gracias a una amiga, que era la mano derecha de Rockefeller, pude hacer una semana de capacitación en la parte de banquetes del Waldorf Astoria. Ahí participé en la fiesta de despedida de Bush padre y conocí a John John Kennedy. Siempre fui curioso y me fui metiendo en todos lados y haciendo que las cosas sucedan.

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«Un buen hotel tiene que ser para los huéspedes una casa fuera de su casa»

«El arte de agasajar es ofrecer al otro lo que a uno le gustaría que le ofrezcan. La empatía desde que la gente llega hasta que se va y tratar de que se vaya absolutamente satisfecha. La hotelería, además, tiene mucho de actuación. Cada vez que muestro el hotel es una pequeña obra de teatro.»

 
Decís que un hotel es una casa fuera de tu casa. ¿Cómo se hace para conformar a todo el mundo?
Tenemos un entrenamiento muy grande, nos preparan para conformar. Si alguien te pide algo que no hay, siempre tenés que darle un plan b. No existe la palabra “no”. Hay que conformar por todos los medios al huésped, más al cliente de lujo que está acostumbrado a tener lo mejor en su casa. E ir más allá de lo que espera la gente, estar un paso adelante y sorprender siempre.
Todo eso hizo que te convirtieras en un gran anfitrión.
Me encanta recibir y atender a la gente, y eso lo aprendí en Entre Ríos, no sólo en la hotelería. El arte de agasajar es ofrecer al otro lo que a uno le gustaría que le ofrezcan. La empatía desde que la gente llega hasta que se va y tratar de que se vaya absolutamente satisfecha. La hotelería, además, tiene mucho de actuación. Cada vez que muestro el hotel es una pequeña obra de teatro. Vendo ilusiones, hago que el cliente se imagine en ese lugar. Termino exhausto.
¿Cómo lograste que el Four Seasons se convirtiera en un lugar de encuentro para el público local?
Hace cuatro años, el nuevo dueño, Ali Alwardi, invirtió 50 millones de dólares en hacer el hotel de cero. Además, el Four Seasons creó un departamento de innovación y creatividad y dejó que sus hoteles tuvieran su propia impronta. Nos dieron absoluta libertad y la usamos muy bien.  Hicimos una revolución y fuimos muy criticados por los sectores más conservadores. Pero no tuvimos miedo a transgredir y a correr los límites del lujo aburrido. Creamos un lugar para pasarla bien, donde la gente viene a encontrarse y a conocerse, ya sea en Pony Line, Elena o Nuestro Secreto. Con una ambientación divina, buenos tragos, un chef maravilloso como Juán Gaffuri, comidas sibaritas pero a su vez reconocibles y abundantes, los mejores productos, vinos de  pequeñas bodegas, buena música y precios amables. Un lugar para gente de espíritu joven.

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Oliveri también se define como un viajero empedernido

«He viajado por el mundo, por muchísimos lugares, desde Australia hasta Marruecos. Una vez en San Petersburgo, Rusia, recorrí el río Nevá en un barquito y al ver el Hermitage desde el río y también Finlandia me dije:  “Si ahora se hunde el bote, estuvo bien…a la vida hay que disfrutarla al máximo.»

 
¿Cómo es un día tuyo?
Manejo el maravilloso equipo de marketing y venta y empiezo la mañana repartiendo información. Todo lo que salió en diarios nacionales e internacionales sobre lo que pasa en el mercado lo recorto a la noche en mi casa y luego lo distribuyo en mi equipo. También reviso las cuentas del hotel, agencias de viajes, grupos y muchas noches me quedo para los eventos que organizo. Creo en que si te rodeás de rosas olés a rosas. Por eso busco alianzas con empresas que huelan a rosas y elijo muy bien mis socios. Me interesa la gente que hace y revoluciona y la mezcla de personas. Mi hotel tiene que ser un río de gente interesante. Y no pasa por tener o no tener dinero. No me interesan los títulos ni las clases sociales. Los fines de semana dedico tres o cuatro horas a leer y recortar revistas internacionales, desde Wallpaper a W.  Son como un viaje y miro mucho lo que están haciendo las marcas de lujo.
 ¿Cuál es tu mayor lujo?
El tiempo. Somos sólo tiempo, como dice Juán José Sebreli. Y es lo que menos tengo para dedicarlo a las cosas que amo. El teatro, el cine, comer con amigos, las revistas, los libros ,los viajes. Una vez me enteré que se estrenaba El Zoo de Cristal con Jessica Lange en Broadway y me puse a estudiarla con mi profesora de inglés y me fui al estreno. Lloré toda la obra porque la entendí toda. En Broadway he visto desde Cat al Cirque du Soleil.
Sé que anduviste por todos lados.
He viajado por el mundo. Estuve en San Petersburgo, que me partió la cabeza. Una noche recorrí el río Nevá en un barquito y al ver el Hermitage desde el río y también Finlandia me dije:  “Si ahora se hunde el bote, estuvo bien”. He pasado noches en el desierto negro y en el desierto blanco en Egipto, recorrí los oasis, tomé un crucero por el Nilo, vi todas las tumbas, incluida la de Tutankamón. Fue soñado. Amo Estambul, el Palacio de Topkapi, donde descubrí que había gente que realmente nacía en cunas de oro macizas. Marruecos, Australia, Nueva Zelanda, Bali, Italia, París, Nueva York, tantos lugares.
¿Qué clase de viajero sos?
 Viajo con una sola valija y compro muy poco, sólo libros grandes, como los de Taschen.  Me gusta traerme todo en los ojos y en la panza.
El arte es otra de tus pasiones.
Sí, recuerdo el museo Peggy Guggenheim en Venecia, ver esa mansión llena de arte y saber que ella fue la mecenas de Jackson Pollock y allí está también El árbol de los deseos que le regaló Yoko Ono. El museo de Rembrandt en Amsterdam. El momento emotivo más grande en mi vida fue en el MoMA cuando giré la cabeza y vi El mundo de Christina de Andrew Wyeth. Estuve una hora llorando, tuve un dolor tan grande en el pecho. Es una chica sentada en el campo mirando el horizonte. Después supe que Christina era vecina del pintor, que había quedado paralítica y no quería usar silla de ruedas, por eso se arrastraba. Yo algo había percibido. También amo a Edward Hopper, esa soledad terrible de sus cuadros. Cuando entré al museo Thyssen-Bornemisza en Madrid y lo descubrí, me fascinó, me compré todo de él. Los viajes son para descubrir pintores, comidas, lugares, arquitectura. Me traigo todo en la mente y cuando tengo una noche difícil pienso en eso tan lindo y me duermo con una sonrisa. Yo siempre me pongo una sonrisa antes de dormir. Te cambia el ánimo.
¿Y el amor cómo te trata?
Muy bien, estoy en pareja hace muchos años. Es mi peso, mi sostén y ese equilibrio me completa y me hace muy feliz. Amar y ser amado, pero con los pies en la tierra. Un amor real, no de telenovela. Saber que el otro está en las buenas y en las malas. Eso me encanta.