Imaginar un montón de gente reunida a la noche en un bosque de pinos robustos donde se combina buena gastronomía, bajo un techo de miles de lamparitas de colores, decó rustica a pleno con maderas de todo tipo, chefs de alto vuelo (Borja Blásquez, Christian Petersen, Antonio Soriano, Hernán Gipponi, entre otros), juegos de kermese, chicos jugando y buena, pero muy buena onda entre todos, parece una escena del “El Gran Pez” de Tim Burton. Sin embargo, eso es lo que está sucediendo en Pinamar, del jueves 21 al domingo 24 de enero, durante la feria gastronómica Wateke Food & Fun, el más importante de los eventos de este tipo durante la temporada.
En el Camarones Rugby Club de Pinamar (Avenida Intermédanos Sur al 217) decenas de stands ofrecen a los visitantes (se esperan más de cinco mil) una gama y variedad de sabores para acompañar las noches de luna de este verano. Con una acertada disposición circular de los puestos, uno puede disponer de platos típicos españoles, entrelazando arroces y mariscos, de Casa Borja como así también sentir el imán del fuego de las parrillas bien montadas de Hermanos Petersen, y para los más golosos, sucumbir ante la pasión que le dedica a sus creaciones dulces Valu Ramallo y deleitarse con sus brownies con confites de chocolate de colores o una potente cheesecake, entre varias otras opciones.
En MALEVA hicimos una lista de cuáles son los diez platos que no podés dejar de probar. Tomen nota.
Con sus fuegos que rechinan cocinando una masa perfecta y con un sabor muy argentino, no podíamos no incluir a la pizza de los hermanos Nacho y Facu Petersen, que hicieron pie en el bosque pinamarense directo desde el Bajo de San Isidro. Este es uno de los platos que mejor recepción tiene entre la gente.
Esta es una opción vegana que no falla, para veggies y no veggies, vale la pena experimentarla, el sabor está muy logrado.
Con mostaza, miel y rúcula, este sandwich es un vicio. Martin Molteni, cocinero de alta precisión, le explica a MALEVA parte del secreto: “la bondiola la cocinamos entera, en baja cocción con un poco de vapor y después la cortamos en láminas cuando esta fría. Y La metemos en unos hornos muy potentes.»
Una combinación de sabores óptima con unas camarones frescos y un arroz en su punto justo (lo cual no siempre es tan evidente cuando te ofrecen risottos). Hay que probarlo.
Este el puesto para los fans de la muy sabrosa gastronomía de medio oriente. Los jawarmas salen muy sazonados y la cocción en su punto ideal.
En este lindo stand con gran presentación (adornado con hortalizas de estación) hay que pedirse este sandwich de jamón crudo y rúcula que no decepciona y es muy práctico para comer mientras seguís recorriendo la feria.
Una presentación simple y tentadora y un buen aceite de oliva lo convierten en un imperdible.
El vasco Borja Blazquez, quie todo lo puede, emociona con la calidad de su burrata (uno de los clásicos de su flamante restó) y además comparte sus secretos culinarios a pura sonrisa con todo el mundo.
Un aroma ahumado delicioso, chorizos y salamines de ciervo, quesos bien criollos. En definitiva: la opción para los que quieren un poco de campo argentino en su boca.
La perdición para los golosos. También recomendamos sus brownies con confites de chocolates de colores.
El español Borja Blázquez, un conocedor de estas costas, le define la situación a MALEVA en pocas palabras: “cocino a gusto y feliz cuando el ambiente se logra y acá el ambiente ha quedado maravilloso». Mientras hace una pausa en la cocina donde sus aromas de mar cautivan a los que pasan alrededor, encara una buena cerveza helada («los cocineros también necesitamos gasolina») y sentencia: “es alucinante poder cocinar con grandes cocineros del país, codo a codo, en un marco increíble como es este bosque de pinamar, es un lujo, qué joder«.
Además de los stands de cocina también hay varios de importantes bodegas y un patio cervecero que es el sector más social de la feria, con muchos grupos de amigos, risas y espuma por todos lados. Entre una variada gama de marcas, vale la pena probar las cervezas artesanales de Los Dilon: gente de campo, de acá nomás, de General Madariaga, que lograron un muy buen producto (parece ser que en Madariaga albergan un buen gusto por la cebada y la malta).
«El vasco Borja Blázquez hace una pausa en la cocina donde sus aromas de mar cautivan a los que pasan alrededor, encara una buena cerveza helada («los cocineros también necesitamos gasolina») y sentencia: “es alucinante poder cocinar con grandes cocineros del país, codo a codo, en un marco increíble como es este bosque de Pinamar, es un lujo, qué joder».
Como decíamos, otro capítulo de Wateke son los vinos: gran variedad y degustaciones, el point que los miles de turistas visitan para conocer nuevas marcas, tendencias y los clásicos de siempre. Bravío, Cafayate, Altos del Plata, Viniterra, y Plan B, son algunas de las etiquetas y bodegas que dijeron presente.
La música también es una gran protagonista del paseo que ofrece, desde música country en vivo hasta sonidos experimentales. Seguimos recorriendo este festival gastronómico y es inevitable cruzarse con Christian Petersen, quien además de transpirar la camiseta de su empresa, bajo las brasas de una variedad de parrillas que montó, nos cuenta sobre sus épocas de rugbier, ya que nos cuenta que de joven jugo en el San Isidro Club “y esta buenísima y original la idea de montar este gran evento en una cancha de rugby”. Christian además rememora viejas épocas en Pinamar cuando corría endurance con caballos árabes en el Club Hípico pinamarense, justo pegado al predio donde se realiza Wateke. Y concluye: «No está nada mal pasar de cocinar en Buenos Aires a cocinar bajo pinos altísimos e históricos».
La feria – que cuenta con el patrocinio de City y fue impulsada por un joven emprendedor llamado Joaquín Neyra – tiene todo para lucirse y los puestos parecen preparados para que no haya traspiés ni desilusiones a la hora de ofrecer la artillería pesada de sus riquísimas propuestas. Pinamar está ingresando con el pie derecho al circuito y la tendencia de las grandes ferias gastronómicas. La brisa marina que refresca la noche y la luna que ilumina sobre las copas de los árboles del bosque son el complemento perfecto para una noche de paladares felices.
