Se largó Masticar 2017, que no para de crecer. Este año sumaron un gran predio al aire libre con cada vez más productores y restaurantes (además de taller de oficios, clases, espacios para chicos). Hay más de 120 platos para probar y en Maleva te proponemos ocho con ingredientes y preparaciones que, si no probás acá, probablemente nunca vuelvas a probar en tu vida!
Con la llegada del frío lo mejor es calentar motores con una sopa. Es de hongos de pino frescos, traídos especialmente de la Patagonia, coronada con un poco de crema de limón con jabalí ahumado, que se mezcla con el resto aportando cremosidad y sutileza en el sabor. Su autora, la China Müller, dueña de Casa Cassis en Bariloche, hace además unos vinagres y dressings maravillosos, disponibles en el mercado.
Una panceta tiernísima y de sabor ahumado con el condimento fetiche de la gastronomía porteña de hoy: kimchi. Es un fermentado de repollo con especias, típico de la cocina coreana -no es para todos, pero vale la pena probarlo- que funciona como contrapunto perfecto para la grasitud de la panceta. Gran debut gran en el sector de brasas de Masticar de uno de los restaurantes más celebrados de los últimos años.
El «stand de las estrellas» reúne a Narda, Tegui, Dolli y Guido (Tassi, no una estrella desde la exposición mediática pero sí desde su influencia en la cocina argentina). Dolli Irigoyen se luce con un plato frío: carne de conejo en hebras acompañada de mostarda de peras (una suerte de compota de peras azúcar y esencia de mostaza) y pickles de hinojo. Una combinación de sabores sutil y única.
Un clásico mexicano recreado el abanderado de las carnes autóctonas en Buenos Aires. La carne de búfalo, de sabor apenas más concentrado que la de la vaca, se cocina en una estaca como el shawarma (de hecho se corta del mismo modo). Luego va dentro de una tortilla de maíz casera, con salsa de achiote, finas rodajas de ananá y un toque de cilantro. Bien mexicano y muy para nuestro paladar.
Un cono con tres bolitas de pâte de ñandú, espolvoreado con ajo negro y una avellana adentro. Exótico y simplísimo a la vez, como los platos memorables de la vida. ¿Cuándo más vas a probar algo así? La carne de ñandú es magra, tierna y levemente dulce, y convertida en un pâté cremoso y firme es muy sabrosa. Fue una gran apuesta Pedro Bargero, el chef que tomó la posta de Soledad Nardelli en Chila, y no se equivocó.
Nadie puede comer tanto sin beber y un negroni siempre sienta bien. El que Tato Giovanonni creó especialmente para Masticar tiene gin, vino moscato tinto, Campari y agua del Atlántico, y está filtrado en suelo de Cariló. Allí fue donde su abuelo le enseñó a manejar cuando era chica, en una camioneta parecida a la que está en su puesto, llena de flores.
Son un clásico de Masticar y por algo es. En 2016 vendieron 1100 kilos (¡si, una tonelada y media!) y este año van por los dos mil. Los langostinos son impresionantes, uno de los productos de lujo de nuestro país, y para que se luzcan a full están apenas saltados con cebolla y ajili, como en Andalucía. El arroz orgánico con langostinos y morcilla también promete.
Como en las calles de Lima, un poquito de cada cosa y con el pescado más fresco de nuestra costa atlántica. Cebiche bien alimonado con su cebollita roja y rocoto, sabroso arroz con langostinos y cholgas, y adictivo chicharrón de jibia (pescado frito). Viene un todo en un mismo recipiente, tres por uno, casi como una comida completa. Ideal para probar aún más variedad en Masticar.
A una cruza paraguayo-mexicana ejecutada por colombianos jamás podía faltarle sabor. En este caso, lo más original es la textura de la tortilla, esponjosa y salada, hecha de mandioca y queso, como el chipá. Adentro lleva carne desmechada, lechuga, tomate y mayonesa de cilantro. El food truck de iLatina es estéticamente de los más lindos, y nunca fallan en el sabor.
Dolce Morte es la marca de los helados revolucionarios que Joaquín Grimaldi prepara para Hotel Four Seasons. El logra que convivan en armonía ingredientes impensables. En está ocasión lo dulce, lo salado, lo ácido y lo crocanto, aportado por el guanciale, un chacinado italiano similar a la panceta. Experimentación y satisfacción garantizadas.