Conocen las cepas, buscan orgánicos, aprenden un montón y se volvió un planazo ir a tomar vino a ciertos lugares con estilo que apuntan a este público/¿Por qué el vino es el nuevo furor y ya no es cosa más de grandes?/Hablamos con un montón de sommeliers capos para entender este boom/Además: los naranjos y criollos, entre las variantes de moda.
Generación Z y Millenials abrazan el vino como nunca antes en Argentina.
Es tendencia: se picó el vino entre los jóvenes sub 30 (y sub 25) / Un amor que está flama como nunca antes ¿Por qué? ¿Qué vinitos prefieren? Por Azul Zorraquin.
Tienen menos de treinta años, incluso menos de veinticinco, y para ellos – cada vez más – ir a tomar «vinitos» (y aprender al respecto) es un planazo. Muchos saben la diferencia entre una botella orgánica, una biodinámica, y se interesan por procesos de elaboración, cepas y bodegas. Y cada vez hay más coordenadas que apuntan a ellos en la Ciudad.
Hasta hace poco, el rito de iniciación en las bebidas alcohólicas en la post adolescencia, se daba de la mano de un vodka con jugo o energizante, de un Fernet, de la cerveza. Pero los jóvenes de hoy le dan un sí rotundo a la copa de vino. Una determinada comunicación, la pandemia, el furor por la gastronomía y la importancia de entender qué consumimos, son algunos de los factores que influyeron en esta tendencia. Desde el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) este año se destacó que el consumo y la venta de vino, aumentó un 26% (la marca más alta en cinco años) y seguramente, en parte empujada por este segmento. MALEVA conversó con especialistas para entender de qué va este nuevo amorío.
Pipe Colloca, sommelier de Club Vilardo y Lardito
¿Y qué vinos prefieren los más jóvenes? Según le revela Pipe Colloca de Club Vilardo a MALEVA: «hay un imán hacia los vinos naranjos, aquellos vinos blancos que se fermentan con las pieles, y el movimiento más importante, sin dudas, es el de las cepas criollas (las cepas “autóctonas” argentinas)…»
“Cuando era chica no me interesaba en lo más mínimo lo que estaba tomando, era simplemente tomar por tomar”, cuenta Sofía Maglione, de 30 y sommelier en su Vina del Boulevard Caseros. “Pero hoy el mundo cambió, y queremos entender qué le metemos a nuestro cuerpo, noto una sed de aprendizaje inmensa”. En las catas a ciegas que da, Sofía nota que los jóvenes se toman muy en serio las charlas, y encaran la gastronomía y el mundo del vino con mucho más profundidad que antes. No se toma por tomar, ni se come por placer, únicamente.
Francisco di Campello, uno de los creadores del flamante Buyón Wine Bar en Coghlan, está alineado con esta idea: “definitivamente, cada vez hay más jóvenes que deciden interiorizarse en el mundo del vino, creo que en parte es por las redes sociales, hay muchos más jóvenes que buscan no sólo entender el vino desde otro lado sino la gastronomía en general; es una generación que busca saber y entender lo que consume…»
Para Felipe Colloca, sommelier y socio del «Clan Lardito», como lo denominamos en MALEVA, es alguien que contribuye a esta moda. “Los chicos están bebiendo más vino porque somos jóvenes también los que comunicamos vino, y ya hace varios años, se están haciendo vinos más ligeros – razona quien está al frente de la selección de vinos en Club Vilardo, Lardito, Las Patriotas y Lardo & Rosemary -, versus la vieja tendencia a hacer vinos pesados, con muchos meses de madera, concentrados y fuertes. Hoy, se están haciendo vinos más frutados, hechos por jóvenes, que incluso le ganaron mucho terreno a las cervecerías artesanales”. De esta manera, la comunicación del vino es central para entender los nuevos gustos.
«Para Aldo Graziani, en los últimos 25 años, se gestó un cambio en el mundo vitivinícola y hoy, por poco dinero, uno puede comprar un vino rico, y es una bebida natural. Eso lo hace imbatible. Eso hace que los jóvenes consuman vino, hablen de él, y lo incorporen a sus vidas. “Es impresionante la cantidad de viñedos en Mendoza que devinieron en orgánicos, en muy pocos años…»
Según Aldo Graziani, sommelier, empresario gastronómico y alma máter de Aldo’s, la tendencia es un poco más macro: “así como hoy un chico que está en la primaria, aprende a separar la basura y te habla del cambio climático, hay más conciencia y por ende una horda de jóvenes que va en búsqueda de viñas orgánicas y se preocupa por cuidar y respetar la biodiversidad, el planeta…» Y sentencia: «es que el futuro del vino es orgánico».
Además, para Aldo, en los últimos 25 años, se gestó un cambio en el mundo vitivinícola y hoy, por poco dinero, uno puede comprar un vino rico, y es una bebida natural. Eso lo hace imbatible. Eso hace que los jóvenes consuman vino, hablen de él, y lo incorporen a sus vidas. “Es impresionante la cantidad de viñedos en Mendoza que devinieron en orgánicos, en muy pocos años”, reflexiona: “hoy en día que te hablen de una viña orgánica, dejó de ser una rareza, para convertirse en lo normal”.
¿Y qué vinos prefieren los más jóvenes? Según le revela Pipe Colloca a MALEVA: «hay un imán hacia los vinos naranjos, aquellos vinos blancos que se fermentan con las pieles, y el movimiento más importante, sin dudas, es el de las cepas criollas (las cepas “autóctonas” argentinas).
“Me parece importantísimo poder reivindicar nuestras uvas», dice convencido y pone un ejemplo. «Matías Michelini, con Vía Revolucionaria, hace justamente eso, revolucionar el vino y llevar el enfoque a las criollas”. Este concepto de los vinos ligeros, frutados, o de poca concentración, hizo que las criollas ganen un lugar protagónico en la escena local. “Me alegra que lo que antes iba a granel, o se mezclaba, ahora se puede vinificar”, resume Pipe.
Y otra gran pregunta: ¿el vino es un gusto innato? Para la mayoría, no, es adquirido. Aldo Graziani lo explica de este modo: “es como todo, si querés tocar la guitarra, no la agarrás y tocás, sino que tenés que empezar a aprender las notas, a estudiar, y si te gusta, vas aprendiendo; con el vino pasa igual, es un aprendizaje constante, porque todo está cambiando todo el tiempo”. E ir probando, hace que uno entrene el paladar.
Sofía Maglione en su Vina de San Telmo.
“Cuando era chica no me interesaba en lo más mínimo lo que estaba tomando, era simplemente tomar por tomar”, le cuenta a MALEVA Sofía Maglione, de 30 y sommelier en su Vina del Boulevard Caseros. “Pero hoy el mundo cambió, y queremos entender qué le metemos a nuestro cuerpo, noto una sed de aprendizaje inmensa”. En las catas a ciegas que da, Sofía nota que los jóvenes se toman muy en serio las charlas…»
El vino, además, tiene múltiples atributos, casi todos positivos. Y por ende merece una oda. “A mí el vino me ha dado la vida”, declara Aldo, quien es uno de los grandes conocedores del país. “Me ha dado amigos, amigas, trabajo y viajes, también me dio la enorme posibilidad de generar empleo”, dice.
Para Sofía Maglione, “el vino significa compañía, amistad, risas, y compartir con otros o conmigo misma”, y añade: “es un tema de conversación constante en un grupo de gente; seguramente el que no sabe nada, algo escuchó, el que sabe poco, algo probó, y el que sabe mucho, le explica al resto”. Según Pipe, los vinos más significativos para él, son los que hablan de un lugar: “el vino representa una fruta, en un lugar, no me gusta que se pueda hacer el mismo vino en Río Negro y La Quiaca, por echarle un polvito y maquillarlo, los vinos que me emocionan, son los que se convierten en expresión de un lugar físico”.
El vino, de esta manera, es conversación, es conexión con la naturaleza, y es aprendizaje constante. Es lógico que los jóvenes quieran zambullirse en el mundo de la vid. ¿No?
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Fotos: son gentileza de los sommeliers consultados, la foto destacada es gentileza Unsplash (PH Kevin Woblick).