Desde Belgrano hasta Saavedra. Estos nuevos locales invocan la familiaridad y la suavidad del hogar a un espacio intimista y hospitalario. Son una invitación a hospedar al cliente, permitiéndole cultivar ese mundo propio durante una pausa necesaria.
Chez Janu: nuevo en Bajo Belgrano, un microambiente cuidado y hogareño.
Es tendencia: cafés donde reina la serenidad y la intimidad. / Cuatro aperturas de Buenos Aires en esa línea. Por Federica Gimeno para MALEVA.
El invierno tiene la inercia de inspirar el cuándo, el qué y el dónde comemos. Nos sentimos seducidos por el calor del hogar, los productos de estación, las bebidas humeantes que se sienten como un abrazo, y la quietud que da lugar a la introspección.
Sin embargo, el porteño es, por naturaleza, un ser sociable que busca la cercanía del otro en su cotidianidad. Ante esto, emerge un gusto adquirido por los cafés que transmiten una sensación de intimidad. Queremos experimentar esa amalgama de calidez y comodidad que nos envuelve, replicando la sensación de hogar fuera de casa.
Para eso, estos cafés invocan la familiaridad y la suavidad del hogar a un espacio intimista y hospitalario. Estas propuestas son una invitación a hospedar al cliente, permitiéndole cultivar ese mundo propio durante una pausa necesaria en los días fríos, cuando los rayos de sol apenas se esbozan sobre veredas y locales.
Desde MALEVA les compartimos cuatro aperturas de cafés que nos regalan una sana indulgencia invernal en ambientes que invitan a la intimidad.
«Sin embargo, el porteño es, por naturaleza, un ser sociable que busca la cercanía del otro en su cotidianidad. Ante esto, emerge un gusto adquirido por los cafés que transmiten una sensación de intimidad. Queremos experimentar esa amalgama de calidez y comodidad que nos envuelve, replicando la sensación de hogar fuera de casa…»
1) Chez Janu: una atmósfera casera desde el picaporte de la entrada. / Echeverría 1310 – Belgrano.
Chez Janu — Café & Tienda de objetos —, es una de las últimas aperturas ubicadas en el barrio de Belgrano. Janu Rodriguez, comunicadora social, a partir de un emprendimiento con amigas, “Mesa Chica”, donde iba itinerando por casas con un menú sorpresa para los invitados, tuvo una certeza: la gastronomía era su vocación. A partir de allí, años de viajes, inspiración y absorción de referencias dieron lugar a la materialización de su sueño: replicar su mundo interior en Chez Janu — donde “chez”, que en francés significa casa —, que desde el primer momento en que entrás, el picaporte ya te hace entrar en la atmósfera casera, para luego sentirte agasajado por el anfitrión en un hogar curado de delicadas piezas de pastelería y objetos.
El corazón del proyecto está en la hospitalidad y en cultivar un microambiente quien haga una pausa allí se sienta como en casa. Donde los gestos – simples pero profundamente significativos, como que recuerden tu nombre al pedir – , construyen esa cercanía que permanece. “La gente sale muy contenta. La única crítica suele ser la poca cantidad de mesas, pero justamente eso es lo que genera intimidad: un microambiente donde podés ir con alguien o solo y sentirte igual de acompañado y cómodo”, comenta Janu en exclusiva con MALEVA, apuntando a la intimidad en contraposición a lo masivo, siendo lo más fiel posible a un clima de aire familiar.
Una selección sensible en su biblioteca – como vinos boutique y artículos que provienen de las manos de, como define Janu, ‘emprendimientos con alma -, junto con una estética artesanal y atemporal, crean un universo cuidado y colaborativo donde se encuentran potencias creativas.
Janu describe la propuesta gastronómica como cosas simples pero bien realizadas, con productos de calidad. Es decir, desde una taza de su café de especialidad con grano de Trece, hasta el plato que comas – tal como su ya adorado pan con palta y jugo de lima, junto a sus huevos revueltos con una llovizna de sal en escamas -, lo experimentes como parte de tu cotidianeidad, y tengas apetito para repetirlo como un ritual de todos los dias.
2) Tuni: café con shop y un compromiso «un lugar al que quieras volver porque te hace bien…» / Soldado de la Independencia 1439 – Belgrano (zona Imprenta).
Tuni abre sus puertas en el barrio de Belgrano esta semana con una propuesta fresca y funcional: una experiencia que combina shop + café. En exclusiva con MALEVA, su fundadora, Barbie Russo, cuenta qué la impulsó: “Las ganas de generar un concepto que facilite el bienestar diario a partir de pequeños cambios y elecciones.” En el universo de Tuni hay tres pilares que lo atraviesan todo: que sea rico, saludable y estéticamente cuidado. Bajo esta premisa, el espacio combina un shop de productos seleccionados – todos alineados con una filosofía de bienestar consciente -, y una propuesta gastronómica que incluye café de especialidad, opciones plant-based y snacks funcionales. Ambos espacios, el café y el shop, se integran sinérgicamente de forma natural: todo lo que probás en la carta está hecho con productos que también podés llevarte a casa.
Con una estética moderna, vibrante y con actitud, Tuni invita a conectar con un estilo de vida que busca equilibrio, belleza y disfrute. Un lugar que se propone ser tu nuevo go-to en la zona: para elegir tus productos de nicho favoritos y tener un momento ritual en un entorno contemporáneo e intimista. “Buscamos transmitir una sensación de calma, de disfrute y también de identidad. Que Tuni sea ese lugar al que querés volver porque te hace bien, te representa y te da algo más que un café: una pausa linda, un mimo, un impulso”, resume Barbie.
¿Una pausa muy Tuni? Pedirse su latte de lavanda o el chocolate caliente Tuni con ashwagandha y reishi, junto a un Snicker, con base de masa de nuez y almendras, relleno de manteca de maní y cubierto con chocolate amargo y sal.
3) Café Miller: entre lo casero y lo cool (quinto piso en Miller 4450 – Saavedra).
En el quinto piso de un edificio de una familia de potencias creativas nació Café Miller. Renata Riva tenía 15 cuando su mamá le propuso hacerse cargo del espacio, justo arriba de L.A. Woman Vintage y Tráfico, los locales de su madre y sus hermanos. Empezó vendiendo lo básico, pero ya tenía ese je n´en sais quoi: una cosa rica, imperfecta y entrañable que hace que la gente vuelva. Más tarde llegó Isabel Rossetti, y el café creció con ellas. Hoy vibra entre lo casero y lo cool, con estética vintage evocadora, platos honestos y hechos a mano, y una energía que parece sacada de una escena de película noventosa de la que uno añora ser parte.
Decorado entre objetos antique y con muebles que fueron hallazgos recónditos de las travesías con espiritu de aventura por el mundo de su padre, el café reúne sillas, mesas y vajilla dispar, todas con una identidad histórica. Renata reflexiona: “Inconscientemente, el café emana cierta energía que genera una reminiscencia a un restaurante que manejaba una abuela”. Lo particular y magnético de Café Miller – esa ternura melancólica que refiere su dueña -, es que está gestado por dos jóvenes que hacen un revival de la comida abundante, caliente y sabrosa, del trato cálido hacia el cliente, de la buena música y de un diseño que transporta a una ambiance de hogar. Lo clasico y lo joven dialogan, encastrando con naturalidad en un espacio con alma y encanto.
La intimidad se palpa en Café Miller. Renata e Isabel son todo: mozas, cocineras, bacheras, baristas, pasteleras y administradoras. El amor, la organicidad y la rusticidad cariñosa del lugar generan un ambiente envolvente, donde el cliente se vuelve habitué y fluye con la esencia de familiaridad y cercanía del espacio.
Por más de ser el spot idóneo para cualquier Gen Z, el café tiene una mágica organicidad que reúne a personas de todas las edades y en una variedad de ocasiones, donde la amalgama de clientes es lo que enriquece la sinergia del cafe: desde quienes hacen home office, mujeres que acaban de comprarse una prenda vintage, gente en sus 20s, padres primerizos, una primera cita o las visitas de los habitués de siempre.
4) Zur Café: un rincón sereno, orgánico y que evoca a la Patagonia en sus detalles. / Honduras 5857 – Palermo Viejo.
Zur comenzó como un sueño para Francisco y Agustina, una pareja motivada por su estadía en Australia hace algunos años, donde quedaron maravillados por la hospitalidad. Junto a su socio Federico, se propusieron replicar esa experiencia cuidada para brindar a los vecinos de Palermo tres claves elementales: buen producto, ambiente y servicio.
El nombre Zur surge de “Sur” como inspiración, reflejando el imaginario patagónico que evoca un clima cálido, sereno y orgánico: materiales como la madera de lenga, la cerámica en gres de su vajilla, los detalles en gamas de azules y verdes – que remiten a los lagos y su vegetación -, generan un ambiente que se siente como un abrazo invernal.
En un espacio pequeño y acogedor, invitan a la pausa en la cotidianidad, regalando un momento de intimidad acompañado de una taza de café de especialidad – siempre variando los orígenes, con foco en la calidad – y productos artesanales de pastelería y platos de brunch. Entre sus infalibles, destacan el yogur griego casero, con granola de frutos secos y semillas, endulzado con miel y frutas de estación, o la avocado toast con salsa holandesa.
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Fotos: son todas gentileza de los locales mencionados.