Zoe y Toms (en la foto ambos) definen su amistad como «para toda la vida»
Entrevista a Zoe Lena y Toms Pintos: los dos amigos sub 25 que están sacudiendo a la fotografía de moda en Argentina. Por María Delfina Carmona. Fotos: gentileza Tomás Pintos y Zoe Lena Rebecchi.
El mundo de los artistas sub 25 está pisando fuerte y siendo protagonista del spotlight. Tomás Pintos (@tomaspintos, 21, San Juan) y Zoe Lena Rebecchi ( @zoe_lena, 23, Buenos Aires), además de compartir una amistad que definen como “para toda la vida”, comparten el juego creativo y el talento de retratar personas. Gracias a un mensaje por Instagram, hace cinco años se juntaron a hacer fotos sin conocerse y desde ahí no se separaron.
Sus fotos transmiten una mezcla de frescura y crudeza, de inocencia en su estado más bruto. Se percibe la energía y potencia juvenil de su generación y, al mismo tiempo, la contrastan con expresiones maduras. Pareciera ser que uno pudiera leer la mente de los modelos, entender exactamente qué están pensando, qué les perturba, qué los atrae. Hay un componente lúdico y muy personal en las imágenes que componen. Toms con un tono pícaro y Zoe con un estilo más minimalista y elegante, ambos coinciden en destacar lo corporal, las poses fuera de lo común y las expresiones faciales enigmáticas.
Conversaron con MALEVA, compartieron sobre sus procesos creativos, recordaron sus inicios, manifestaron que quieren ser fieles a su identidad en las redes y se preguntaron si la inspiración es una búsqueda constante e inconsciente. ¿Cómo vive la fotografía una generación signada por el vale todo?
¿Por qué eligieron esta forma de transmitir un mensaje? ¿Qué los atrae de la foto en sí?
T: Siempre me gustó el arte pero también siempre fui muy inutil con la motricidad fina. Esta fue una manera de practicar el arte desde un lugar que me gusta y me sale. Lo siento más propio. Me parece esencial el poder que te da la cámara de hacer material un estado.
Z: En mi caso fue más natural. A los 10 años me regalaron mi primer camarita, una pocket. Me la dieron de sorpresa. Jugué por años con eso y de repente ese juego que re disfrutaba es de lo que vivo. A los 14 hice un curso de 3 meses y a partir de ahí fue mucha, mucha práctica.
¿Cómo es su proceso creativo? ¿Ven algo del mundo exterior y necesitan retratarlo o es más bien un proceso interno que buscan crear en una imagen?
Z: Hablando por los dos, siento que es algo que pensamos desde antes, partimos desde un concepto que queremos hacer. También surgen muchas cosas en el momento de sacar la foto, pero hay un punto de partida.
T: Sí, sí. Me gusta jugar con las dos cosas, igual. Pensar el concepto pero no aferrarme tanto para que de repente empiece a mutar, que haya otra espontaneidad y otros manejos. Y al mismo tiempo, es algo constante de la práctica. No creo que saque fotos solo con una cámara: saco fotos con el celular, saco fotos hasta con los ojos. Siento que mi vida se convirtió en una fotografía. Es todo parte de un todo.
«Toms: si nos conocés personalmente te das cuenta que Zo es toda fina, solemne y elegante, te da la sensación de realeza. Y yo soy todo lo contrario, más groncho, más corchito, más lúdico. El movimiento me parece esencial en la fotografía. Dejo que los cuerpos vayan a donde quieran ir y que la cámara también vaya a donde quiera. Es un baile…»
Y dentro de ese proceso creativo del que parten de un concepto, ¿cuáles serían sus focos de inspiración? ¿Qué los mueve?
Z: Y… Un poco todo.
T: Mis amigues.
Z: Eso más que todo. Y después capaz un día estoy caminando y veo algo, una persona que tiene el pelo de una manera, un modelo que te gustó… y ya mi cabeza se lo imagina de cierta forma. Todo puede ser parte de inspiración.
T: Es eso, ser una esponja, estar todo el día absorbiendo cosas, todo te puede inspirar. Es estar abierto a que las cosas te lleguen, a que te suceda.
Z: Y no forzarlo también. Hay veces que surge y ya.
¿Entonces sienten que es una búsqueda constante pero al mismo tiempo medio inconsciente?
Z: Yo diría que en mi caso es bastante inconsciente, de repente me surge de la nada una imagen a la cabeza y, a partir de ahí, empiezo a tener una búsqueda sobre eso en un plano consciente.
T: Hay un poco de las dos. Existe esa parte inconsciente pero también hay otras búsquedas que son 100% meditadas. Por ejemplo, en un momento tuve muchas ganas de visibilizar otros tipos de belleza y trabajé mucho a conciencia sobre eso.
Los dos tienen un estilo personal super marcado, veo una foto en mi feed sin ver el usuario y me doy cuenta si es de ustedes. ¿Cómo definirían su identidad visual?
T: Groncho (risas). Creo que justamente eso es lo que uno busca: ver algo y aunque no te aparezca el nombre poder reconocer de quién es. Ojo que esa pregunta no me deja dormir por las noches… pensar cuál será mi estilo, no lo puedo definir. La gente me dice que reconoce mis fotos al toque pero a mí no me pasa.
Z: Sí, re, pero también eso pasa porque vos sabés todo lo que pasaste internamente hasta llegar a ese estilo que todavía no reconocés, pero lo tenés. Viste todo el detrás de escena que se mezcla, los demás ven los productos finales.
Si, definitivamente lo tenés. Tenés algo muy lúdico en tus fotos, hay algo de picardía pero al mismo tiempo algo más profundo por debajo. Generás algo muy único con el movimiento, con las poses, con lo bruto, con los colores. Zoe, vos, en cambio, tenés un estilo súper elegante y fino con una paleta más neutra con algún acento de color. Ninguno cae en la foto convencional, da la sensación que abren el mundo interno del modelo y uno pudiese entender la historia que está contando desde lo físico.
T: Es verdad, hasta si nos conocés personalmente te das cuenta que Zo es toda fina, solemne y elegante, te da la sensación de realeza. Y yo soy todo lo contrario, más groncho, más corchito, más lúdico. El movimiento me parece esencial en la fotografía. Dejo que los cuerpos vayan a donde quieran ir y que la cámara también vaya a donde quiera. Es un baile. Me cuesta mucho la foto fija.
Sus fotos podrían convivir en un mismo universo estético pero al mismo tiempo cada uno tiene su impronta. ¿Cómo se llevan con la retro alimentación con un otro, el tire y afloje de incorporar lo ajeno y hacerlo propio?
Z: Yo siento que inconscientemente me inspiro un montón de las fotos de Tomi y otros fotografes también. Me inspira ver recursos, cómo piensan, cómo trabajan.
T: Siento que en el mundo del arte y de la moda específicamente hay un tabú de miedo al plagio. Antes me pasaba que previo hacer una foto pensaba mil horas si alguien habrá hecho eso porque existe ese fantasma. Después me fui dando cuenta que no existe la originalidad como tal, yo soy una amalgama de tantas cosas: pelis que vi, libros que leí, personas que conocí, fotos que me gustaron… Me parece hasta ridículo decir que algo es 100% original porque la inspiración es totalmente inconsciente. Quizás lo aprendiste del otro y sin darte cuenta lo escupís. Me encantaría que todos en el mundo del arte vayamos hacia poder compartir los procesos creativos sin tener que ocultarnos. Aportar las herramientas para que cada uno lo haga a su manera, sería mucho más divertido y orgánico y hasta amable, ¿no?
Creo que generacionalmente está habiendo algo más piola o transparente que involucra mostrar todo, que los más chicos estamos creciendo con otro chip, otras libertades… Tal vez tenga que ver con las redes también, pienso, que te mostrás todo el día, lo que hacés, hay un insight del detrás de escena de la vida en general. ¿Creen que hay algo generacional que los une, que los identifica?
T: Creo que algo que nos identifica como generación es que nada nos identifique. Algo que puede identificar a las generaciones más grandes es que tal vez se encasillaban y se buscaba la etiqueta: “soy un fotógrafo de moda”. Creo que nuestra generación viene con otra libertad y otro respeto.
Z: Y lo diverso. El vale todo.
T: Tal cual, el vale todo. Hace dos años no se me hubiese cruzado por la cabeza porque en mi concepción yo no era una persona modelo. Tuve que hacer todo un proceso de deconstrucción muy fuerte de poder ponerme ante mi propia cámara. Soy un millón de cosas más que una persona que saca fotos. Porque ni siquiera me gusta decir que soy fotógrafo; una vez lo dije y una persona que estudió fotografía me dijo que no era fotógrafo porque no estudié eso, que yo era solo alguien que sacaba fotos y hasta te digo que me gustó. Saco fotos.
Y recién nombraron las autofotos, ¿cómo se llevan con estar enfrente de la cámara?
Z: ¡Es complicado!
T: Sí, es complicado pero al mismo tiempo es un aprendizaje. Es mucho más fácil verte a través de un espejo o una selfie que vos manejas los ángulos, todo. Me re contra ayudó para amigarme conmigo mismo, con mis facciones. No estoy buscando retratar mi propia belleza si no que busco quizás otras cosas. Me abrió perspectivas, caminos, y también me ayudó a entender mucho más a la persona a la que yo le sacaba fotos.
Z: Tanto Tomi como yo no buscamos que le modele sea linde… tampoco en los autorretratos, no buscamos algo bello, sino algo estético. Y es muy amplio y personal ese concepto. Buscamos la foto, más que la idea de que la persona salga bien. Quizás me sale un papada gigante o algo que la sociedad considera feo pero a mí me encanta o me divierte. Busco serme siempre fiel e ir mostrándome así.
T: Con las autofotos también pasa que es un juego. Te permite crear un personaje. El Tomi que veo en esa autofoto no me lo tomo como que soy yo. Me sirve para despegarme y no ser tan crítico conmigo mismo, que me suele costar.
«Zoe: tanto Tomi como yo no buscamos que le modele sea linde… tampoco en los autorretratos, no buscamos algo bello, sino algo estético. Y es muy amplio y personal ese concepto. Buscamos la foto, más que la idea de que la persona salga bien…»
Hay algo muy constante e íntimo que se muestra en las redes. En su Instagram profesional también tienen mucho de personal, parecería que uno los conoce, que los puede ver en la diaria, en sus procesos. ¿Cómo se llevan con mezclar esos mundos?
Z: Al feed subo solo lo que me gusta realmente nada más. Capaz antes hacía un trabajo y sentía la obligación de subirlas por respeto al equipo. Y después me di cuenta que no, que si no te sentís 100% representado no vale la pena subirlo.
T: Quizás antes me gustaba tomarme mi cuenta como súper profesional y solo mostraba trabajos, pero no soy solo una cámara. Esa transparencia y esa honestidad me gusta: poder hacer una carta de presentación en las redes. Soy toda esta construcción que quiero mostrar y compartir al mundo y que el mundo decida si le gusta o no.
Z: Total. Quizás yo subo una foto de un café, subo una foto de mi perro, subo una foto de la calle pero todo eso hace a mi persona y me hace mucho más humana. Y de repente me contrata alguien que construyó a esa persona que cree que soy y sintió algún tipo de conexión hacia su marca.
Tomás, vos sos de San Juan, esa conexión con la nostalgia del lugar y el contraste con lo actual puede ser un gran foco de inspiración, ¿cómo influyó el haberte mudado y todo lo que puede desprenderse de esa experiencia en tus fotos?
T: cuando me mudé a Buenos Aires no había venido nunca. Me parecía que todo era nuevo, que todo era fantástico. A modo anecdótico para que te des una idea, la primera vez que me tomé un subte lo frené con la mano como si fuera un bondi. Llegué y todos los días me parecían una aventura con gente y lugares nuevos y eso me generaba euforia, me tenía muy despierto y estimulado.
¿Cómo es su scouting en Buenos Aires? ¿Son de patear la calle a ver que encuentran, se quedan en lo que conocen, siguen datos que les dicen?
Z: No soy tanto de ir preguntando dónde es eso o lo otro. El tema locaciones es también algo que me fluye. De repente conocés o pasás caminando por algún lugar y te gusta. En mi caso, hice muchas fotos en la misma locación así que no soy tan aventurera.
¿Dónde?
Z: En el Parque de la Memoria, lo amamos con Toms. Porque también es muy versátil, un día hacía algo con la parte de todo pasto, otro usaba angular, otro hacía blanco y negro, otro fui con lluvia, o a la parte de hormigón, hice miles.
T: Yo no quiero perder esa cuestión de apenas me mudé de ser un eterno turista y ver todo con ojos frescos, que todo me parezca nuevo. Me gusta tratar todos los lugares como si fuese la primera vez que voy. Fui mucho esa persona que preguntaba dónde queda todo y cómo hacer para llegar, que se tomaba cinco bondis para llegar a un rincón lejísimos y sacar esa foto que tenía en la cabeza.
Me gusta mucho eso de ser un eterno turista. Es una mirada muy pura, muy genuina, que creo que se ve en tus fotos. Y siendo pleno enero, época de intencionar, ordenarse y pensar: ¿hay algo que estén buscando profesional o personalmente para este año?
T: lo que busco como meta profesional es estar más cómodo con mi trabajo. Poder decir hago lo que me gusta y estoy bien. Me encantaría que al resto le guste, obvio, pero tratar de despegarme de eso. No buscar la validación en los otros, sea likes, clientes, o lo que sea.
Z: Yo dentro de poco me estoy por mudar a Barcelona. Me gustaría mucho que me vaya bien allá de la misma manera (o mejor) que acá. Es tirarme a una pileta pero me entusiasma el proyecto.
«Toms: a mí me pasó un poco que cuando me mudé a Buenos Aires tenía la fotografía de hobby y de repente eso se convirtió en mi diaria y de a poco eso se convirtió en mi trabajo. Un día me di cuenta que ya estaba ahí, se sintió un poco surreal. Lo sigo sintiendo surreal y me encanta vivir esta magia…»
Qué lindo desafío. Me quedó resonando esto de estar cómodos con su trabajo… ¿En algún momento les cayó la ficha de que están viviendo de lo que les gusta desde tan chicos?
Z: Saco fotos hace tanto que fue un proceso muy lento. Me encanta y estoy súper agradecida pero no es que fue un clic de un día para el otro. En 2020 sí sentí un crecimiento exponencial, igual.
T: A mí me pasó un poco que cuando me mudé tenía la fotografía de hobby y de repente eso se convirtió en mi diaria y de a poco eso se convirtió en mi trabajo. Un día me di cuenta que ya estaba ahí, se sintió un poco surreal. Lo sigo sintiendo surreal y me encanta vivir esta magia.