Jia Jia Fei estudió Historia del Arte en Pensilvania, tiene 28 años, y coordina el área de comunicación y contenido digital nada menos que en una de las coordenadas más ineludibles e influyentes del arte mundial: el Museo Guggenheim de Nueva York. Jia Jia visitó Buenos Aires para dar una charla sobre comunicación en instituciones culturales en Proa y Maleva la entrevistó. Habló de todo: de los desafíos del mundo del arte y la tecnología, Internet, los planes de expansión del Guggenheim, los artistas y también – como no podía ser de otra manera – contó sus impresiones sobre Buenos Aires, sus museos, y su circuito del arte (a pura franqueza, sin guardarse nada).
¿Cómo explicarías tu trabajo?Mi trabajo es marketing digital, mi departamento está a cargo de redes sociales y de la estrategia de contenido digital, también producimos contenido para las muestras programadas y pequeñas publicaciones online. Ahora nos estamos enfocando al contenido de una manera global, ya que la mayoría de las personas que visitan el Guggenheim de Nueva York son turistas y la Fundación Guggenheim está en distintas partes del mundo. Estamos abriendo un nuevo museo en Helsinki en Finlandia, recién estamos en la etapa de definir qué arquitecto va a encargarse del proyecto, quedaron seis finalistas y ¡recibimos 1700 propuestas para concursar! Otro Guggenheim que estamos planificando es en Abu Dabi, todavía no empezó la construcción, pero como verás el museo está por todo el mundo. Así que estamos inmersos en cada uno de estos proyectos internacionales. Cada uno de ellos abarca tanto geográfica y culturalmente que lo digital es el punto de acceso común a todos para comunicar y difundir esa información.
¿Qué museos visitaste acá en Buenos Aires y cuáles disfrutaste más?
El MALBA me pareció fabuloso, la nueva exhibición que aborda la performance estética relacional es genial, al igual que la colección permanente de arte latinoamericano. También estuve en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de Arte Decorativo, Mamba, Macba, la colección Fortabat y, claro, Proa.
«Me quedé muy impresionada con el Malba, desde la perspectiva de la comunicación del museo me pareció el más sólido, desde los materiales de apoyo didáctico y los textos explicativos para los visitantes. Cuando entré al Macba y al Mamba no me dieron ningún tipo de soporte, casi que no se dieron cuenta que un ser humano había pasado por la puerta.»
¿Y qué opinión general tenés sobre los museos y espacios de arte que conociste?
La verdad bastante inconsistentes en el sentido de que variaban mucho unos de otros. Me quedé muy impresionada en el MALBA, desde la perspectiva de la comunicación del museo me pareció el más sólido, desde los materiales de apoyo didáctico y los textos explicativos para los visitantes. Cuando entré al MACBA y al MAMBA no me dieron ningún tipo de soporte, casi que no se dieron cuenta que un ser humano había pasado por la puerta.
Teniendo en cuenta tu trabajo, ¿cuáles serían las líneas fundamentales que hacen accesible un museo o un espacio de arte a una persona?
Las redes sociales son nuestra plataforma más accesible. Imaginate que solo en Nueva York recibimos un millón de visitantes al año, y solo en una ciudad y en las redes en total tenemos alrededor de dos millones de seguidores, así que para gente que no puede viajar hasta le museo, la forma que tiene de conocernos y acceder a las muestras que hacemos es a partir de las redes y las imágenes y la información web. Así que estamos cada vez más enfocados en generar contenido para este visitador digital no presencial y que quizás nunca venga al museo en persona. Nuestra misión es difundir el arte por el mundo y que más personas puedan acceder al arte, así que la comunicación digital hoy se volvió trascendental. Por ejemplo en Nueva York hay un museo que acaba de abrir, el Cooper Hewitt, y tienen unos kioscos interactivos y tablets. Además de todo esto, pensá que la mayor parte del arte de todos los museos está en depósito, así que acá la pata digital también sirve para poder mostrar y difundir esa parte que por cuestiones de espacio no está siempre expuesta. Imaginate, nosotros abrimos en 1939: hay toda una parte de la historia del arte que podemos contar y que con las aplicaciones se vuelve posible, antes no podías conocer todo sobre el museo, ahora sí.
«Así que estamos cada vez más enfocados en generar contenido para este visitador digital no presencial y que quizás nunca venga al museo en persona. Nuestra misión es difundir el arte por el mundo y que más personas puedan acceder al arte, así que la comunicación digital hoy se volvió trascendental.»
Participaste como expositora en una jornada sobre comunicación en instituciones culturales que organizó Proa, ¿qué conclusiones te llevas de nuestras instituciones artísticas?
Me encantó compartir el trabajo que hacemos en el Guggenheim con colegas acá, específicamente mi experiencia sobre cómo la tecnología cambió la experiencia artística y la audiencia a la que queremos llegar. Me encantó intercambiar con las personas que se ocupan de lo que hago yo en museos acá porque me doy cuenta que hacen de todo, todos los trabajos de diferentes áreas puede abarcarlos una persona, que por un lado es genial, y por otro lado no tanto. Creo que fue interesante poder transmitir cómo trabajamos desde una institución enorme como el Guggenheim. Y como todo, el foco está en ser flexible a los cambios que implica un mundo tecnológico como el que habitamos, estar siempre mirando qué cambio se genera y cómo uno puede adaptarse. Y más que nada, entender que redes sociales es generar contenido, y mucha gente se olvida de eso que es fundamental, la famosa frase “el contenido es el rey” es la que hay que tener en mente. Hoy hay curadores digitales e incluso restauradores y conservadores digitales.
De los artistas que te tocó comunicar, ¿cuál fue el más complejo para vos?
Tino Sehgal que justamente está ahora en el MALBA. Se lo conoce por sus performances y sus “situaciones construidas”, y de las que no podés sacar fotos ni hablar sobre ellas. Así que no teníamos forma de poder mostrar o contar o comunicar. Lo único que pudimos lograr fue poner un banner en la web con su nombre y punto, porque no se lo puede representar de ninguna manera. A pesar de todo esto, el día de la muestra se dio algo muy único, como no se podía registrar o sacar fotos se corrió de boca en boca la muestra y fue un éxito rotundo.
«Creo que no solo sobra arte, hay una cultura impresionante: teatro, arquitectura, escultura. Y creo que la región en general está todavía buscando su identidad y los museos acá todavía son jóvenes, pero hay muchísimos artistas impresionantes de acá, como por ejemplo, Adrián Villar Rojas, que le está yendo bárbaro…»
¿Cuál fue la muestra más controversial que experimentaste desde tu trabajo?
Una de las crisis que tuvimos que manejar fue con una muestra del artista James Turrell, es un artista que trabaja con la luz y el espacio. Él hizo una muestra enorme en el museo y la mayoría de las veces cuando vas a sus muestras te encontrás solo en el medio de la sala, tampoco te dejaba sacar fotos esa oportunidad. Y los guardias de seguridad tenían que gritarle a la gente “no saquen fotos”, esto irrumpía el estado meditativo que intentaba generar la obra y todo el mundo empezó a quejarse en las redes y se armó un conflicto porque además de las quejas que respondimos una por una, fue la muestra más instagrameada de todas y supuestamente la cláusula era nada de fotos. Y ahí entra en juego otro tema importante, el tema de la reproducción de las imágenes de la obra, que es todo un universo que empieza a tenerse en cuenta y a debatirse. La College Artists Association hizo una encuesta a investigadores sobre cuántos se abstenían de investigar ciertos temas que implican riesgos por utilización de imágenes y el 75% lo hace o lo hizo. El tema legal es sin duda otro gran ámbito para los museos.
El arte se viene masificando y ya no son sólo los adultos con grandes ingresos que compran, ¿cómo se comunican con los coleccionistas más jóvenes?
Tenemos un consejo para jóvenes coleccionistas (Young Collectors Council) que justamente están involucrados en adquirir nueva obra para el museo, son jóvenes profesionales entre 21 y 40 años, que no necesariamente provienen del mundo del arte, a veces trabajan en algo nada que ver, pero a todos les interesa coleccionar arte y les interesa el arte. Y trabajan visitando talleres de artistas y adquiriendo obra. Y ellos hacen todo esto y organizan fiestas y eventos para gente joven, para que se pueda interactuar y conversar en el museo también.
«Estamos abriendo un nuevo museo en Helsinki en Finlandia, recién estamos en la etapa de definir qué arquitecto va a encargarse del proyecto, quedaron seis finalistas y ¡recibimos 1700 propuestas para concursar! Otro Guggenheim que estamos planificando es en Abu Dabi…»
¿Qué artista que te encanta y te gustaría comunicar?
¡Son tantos!, pero mirá tengo un tatuaje de Marcel Duchamp –apunta su antebrazo y la inscripción del mingitorio emblemático que tiene inscripta en su piel–. También me encantan muchos fotógrafos contemporáneos que están ahora en el Jewish Museum y me emociona el potencial que hay para trabajar con todos ellos a través de la tecnología para difundirlos.
Con el recorrido que hiciste por la ciudad, ¿qué impresión te dio la escena artística acá en Buenos Aires?
Creo que no solo sobra arte, hay una cultura impresionante: teatro, arquitectura, escultura. Y creo que la región en general está todavía buscando su identidad y los museos acá todavía son jóvenes, pero hay muchísimos artistas impresionantes de acá, como por ejemplo, Adrián Villar Rojas, que le está yendo bárbaro. Creo que toda la producción cultural de Latinoamérica está explotando y hay mucho por delante en los próximos años.