«Un fantasma recorre BAFWEEK: el fantasma de la crisis. Diseñadores, estilistas, periodistas, influencers, fotógrafos, los de marketing, los insiders, los que miran desde casa lo repiten: no hay un mango», dispara la autora de la columna/Sin embargo, hay destellos de talento, como siempre. ¿Qué desfiles y marcas se destacaron? Por cierto: por qué tanta saña con la última semana de la moda de Buenos Aires.
El desfile de Bestia fue de los más refrescantes de la semana.
«En el último BAFWEEK, bien o mal, el show tuvo que continuar (entre el abismo y la posibilidad, con más fiestas que desfiles)…» Por Paula Guardia Bourdin (@revistapola) para MALEVA.
Las críticas en redes sociales son incendiarias, casi sádicas. Insulsa, mediocre, ordinaria, decadente, un reflejo del contexto. Se habla de marcas millonarias, despolitizadas, dicen que “el único textil que ilumina es el que arde”, una usuaria de X la denominó “la semana nacional de las taradas”. Con BAFWEEK parece ser la metáfora del Titanic una y otra vez. Un eterno presente. Desde su primera edición, un 23 de marzo de 2001, a la temporada primavera-verano 2026, el barco se hunde y la moda toca el violín.
¿Pero por qué tanta saña?
Según los últimos datos reportados por la Cámara Argentina de la Indumentaria, en el bimestre mayo-junio de 2025 se registró una caída de las ventas del 7,7% interanual, con un 56% de las firmas encuestadas reportando estas bajas. Representantes del sector se pasean por el piso de todos los canales denunciando el dumping de las firmas de ultra fast fashion chinas, una alta carga impositiva, el riesgo que corren los 500 mil puestos de trabajo que este genera. A nadie parece importarle. Es más, la lenta agonía de la industria incluso reporta un beneficio para opinólogos y comunicadores tribuneros que encuentran rédito en la construcción de un enemigo casi orwelliano: a río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán.
«Si en los inicios de BAFWEEK la crisis se tradujo en llevar al límite los lenguajes de diseño; en esta edición la tendencia fue de tinte mayormente conservador, apostando a los básicos, los clásicos, el fondo de placard. Citando, una vez más, a los coreutas de esta tragedia: no hay un mango…»
Cuesta, en un principio, delimitar tendencias de indumentaria en las propuestas de BAFWEEK. Primero, porque de los quince eventos del calendario, apenas la mitad tuvo la presentación de una colección como eje. Luego, y como prueba inapelable del rol de la moda como “espejo”, como condensación de un clima de época, del zeitgeist, la primacía del fondo sobre la forma y del espectáculo sobre la producción que define el accionar de las disciplinas creativas de los últimos años dio lugar a un exceso de propuestas conceptuales y de producción de eventos y a una falta de diseño, de estilismo, ¡de pilcha! Frente a esto, retomo el slogan de Protesta, una marca platense que en 2023 se presentó en BAFWEEK dentro de BA Autores de Moda: la ropa es el discurso.
En el espectro de la semana, entonces, un poco de todo. Algunas diseñadoras, como Vanesa Krongold y Catalina Chavanne de Blue Sheep, optaron por elaborar una reflexión sobre la coyuntura. La primera con un desfile en el local de telas Meir en Once, su “mecenas”, que se propone “pensar la moda y el diseño con el arte como condición de producción (…) en medio de la crisis, volviendo a las bases” y con la osadía de mostrar trece vestidos que mantuvieron el lenguaje kitsch que la diferencia y la mantiene invicta en la escena.
La segunda, en cambio, con una muestra-instalación de toiles y fotografías de su comunidad en Felicia, el bar de Mona Gallosi en Sofitel Recoleta, y la decisión explícita de no hacer un show: en las palabras que dirigió a sus invitados, Chavanne mencionó la situación que atraviesa la indumentaria y destacó que el encuentro tuvo lugar un día después del Día de la Industria Nacional. (Celebrado por todos: “La pause”, el cocktail que Gallosi creó a partir de la colección primavera-verano 2026 de Blue Sheep con gin, cold brew, naranja, limón y cardamomo).
Además de Krongold, la apuesta fuerte en cuanto a diseño fue la de Juan Hernández Daels en Sadaels con su colección “Falta de tacto”. Hiperfeminidad y peligro, sensualidad y extrañeza, textiles suntuosos en rojo, negro, celeste y chabacanería, adherencia y taco aguja, erotismo y pornografía, llena de cursilería como una novela de Manuel Puig, como la casa de una abuela, como una muestra de Liliana Porter.
Fue tal el atrevimiento de Daels que hasta se atrevió a un desfile como los de siempre: Depeche Mode en los parlantes, una locación sensible pero sensata –Galerías Larreta en plena feria de arte AFFAIR–, modelos en la pasarela y una gacetilla ¡en papel! con “Cocktail de personalidades”, un poema de Oliverio Girondo, sobre el asiento.
En general, el grueso de las firmas optó por los desfiles con propuestas vestimentarias simples y un enfoque en las experiencias: jugaron fuerte y al medio con el SEO, los famosos y la viralización ATP. Para Portsaid, un coffee rave y un estilismo folk; música en vivo bajo la lluvia en los jardines del Museo Larreta para “Turucuto”, el lanzamiento inspirado en Tucumán de Gusmán (con “Nadia Coralina”, la científica estrella del Conicet, como modelo y empanadas a modo de invitación); un paseo en barco de Puerto Madero a La Boca comandado por la Negra Vernaci en Bolivia para presentar “ChanchoVa”, una colección sobre lo argentino con ilustraciones de Coni Curi; y un espectáculo futbolístico abierto al público en el club Excursionistas del Bajo Belgrano para Revolver.
Si en los inicios de BAFWEEK la crisis se tradujo en llevar al límite los lenguajes de diseño; en esta edición la tendencia fue de tinte mayormente conservador, apostando a los básicos, los clásicos, el fondo de placard. Citando, una vez más, a los coreutas de esta tragedia: no hay un mango.
Para coronar “la semana nacional de las taradas”, los escándalos: el comentarista de moda LaureanoDeLabriego (@laureanodelabri) denunció a través de X un plagio a la diseñadora belga Ann Demeulemeester en el desfile de Bowen; la gente de internet detestó “BTV UNPLUGGED”, la colección y el desfile de Bestia –que yo, por mi parte, disfruté: qué refrescante el humor, la fealdad, la nostalgia, la falta de solemnidad y que suenen los Black Eyed Peas en un local de Palermo como en el 2006 –.
«BAFWEEK fue, es cierto, un reflejo de una época extraña: bastante chabacana, insensible –y no me refiero únicamente a la opulencia, fue la diversidad la que brilló por su ausencia – pero también auténtica, desatada e informal. Con más fiestas que desfiles, poca ropa y ardiente fervor, el clima que rodea a la moda argentina es un abismo, un interrogante, una posibilidad. Bien o mal, el show debe continuar…»
La Unión Europea hizo una alianza con la Universidad de Palermo y despertó los interrogantes obvios de por qué Europa esponsorea a nuestros estudiantes para que formen parte de BAFWEEK y nosotros no; y algunos personajes, dicen los pasillos del fashion, se portaron especialmente mal en la fiesta de cierre de Maria Cher – que, al estilo del meme de Kanye West con Lady Gaga como directora creativa de Polaroid, despertó una polémica por el show de Six Sex: qué importa, qué tiene que ver, tanto los freaks como los normies, los nuevos y los old school, los reales y los wannabes de la moda estaban meta bailar.
BAFWEEK fue, es cierto, un reflejo de una época extraña: bastante chabacana, insensible –y no me refiero únicamente a la opulencia, fue la diversidad la que brilló por su ausencia – pero también auténtica, desatada e informal. Con más fiestas que desfiles, poca ropa y ardiente fervor, el clima que rodea a la moda argentina es un abismo, un interrogante, una posibilidad. Bien o mal, el show debe continuar.
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Fotos: es gentileza para prensa de BAFWEEK (PH @lady_miru).