EL SOMBRERO HACE AL HOMBRE

 

Hombre con sombrero, de Modigliani
 

El sombrero hace al hombre. Por Santiago Eneas Casanello.

“¿Qué me parece? Simple, que son hombres de personalidad” dice a Maleva Antonio Riera, el presidente de Lagomarsino, sobre los varones que se animan a usar sombrero. Lagomarsino se fundó en 1891 y es la última sobreviviente de las casas de sombreros de lujo que en la primera mitad del siglo pasado llegaron a ser 42. Riera es cuarta generación de sombrereros y habla de eras: “la del sombrerismo, que duró hasta el año 48” y la del sinsombrerismo que es la que vino después y que es, a criterio de los gentlemen que todavía defienden el uso de esa prenda, una noche oscura.
Algo de kamikaze hay en haber renunciado en masa al misterio de media ala, al ademán varonil al saludar tocando el borde, al porte con actitud garantizado al salir de casa y todo por la democratización de las entradas vergonzantes, de las peladas y de las cabezas huérfanas sin estilo. Y por no mencionar el sacrificio absurdo de la elegancia que implicó el olvido de los panamá, de los fedora, de los homburg, de los canotier,entre tantos otros modelos. El sombrero clásico es, además – y por si faltaran agravantes para el crimen cultural – el símbolo de Buenos Aires, del tanguero, de Carlitos Gardel. Todavía hoy los paquetes turísticos hacia la Capital que se venden en otros países, suelen adornarse con un sombrero.
 

«“El sombrero en los varones hoy es algo diferenciador, sofisticado, un objeto fetiche. Ya no es que remite al tango, sino a la moda. Y transmite misterio y sensualidad. Me encanta que se vuelva a usar” dice a Maleva el diseñador Benito Fernández»

 
¿Qué fue lo que pasó? Primero, una aclaración: el fenómeno fue global, aunque en Europa no fue tan drástico, en invierno muchísimos siguen usando sombrero. Las causas, entonces, pudieron haber sido varias según arriesgan los entendidos: una rebelión generacional en los sesenta contra la moda de los padres, el relajamiento de los formalismos, incluidos los estéticos, y hasta el uso masivo del transporte público que volvió al sombrero una molestia. “Cambió la sociedad, dejó de trajearse, dejó de estar tan engominada” señala Riera.
Pete Doherty – quien fuera el atormentado amor de Amy Winehouse – es uno de los cultores jóvenes del sombrero:

 
Ahora bien: de un tiempo a esta parte, el sinsombrerismo empezó a agrietarse. En los eventos más exclusivos de la noche, en las fiestas en campos (casamientos o juntadas de amigos) y hasta en las veredas, hay hombres jóvenes que volvieron a lucir sombrero. Como si reivindicaran lo que alguna vez dijo Max Ernst: «el sombrero hace al hombre». Y las marcas top de ropa también empezaron a exhibirlos en sus estanterías. De hecho, Lagomarsino le fabrica sombreros a Etiqueta Negra, Rochas, Levi´s y Lacoste, entre otras. “A mí me gusta como me queda y sí, me parece que me tiene onda, como que da actitud, además ni te preocupás tanto en como peinarte, da facha” opina sin mucho enredo Joaquín Aguerre (31) que usa sombrero en casi todas las fiestas a las que va.

La silueta con sombrero, una silueta elegante siempre
Lara Grinberg, al frente de Compañía de Sombreros, una empresa palermitana y cool que también se dedica a vestir cabezas, va a lo mismo: “Hay de todo, gente que lo usa para salir, por el frío, por el sol, pero sin dudas que el que usa sombrero es alguien con estilo y mucha personalidad”. Aunque Grinberg también mete una cuña interesante: “ojo, no siempre se usa sombrero para que te vean, sino por timidez” y menciona a la bohemia como uno de los ambientes sombrereros. Y dentro de la bohemia, a los músicos.
 

«Ahora bien: de un tiempo a esta parte, el sinsombrerismo empezó a agrietarse. En los eventos más exclusivos de la noche, en las fiestas en campos (casamientos o juntadas de amigos) y hasta en las veredas. Son hombres de personalidad dice Antonio Riera, presidente de Lagomarsino»

 
“El sombrero en los varones hoy es algo diferenciador, sofisticado, un objeto fetiche. Ya no es que remite al tango, sino a la moda” explica a este magazine el diseñador Benito Fernández, quien está encantado con que los hombres argentinos salgan de la monotonía.  “Quiero que no haya prejuicio con que si usás o no sombrero. El sombrero siempre fue un elemento fuerte. Y transmite personalidad, misterio y sensualidad”, concluye.
El maestro Riera señala que es importante que el hombre se acostumbre, puede ser de a poco, a cubrirse la cabeza. A veces hasta se empieza por una gorrita. Y también advierte: “al sombrero hay que saber lucirlo con gusto y garbo”. Tal cual. 
Fotos: C.C Creel y Silv3r