El diseño y la decoración minimalista del nuevo Ninina
La propuesta de pastelería y cocina orgánica que nació en Palermo y ya es prestigiosa en la escena culinaria porteña, desembarcó en la esquina de Holmberg y Monroe. En un local que forma parte del edificio MoHo, con gran espacialidad, techos altos, mucho vidrio y luz natural en la fachada, se pueden apreciar los detalles que hacen a la identidad de Ninina: la barra de mármol, la mesa comunitaria y las tortas exhibidas como joyas en la vidriera. Uno de sus dueños, Emmanuel Paglayan, le contó a MALEVA: “Más allá de que este barrio no fue nuestra primera opción, en cuanto vimos el local y el entorno estuvimos convencidos de que era el lugar ideal para el nuevo Ninina”. La carta de esta nueva sede de Ninina es igual que la de Gorriti; hay un brunch exquisito para dos personas que se marida con Aperol Spritz, riquísimas tostadas con palta, hamburguesas de carne vacuna o vegetarianas que se pueden personalizar y, por supuesto, tortas con el sello de Ninina como la Lola Mora, de avellanas, harina de almendras, ganache de chocolate amargo y frutos rojos. Además del café espresso preparado en la máquina La Marzocco, la novedad (y gran diferencial) es que en este local se estrena la máquina Giesen, que sellará otra gran cualidad de Ninina y suma otro eslabón a la cadena de elaboración de café: la tostaduría de importados de Brasil, Colombia, Bolivia y Perú. Sí, en Ninina van a tostar los granos de café. Por último, sobre la aventura de emprender nuevamente con su marca en otro territorio, Emmanuel agregó: “Nos gustó la idea de apostar por un barrio joven, nuevo, en pleno desarrollo, con el que nos sentimos identificados por la onda verde, los edificios bajos, las plazas, el retiro de los edificios de la calle y creemos que la propuesta de Ninina es universal, cosmopolita, y nunca fue pensada como algo que pudiera funcionar sólo en Palermo. Está claro que es un lugar menos obvio que otros barrios”.