El manifiesto (desobediente) de Designers BA: ¿Quién decide qué es el “buen gusto”? y otras preguntas que los diseñadores de la nueva edición se están haciendo hoy

MALEVA en exclusiva con los cinco diseñadores de Designers BA 2025/¿Cuáles son las reglas de la moda local hoy? ¿Qué mandatos les hacen ruido? ¿Cuáles son sus mayores actos de rebeldía?/ La idea “absurda” de los “dictadores del buen gusto” que definen qué está bien y qué está mal.

En un teatro, con vedettes, plumas y strass: así de imponente fue la presentación de Esquina Esquina en Designers BA.

El manifiesto (desobediente) de Designers BA: ¿Quién decide qué es el “buen gusto”? y otras preguntas que los diseñadores de la nueva edición se están haciendo hoy. Por María Comand.

¿Qué pasa cuando los diseñadores eligen no seguir las reglas? ¿Y cuando ni siquiera las reconocen como propias? ¿Qué pasa cuando las normas —esas que la moda repite hasta el cansancio— ya no marcan el camino? En esta edición de Designers BA, las colecciones de Esquina Esquina, Nacional (NCNL), Raimondi, Kostüme y Ramírez, se desparraman por Buenos Aires entre escenarios teatrales y velódromos nostálgicos. Las reglas se discuten. O se ignoran. O se reescriben.

MALEVA les preguntó a sus diseñadores cómo eligen construir hoy sus propuestas, desde qué lugar piensan las colecciones, las decisiones, las búsquedas. Qué motores los sostienen más allá de lo que el sistema espera.

¿Las reglas? ¿Cuáles reglas?

«Pablo Nicolino, de NCNL (Nacional), va al hueso: “Hoy más que reglas hay algoritmos, protocolos, mandatos productivos. En NCNL no estamos tan interesados en seguir reglas de diseño sino en diseñar condiciones para que algo pase: una emoción, una escena, un corte en la rutina. Elegimos romper la idea de que diseñar ropa es solo diseñar prendas. Para nosotros, diseñar es construir situaciones afectivas, políticas, sensibles. Es armar climas…»

“Hoy en día, pareciera que hay reglas que se dicen romper, pero que ya se han convertido en una norma más. Entonces, cuando todos intentan romper las mismas reglas, eso mismo se transforma en una nueva regla”, apuntan Camila Milessi y Emiliano Blanco, de Kostüme. “No partimos de la idea de ‘vamos a romper esto’. Lo que elegimos es ser personales. Hacer lo que nos gusta, lo que nos interpela, lo que nos mueve en ese momento. Es algo genuino. No hay una estrategia detrás, no hay una intención deliberada de ir en contra de algo”, agregan.

Desde el Teatro Broadway, entre vedettes, plumas y strass, Josefina de Esquina coincide, pero desde otro código: “Hoy el diseño está más atravesado por el contexto que nunca. Las reglas ya no son rígidas ni universales: son sensibles, locales, afectivas. Para mí, el diseño tiene que responder a un por qué real, no a una tendencia. Tiene que tener alma”, sostiene.

Pablo Ramírez, que celebra 25 años de trayectoria, apuesta a otro tipo de desobediencia: la de mantenerse fiel a una búsqueda propia, sin urgencias ni atajos. “RAMÍREZ no es una tendencia sino un estilo que perdura en el tiempo”, dice sobre esta colección que revisita su archivo y reedita algunas de sus piezas emblemáticas, como el jumper escolar de 1994. “Mi trabajo se centra en la silueta. Una silueta que es como una sombra, donde el negro subraya a la persona”.

Desde otra mirada, Pablo Nicolino, de NCNL (Nacional), va al hueso: “Hoy más que reglas hay algoritmos, protocolos, mandatos productivos. En NCNL no estamos tan interesados en seguir reglas de diseño sino en diseñar condiciones para que algo pase: una emoción, una escena, un corte en la rutina. Elegimos romper la idea de que diseñar ropa es solo diseñar prendas. Para nosotros, diseñar es construir situaciones afectivas, políticas, sensibles. Es armar climas”.

Raimondi, por su parte, elige hablar del caos como territorio creativo: “No soy una persona que le gusten las reglas demasiado. Sí creo en los límites, tal vez. Las reglas son algo muy rígido y el diseño tiene eso flexible que muchas veces lo convierte en arte. Siempre estoy al límite y en caos, creo que esa es la regla que rompo”.

Mandatos que hacen ruido: la exclusividad, los dictadores del buen gusto y la idea necesidad de entenderlo todo.

«En Esquina, el cuestionamiento pasa por otra herencia pesada: “Una de las ideas más absurdas que persiste en la moda es el criterio de ‘lo elegante’ entendido de forma universal y cerrada. Esa noción de que hay dictadores del buen gusto, que definen qué está bien y qué está mal, ya no tiene sentido”, dice Josefina. “Elegancia no es obedecer una norma impuesta desde afuera, es saber elegir para uno mismo desde tu subjetividad…»

La exclusividad sigue siendo una de las obsesiones más antiguas de la industria. Pero para Kostüme es una palabra que no encaja. “Un mandato que siempre nos hizo ruido es el de la exclusividad. Esa idea de que algo exclusivo vale más porque deja a otros afuera. Hay algo en esa lógica que no nos identifica”, explican. Sin listas VIP, sin segmentaciones, sus desfiles buscan ser un lugar para todos. “No nos gusta usar la palabra ‘inclusión’ porque se ha vuelto una etiqueta más. Preferimos hablar desde la idea de comunidad”.

En Esquina, el cuestionamiento pasa por otra herencia pesada: “Una de las ideas más absurdas que persiste en la moda es el criterio de ‘lo elegante’ entendido de forma universal y cerrada. Esa noción de que hay dictadores del buen gusto, que definen qué está bien y qué está mal, ya no tiene sentido”, dice Josefina. “Elegancia no es obedecer una norma impuesta desde afuera, es saber elegir para uno mismo desde tu subjetividad: para tu cuerpo, tu contexto, tu humor del día. Ese discernimiento personal es la verdadera elegancia”.

En su debut, NCNL (Nacional) trajo a Designers BA una mirada crítica sobre la espiritualidad, los vínculos y la vida urbana desde el streetwear. Y desde ahí, Nicolino apunta a otra obsesión del sistema: “La idea de que hay que ser ‘inteligible’ para ser exitoso. Que todo tiene que ser explicado, digerido, vendible. En NCNL no hacemos moda para que te entiendan, la hacemos para que algo se mueva. Preferimos generar preguntas antes que respuestas. La moda como manifiesto, no como catálogo”.

Raimondi también pone sobre la mesa otro mandato incómodo: “Los mandatos no me gustan. Nadie debe decir cómo hacer tal o cual cosa. Eliminaría todos los mandatos. Las ideas me gustan, son lo que hacen que mi planeta sea mejor, por eso siempre tiene que ser nuestra bandera seguir ideando”.

Hacer lo que nos gusta, incorporar al “mal gusto”, que no se entienda bien qué somos… ¿Son actos de rebeldía?

Para Kostüme, la rebeldía está en el origen mismo del proyecto: “El verdadero acto de rebeldía, tanto dentro de nuestra marca como en el mundo textil argentino, tiene que ver con algo que nos motivó allá por el 2001: simplemente hacer lo que nos gustaba. Crear una marca como nosotros creíamos que debía ser una marca”, cuentan Camila y Emiliano.

Desde Esquina, la desobediencia tiene acento local y popular: “Nuestra rebeldía está en no querer hablar solo en un idioma de élite o de museo. Está en no mirar al centro del mundo para emularlo, como hacen muchas marcas de autor desde la periferia”, dice Josefina. “Queremos construir una estética de lo propio que dialogue con un consumidor real, local, sin subestimarlo. Incorporamos referencias que incomodan: lo pop, lo chavacano, lo inmigrante, lo italianizante, lo kitsch… todo eso que muchas veces se percibe como ‘mal gusto’ desde ciertas elites, pero que en realidad son lenguajes vivos, potentes, profundamente argentinos”.

En NCNL, la rebeldía es otra: “Decidir mostrar vulnerabilidad. Apostar a lo emocional como estética política. Que nuestra primera colección se llame La Piedad ya es una declaración: ternura, sacrificio, lo íntimo como fuerza”, dice Nicolino. “Nos paran en la calle y nos preguntan si somos una banda, un colectivo, una iglesia. Que no se entienda bien qué somos es parte de la gracia”.

En Raimondi, el acto de resistencia es más íntimo, más artesanal: “Tal vez no pueda llamarlo rebeldía, pero siento que haber puesto la música del desfile en 2025 de forma analógica, con un bandoneón en vivo y una cinta abierta de los años 50, es una forma de decir algo. Hacer las prendas como las vengo haciendo hace tiempo, con la calidad de otros tiempos, sin correr detrás de las redes ni de la producción en serie, y poder vivir de eso, me hace bien al alma”.

No hay una única idea de lo que significan las reglas, ni desafiarlas. Lo que une a estas marcas no es la necesidad de diferenciarse de algo, sino la decisión de hacer las cosas desde un lugar extremadamente propio.

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Las fotos: son todas gentileza para prensa de las marcas mencionadas.