Espectacular mural de Diego Rivera
México se adueñó del MALBA y estalló el color con su nueva exposición, “México moderno. Vanguardia y revolución”. Las 170 piezas más icónicas de 60 artistas emblema como Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y María Izquierdo – muchos de los cuales pisan por primera vez nuestro país – se dividen en cuatro salas que componen una narración más que completa. Desde MALEVA te vamos a contar todo lo que tenés que saber para disfrutar del recorrido como un experto.
¿Por qué es tan especial? Nos lo cuenta Victoria Giraudo, Coordinadora ejecutiva de curaduría de MALBA y curadora de la exposición: “En Argentina hubo exposiciones focalizadas en pocos artistas, o en alguna colección particular privada. Creo que esta se destaca por la amplitud de artistas con diferentes propuestas en torno a la modernidad y por la calidad de museo de las obras. Inclusive, llega a incluir experiencias en relación al surrealismo en México que es algo poco mostrado como tal en nuestro país.”
«80 de las obras vienen del Museo Nacional de Arte de México y, en varios casos, fueron declaradas patrimonio del país. Pero la experiencia no termina ahí, sino que se completa con otras de 25 instituciones del mundo y algunas de la colección permanente del mismo MALBA. Incluso, hay dos que sin duda resaltan y no es casualidad, porque vienen sin escalas desde el MoMa.»
80 de las obras vienen del Museo Nacional de Arte de México y, en varios casos, fueron declaradas patrimonio del país. Pero la experiencia no termina ahí, sino que se completa con otras de 25 instituciones del mundo y algunas de la colección permanente del mismo MALBA. Incluso, hay dos que sin duda resaltan y no es casualidad, porque vienen sin escalas desde el MoMa (Museum of Modern Art de New York). ¿Una curiosidad? Soledad Álvarez Campos, Responsable de Prensa del MALBA, nos confesó que cuando el MoMa presta una de sus grandes piezas, tiene que recibir otra a cambio. En este caso, el museo argentino le prestó “Abaporu”, el famoso cuadro de Tarsila do Amaral.
Como si fuese poco, y para dejar en claro que la cultura mexicana llegó a lo grande, se inauguró en el día de la famosa festividad de la cultura en cuestión, el Día de los Muertos, el 2 de noviembre, y tendrá lugar hasta el 19 de febrero.
Ahora bien, ¿qué vamos a aprender con la experiencia? Por un lado, que el arte de vanguardia en México no fue una mera imitación de los movimientos europeos, sino que la impronta local tuvo un sello evidente. Por el otro, que la tan famosa técnica del muralismo mexicano (la pintura sobre muros durante la revolución como medio de expresión y difusión artística) no es el único elemento que lo representa. “Nuestro objetivo es intentar cambiar la idea que existe sobre los artistas de la modernidad mexicana que los identifica solo con el muralismo como marca registrada internacional. Queremos mostrar la gran diversidad de propuestas y formas de buscar la identidad cultural-artística”, explica Victoria.
El recorrido es simple: son cuatro salas, y cada una representa una temática distinta. Como todas se dieron en paralelo entre los años 1900 y 1950, la decisión fue enfocarse más en las experimentaciones y no en hacer un recorrido cronológico. “Nos pareció que aportaría ritmo y dinamismo. Cada núcleo actúa como una pequeña exposición en sí misma y, a la vez, forma parte de la exposición total, como un capítulo”, agrega Victoria.
«El recorrido es simple: son cuatro salas, y cada una representa una temática distinta. Como todas se dieron en paralelo entre los años 1900 y 1950, la decisión fue enfocarse más en las experimentaciones y no en hacer un recorrido cronológico.»
¿Qué encontramos acá? Cubismo, fábricas y tecnología, mujeres en ropa deportiva y pelo corto. En otras palabras, el arte influenciado por los distintos movimientos europeos y los valores del modernismo, pero siempre teñido de una cultura local fuerte. “El ejemplo más ilustrativo de este módulo es ‘Paisaje Zapatista’, de Diego Rivera. La técnica es cubista, pero los colores, los volcanes y el rifle son elementos que representan al pueblo mexicano.”, explica Soledad.
Como ya sabemos, el arte es un reflejo de la sociedad. Y de 1910 a 1921 la sociedad mexicana vivió la primera Revolución del siglo, uno de los grandes movimientos sociales en su historia. Este núcleo la refleja de la manera más cruda. Los colores rojo y negro abundan en las paredes y nos muestran los inicios del muralismo y sus grandes exponentes.
Prestá especial atención a “El Coronelazo”, un autorretrato de Siqueiros que impacta mucho por la autoridad y actitud combativa con la que se muestra, súper a tono con el espíritu de revolución que se vive en la sala. Además, aquí está una de las piezas traídas del MoMa: el boceto de Diego Rivera para el polémico mural del Rockefeller Center en NY.
«Prestá especial atención a “El Coronelazo”, un autorretrato de Siqueiros que impacta mucho por la autoridad y actitud combativa con la que se muestra, súper a tono con el espíritu de revolución que se vive en la sala. Además, aquí está una de las piezas traídas del MoMa: el boceto de Diego Rivera para el polémico mural del Rockefeller Center en NY.»
Colores fuertes, elementos aborígenes e indígenas, carnavales populares y religiosos, el culto a la muerte, el folklore, las máscaras: una nueva búsqueda identitaria de la cultura mexicana estalla en la tercera parte del recorrido. El color atrapa y, como te imaginarás, este capítulo está lleno de imperdibles.
Por un lado, la mismísima “Calavera Catrina” de José Guadalupe Posada, obra protagonista de la exposición que fue elegida como portada y da la bienvenida colgando en la fachada del museo. Hacia el final de la sala, tres obras maestras de Diego Rivera acaparan toda la atención: “Río Juchitan” (con nueve metros de ancho), “Vendedora de Alcatraces”, y “Baile en Tehuantepec”. Esta última cobra especial relevancia porque vuelve a exponerse en Latinoamérica luego de 30 años y pertenece a la colección privada de Eduardo Constantini, presidente fundador del museo.
El protagonismo de la mujer aflora en este último episodio de la exposición porque la mayoría de las obras presentes pertenecen a grandes artistas femeninas. El surrealismo – o como Soledad dice que lo llaman en el MALBA, “realismo mágico” – se potenció con el boom de los años 30. Una sala llena de figuras míticas y marcos extravagantes.
La segunda obra traída del MoMa está acá y no pasa desapercibida (¿lo mejor para el final, ¿no?). Porque es uno de los autorretratos más famosos de Frida Kahlo, sí, pero también porque incluye un espejo a su lado y genera un gran impacto visual. “Fulang Chan y yo” tiene todo para ser una de las joyas del recorrido.
