Daniel Kaplan se asume hedonista, lo conmueve la sensualidad y lo inspira el erotismo. Presa fácil para uno de los bailes más sexys: el Tango. Cuando empezó a frecuentar las milongas – en el año 98, la primera fue la Catedral, después de vivir tres años en New York, Puerto Rico y República Dominicana – el dos por cuatro le hizo un trato: yo te abro mi mundo de notas infinitas de bandoneón, de miradas magnéticas de bailarinas, y vos me ofrecés tu líbido convertido en óleo y me homenajeás en tus cuadros. Desde ese momento, Kaplan – quien vive en el bosque Peralta Ramos en Mar del Plata y viaja por el mundo por el éxito de su obra – se convirtió en el gran pintor argentino del tango. No de un tango de manual, de compadritos y lugares comunes, sino del tango real, de ahora, de las maderas que pisan los tacos de chicas de hoy, de bailarines que esperan su turno mate en mano. Además del Tango, Daniel Kaplan, discípulo de Hopper, siguió pintando desde el erotismo, la belleza de las mujeres. Maleva habló con él – quien hasta el día 24 de mayo – expone su obra en la galería Zurbarán de la calle Alvear.
¿Qué fibras te tocó el tango?
Al principio me acerqué desde lo visual. Cuando volví de un viaje después de estar viviendo por tres años afuera, en Estados Unidos, Puerto Rico y República Dominicana. Ya antes había pintado una obra sobre Carlos Gardel y las rubias de New York. Yo escuchaba algo de tango pero no bailaba. En el 98 cuando volví a la Argentina empecé a frecuentar las milongas, desde un acercamiento visual, buscando un tema para mi pintura y me encontré con un mundo que me fascinó. Y ahí fue asimilarlo y ver de qué manera representarlo. Cuando vi a la gente bailando en la Catedral pensé ¡Esto es vida! Después tomé clases y de ahí ya fueron diez años de práctica, baile, hoy conozco la dinámica del tango desde adentro a la perfección.
Decinos tres aspectos que te lleguen del tango
La inmediatez, la improvisación, la intimidad. Esa cosa increíble de estar compartiendo un momento efímero presente con otra persona a través de la música. En el tango se dice que la música es el tercer elemento: está el hombre, la mujer, y entre su abrazo está la música.
«El tango tiene un aspecto muy social y también está el erotismo que es muy fuerte y es uno de los ejes del tango. Y también está el rol del observador que es muy notable, una pareja no baila sola en la pista, siempre está rodeada de las miradas. Entre esas miradas, la mía, que traduzco lo que otros ven…»
¿Cómo un arte representa a otro arte? ¿Cómo la pintura refleja a la música?
Está buena la pregunta. Es cuestión de ir encontrando las vueltas de tuerca. Entre mis primeros cuadros de tango y los últimos, aunque la imagen sea la misma, hay una evolución interesante desde lo que me está pasando desde el entendimiento, El tango tiene un aspecto muy social y también está el erotismo que es muy fuerte y es uno de los ejes del tango. Y también está el rol del observador que es muy notable, una pareja no baila sola en la pista, siempre está rodeada de las miradas.
Entre esas miradas, la tuya…
Sí, y es una mirada muy curiosa y detallista. Yo estoy traduciendo lo que otros ven. Antes me conformaba con pintar una pista con la gente bailando, ahora ya conozco a la gente, los gestos, los cortes en los movimientos, el sentido con el que se circula en la pista.¿Cómo producís tus obras? ¿La gente posa para vos? ¿Sacás fotos? ¿Vas varias veces a aprehender la escena?
¡De todo! Hay una serie que es algo novedoso que es lo que yo llamé el Mar del Plata Tango Club. Encontré un caserón histórico de la ciudad, con un salón muy hermoso. Y pensé que era para pintarlo. Fui a la milonga e hice una convocatoria y en diez días ya éramos veinte personas e hicimos toda una práctica. Cada uno trajo su ropa, el termo para el mate. Se dio un clima amistoso. Y con la luz del día que no es frecuente en la milonga.
«En una mujer linda, en las curvas, en la gracia. La gracia es algo innato, es algo que emana. Por eso cuando elegí un título para mi muestra anterior le puse Perfume de Mujer. Un poco en referencia a la película pero sobre todo porque a mí particularmente me interesa el erotismo femenino.»
Armaste tu propia milonga para pintarlo
Algo así, a esta altura me lo puedo permitir. Ahí tuve que trabajar con fotos, sino te perdés las cosas, porque son muchos detalles, retratos. Por ahí saco 400 fotos para combinar tres o cuatro y hacer una composición. Yo no soy un fotógrafo profesional, pero la foto es una herramienta que me da un soporte para improvisar. La danza también tiene una estructura soporte, una mecánica , unos códigos de entendimiento sobre los que uno improvisa también.
Tus cuadros también tienen eso de que reflejás en el mundo la cultura de la Argentina, por ejemplo unos chicos bailando tango y al lado el mate ¿Cómo llevás eso?
Para mí el riesgo era caer en los estereotipos, por eso lo represento casi desde un lugar del humor, tengo la imagen muy fresca de ese flaco con el termo. Sirve pasar de ser un observador anónimo a ser parte de la milonga.
¿A los bailarines les gusta que los pintes?
Si, conozco muchos bailarines. Y les gusta que los pinte. Les gusta verse en los cuadros.
Vos pintás el tango y no vivís en Buenos Aires ¿Cómo concebís el tango desde fuera da la Capital?
Es que el tango no es de Buenos Aires ya, es de todos lados. Antes para pensar el tango tenías que pensar en Buenos Aires, París, Nueva York y algunas ciudades más. Hoy han salido parejas de tango campeonas que son de Córdoba, de Colombia, una pareja de japoneses, hoy se baila tango a muy alto nivel en todo el mundo. ¡En Brasil bailan todos los días!
Hablemos de la faceta de tu pintura vinculada al erotismo, que por otra parte, es un tema central en la historia del arte
He tenido que pelearlo mucho eso. Ante todo lo hago para mi propio deleite. El cuerpo es algo hermoso y ha sido siempre el tema central en la pintura representativa. A mí me renueva las ganas de pintar.
¿Dónde está el erotismo en una persona, qué es lo más erotico de un cuerpo? Y no me refiero a lo más sexual
Depende, pero una mirada puede transmitir a veces más erotismo que un desnudo, es una cuestión de actitud. No tienen que ser los ojos más claros, no es eso, es algo subjetivo. Yo he tenido modelos muy hermosas que no podían relajarse, abandonarse ante la cámara y eso era un gran obstáculo.
¿Dónde encontrás sensualidad en la vida?
En una mujer linda, en las curvas, en la gracia. La gracia es algo innato, es algo que emana. Por eso cuando elegí un título para mi muestra anterior le puse Perfume de Mujer. Un poco en referencia a la película pero sobre todo porque a mí particularmente me interesa el erotismo femenino.
«La última vez fui a Berlín, llegué de noche, nunca había viajado en transporte público y estaba cansado y no hablaba una palabra de alemán, pero sabía que había una milonga y fui aunque tuviera que tomarme dos trenes y caminar 15 cuadras.»
¿Pocas cosas son más lindas que una mujer bailando no?
Desde ya, y no sólo para el bailarín que la tiene al lado sino para todos los que están alrededor. Una mujer es consciente de su belleza, lo capta por mil detalles, mil miradas, está absorbiendo la admiración y el deseo.
¿Qué rituales tenés para inspirarte?
Sentirme libre, la libertad es un valor muy importante. Es una sensación interna de no tener que darle explicaciones a nadie. Es cambiar de entorno. ¡Apagar el celular es lo más maravilloso que hay! Una semana sin el celular empiezo a respirar distinto. Disfruté mucho en el último viaje sentirme un extraño, perderme en ciudades nuevas, eso te renueva la mirada. Salir a caminar para ver con que te encontrás. La última vez fui a Berlín, llegué de noche, nunca había viajado en transporte público y estaba cansado y no hablaba una palabra de alemán, pero sabía que había una milonga y fui aunque tuviera que tomarme dos trenes y caminar 15 cuadras.
¿Y qué siente Daniel Kaplan cuando llega a una milonga…en Berlín?
Es muy especial y garpa mucho ser argentino. Bailás un tango y es un poco la picardía, decís que sos argentino y aunque bailes un poquito ya sos muy bien recibido.
«Preferiría que el que tenga un cuadro mío lo sepa valorar y que el cuadro me trascienda a mí. El cuadro tiene su vida propia. Es como si te preguntan que querés que haga un hijo tuyo, ante todo, que sea quien es. Que sea feliz a su manera.»
¿Y tus influencias cuáles son?
Me gusta mucho Hopper, hay algo que ha sabido captar muy bien que es la soledad en las ciudades. Ha sido como un gran espía, un gran voyeur, y no lo digo en su sentido un poco despectivo, sino como un observador. Ves un cuadro de él, y podés ver a un tipo con su secretaria, y la secretaria ordenando algunas cosas, y se siente que hasta hay una tensión erótica ahí. Hay un libro fantástico que se llama la historia de la sexualidad en la pintura de occidente y es genial porque no hay desnudos, puede haber un soldado de pie y la mujer atándole los cordones y ahí ya hay tanto erotismo. Una aparente sumisión pero de algo que se puede dar vuelta en cualquier momento.
¿Qué personajes o historias te resultan paradigmáticamente eróticas como uno podría decir un clip jugado de Jane Birkin y Serge Gainsbourg?
Tengo pendiente representar lo que me inspiró un libro del escritor japonés Kawabata (Yasunari Kawabata (Yasunari, 1899-1972) que se llama la Casa de las Bellas Durmientes. Es una casa de citas donde van hombres muy ancianos, en el último período de sus vidas, y los conducen a habitaciones donde hay chicas vírgenes, que ya están dopadas. Y las puede tocar, puede hablarles, pero no puede tener sexo. Ese es el código de la casa esa de citas. Y el protagonista al principio va a desgano pero después siente una gran conmoción cuando ve una virgen dormida. Y siente el recuerdo de su primer amor, y le observa la piel. Distintos disparadores. Fue un cuento que me impresionó.
¿Sos hedonista?
Sí, me considero un hedonista porque me deleito en todos los sentidos. Me gusta bailar, cocinar. El baile es tan importante, creo que habría que incorporarlo a los programas educativos, mínimo el tango o la chacarera. Son cosas sociales, expansivas. También me tiran mucho las cosas introspectivas. Yo tengo muy fuerte el ermitaño. Y el ermitaño es el que está medio recluido y tiene algo que tiene que ir trabajando y algún día lo va a transmitir.
«Una mirada puede transmitir a veces más erotismo que un desnudo, es una cuestión de actitud. No tienen que ser los ojos más claros, no es eso, es algo subjetivo. Yo he tenido modelos muy hermosas que no podían relajarse, abandonarse ante la cámara y eso era un gran obstáculo.»
¿Y por qué elegiste ser pintor?
Porque no podía ser otra cosa, era algo que me tiraba muy fuerte. Ahí estaba mi talento y mi don. Nunca podría haber sido abogado. Yo necesito volcar mi mundo interno lleno de imágenes. No sirvo para otro trabajo fijo.
¿Qué pensás que siente alguien que tiene en cuadro tuyo en su casa? ¿Te interesa o te da lo mismo?
No, no me da lo mismo. A medida que van pasando los años me empiezo a preguntar más eso. Antes no me importaba porque era más una cuestión de supervivencia. Quiero llegar a tal lugar, quiero vivir de mi trabajo, quiero ganar tanto con mis cuadros. Pero a medida que pasan los años necesitás motivaciones más finas. Preferiría que el que tenga un cuadro mío lo sepa valorar y que el cuadro me trascienda a mí. El cuadro tiene su vida propia. Es como si te preguntan que querés que haga un hijo tuyo, ante todo, que sea quien es. Que sea feliz a su manera. Mi única responsabilidad es que el cuadro sea lo más fiel a lo que yo quiero transmitir. Hoy por hoy la pintura en sí, con tantos medios que hay, es válida ponerla en duda como medio. Están las fotografías, los videos, la cantidad de imágenes es tan infinita, que es válida. Cualquiera puede sacar una foto, subirla a la red y ser más popular que vos. Puede haber buenos pintores que sean torpes para transmitir o difundir su imagen y nunca ser conocidos. Es muy relativo todo.