Con su proyecto «Hola Vino», creó una constelación de propuestas para acercar a miles de personas al vino con un éxito sin antecedentes/Sesenta ediciones de catas y aprendizajes masivos que parecen recitales (incluso llegó al Konex)/De joven sommelier premiada a la gran referente del vino/¿Qué piensa del concepto de «vinito»? ¿Cuál es su coordenada preferida en Buenos Aires? ¿Cuáles son las nuevas tendencias y por qué confiesa que se puso «cada vez más hinchapelotas» a la hora de beber?
Agus se consagró muy joven en el mundo del vino y se cansó de hablarle «siempre a la misma gente».
«El contacto con la gente me pone la piel de gallina»: entrevista a Agustina de Alba, la sommelier «rock star» que logró acercar los secretos del vino a multitudes. Por Camila Barreiro. Fotos: Sophie Starszenski para MALEVA.
Subirse a un escenario. Escribir un libro. Estar en la radio. Viajar por el mundo. Ser una rockstar… pero del mundo del vino. Agus de Alba tiene casi 20 años de experiencia como sommelier, porque entendió que el vino era su vida a los 18. Hoy es una de las comunicadoras más reconocidas y tiene una propuesta a la medida de cada tipo de consumidor bajo el paraguas de “Hola Vino”: catas privadas, un libro, ferias para conocer a los productores del país y hasta shows. Hoy, con el vino como sangre por las venas, sostiene que su única misión es acercar a las personas a un mundo que, cuando ella empezó, parecía para pocos.
Para los que no lo conocen ¿Qué es Hola Vino?
Es la invitación a un camino de aprendizaje. Hoy en día disfruto de seguir completando ese camino y acompañarlo en profundidad. Porque cuando creé Hola Vino, yo era Hola Vino. Y hoy soy más Hola Feria. Lo que siento es que en nada busco simplificar al vino, porque si lo simplifico lo pierdo. Busco acercarlo.
A tan poco de haberte subido al escenario del Konex. ¿En qué momento hiciste el click de “mi lugar en el vino es el de comunicar”?
Yo empecé la carrera de sommelier a los 18. En ese momento no era común que alguien tan joven quisiera dedicarse al mundo del vino. A los 19 me recibí con medalla de honor y, de mi escuela, me proponen presentarme al concurso de Mejor Sommelier de la Argentina. Ahí gano. A los 22 me vuelvo a presentar y quedo segunda. A los 24 vuelvo a ser primera. Y a los 26, tercera. Ahí tuve una crisis; mientras trabajaba en Aramburu como sommelier y gerenta. La crisis tuvo que ver con que sentía que los primeros años de mi carrera estuvieron destinados a demostrarle al mundo que, a pesar de ser chica, sabía y tenía potencial. Cuando gané, la gente preguntaba “¿Cuánto vino probó en su vida?”, “¿Cuántos viñedos pisó?”. Yo no tenía experiencia pero había estudiado un montón. Hola Vino nace de esa crisis. Porque sentía que siempre le estaba hablando de vino a la misma gente. Ganar concursos me llevó a viajar por el mundo, pero a hablar con un tipo de gente muy específico. Ahí empecé a soñar con acercar al vino.
Poner al vino en un lugar que sentías que no existía aún
A mí me costó mucho la carrera. Cuando la empecé sentía que todos hablaban de taninos, alcohol, descriptores y me llamaba la atención que todo se daba por sentado. Mi enojo con eso me llevó a crear Hola Vino. Porque yo arranqué como una consumidora común, que no sabía nada. Y sentía que me faltaba la primera temporada de la serie entre nada y la carrera de sommelier.
«En algún punto hay algo que sigue intacto en mí, y se me pone la piel de gallina, que es el placer que me da el contacto con la gente. Subir a un escenario, tener una charla, comunicar el vino sea a 10, 2 ó 500 personas. Hola Vino lleva más de 60 ediciones, vinieron más de 10 mil personas. A pesar de que la movida del vino es muy grande, sigue siendo un nicho. Hay mucha gente por conquistar…»
Ahora el vino está de moda, no paran de abrir barcitos… ¿a qué lo atribuís?
Siento que la pandemia ayudó mucho. Si se estaba gestando antes, no lo sé. Yo iba a todos lados a hacer Hola Vino, pero en la pandemia lo hice por Zoom y llegué a tener 1500 personas. Creo que hubo un cambio a nivel consumidor que vino acompañado de una movida mundial relacionada con los vinos naturales, de terroir, frescos, ágiles, de baja graduación alcohólica…Antes de la pandemia nadie hablaba de criollas o tintos ligeros, la gente no tomaba tinto porque lo asociaba con algo fuerte.
Como si los tintos ligeros y la masificación del vino fueran de la mano…
El tinto ligero es la llave de entrada al mundo del vino. En los 90’ y principios de los 2000 la búsqueda era un vino de 34 meses en roble francés, 200% (se ponía dos veces en roble francés al 100%). “Te voy a vender el mejor vino del mundo porque tiene mucho alcohol, mucha madera, mucha extracción”. Eso respondía a un contexto histórico. Al abrirse el juego a la diversidad de estilos y variedades, logramos que mucha más gente se pida un vino.
Con esta expansión del vino, de conocimientos y conceptos… ¿Cómo renovás ese primer objetivo que te llevó a crear Hola Vino?
En algún punto hay algo que sigue intacto en mí, y se me pone la piel de gallina, que es el placer que me da el contacto con la gente. Subir a un escenario, tener una charla, comunicar el vino sea a 10, 2 ó 500 personas. Hola Vino lleva más de 60 ediciones, vinieron más de 10 mil personas. A pesar de que la movida del vino es muy grande, sigue siendo un nicho. Hay mucha gente por conquistar. Quizás antes me preguntaban si reserva y gran reserva eran sinónimos de calidad, y hoy la duda es si naturales y sin sulfitos son sinónimos de calidad.
Cambiaron las preguntas.
Cambian los conceptos de los que te tomás. El mundo del vino es la marea alta y hay botes a los cuales subirse. En el fondo, las personas quieren entender si es bueno o malo lo que va a tomar. En Hola Vino te doy herramientas base, en Hola Feria te encontrás con muchos de los mejores productores y vinos de la Argentina, y en Hola Cata nos reunimos de a 10 personas para probar vinos con temáticas específicas. Es una pirámide que solo busca seguir acercando.
«El tinto ligero es la llave de entrada al mundo del vino. En los 90’ y principios de los 2000 la búsqueda era un vino de 34 meses en roble francés, 200% (se ponía dos veces en roble francés al 100%). “Te voy a vender el mejor vino del mundo porque tiene mucho alcohol, mucha madera, mucha extracción”. Eso respondía a un contexto histórico. Al abrirse el juego a la diversidad de estilos y variedades, logramos que mucha más gente se pida un vino…»
¿Y qué conceptos se explican en Hola Vino en el Konex?
En el último Hola Vino enseñé cómo catar. Cuando empecé tenía un tema con mi olfato. Podemos detectar hasta 2 millones de aromas pero no somos capaces de poner en palabras lo que sentimos. Mi primer día de clases dijeron que teníamos que encontrar un descriptor aromático en un vino. Un compañero dijo que le recordaba a la mermelada de mandarina que hacía su abuela en el campo de Chascomús durante su infancia. Cuando llegó mi turno dije “alcohol”. Me apodaron la chica sin olfato y ahí entendí que el olfato se entrena.
Después de esa crisis que te llevó a acercar el vino, ¿cómo volvés a presentarte (y ser elegida entre las cinco mejores del mundo) al concurso de comunicadores del vino del IWSC?
Cuando Hola Vino llega a Madrid me sentía rara diciendo que fui elegida mejor sommelier de la Argentina en 2008. Además, en uno de mis primeros trabajos en Patagonia (en una hostería mega top que se llamaba Los Notros, frente al glaciar Perito Moreno), yo estaba como runner y sommelier suplente, y en mi primer día de decir “Good evening my name is Agustina I’m the sommelier” me toca atender a los dueños de Chateau Le Pin, una de las bodegas más importantes de Francia. Fiona, la dueña, me invita a hacer vendimia a su bodega con enólogos de todo el mundo si gano Mejor Sommelier de la Argentina. Fui. Cuando volví a Burdeos, 10 años después, me daba vergüenza conmigo misma que Fiona me siga presentando con el mismo título que a los 19. Esas cosas que le pasan a una. Esa es la razón por la que volví a concursar.
«Anchoita Cava es mi lugar preferido para ir a tomar vino en Buenos Aires, y mi mejor plan con un vino es juntarme a catar con amigos. Escuchar sus opiniones, desde un lado relajado. Aprendiendo de ellos…»
Decías que Hola Vino es tu vida. Y ahora, de hecho, trabajás en tándem con tu novio (Felipe D‘ Annunzio). ¿Cómo fue eso?
Felipe es artista plástico y venía haciendo producción pero de música. Nosotros estamos juntos hace dos años y medio pero empezamos a trabajar juntos después de un año de salir. Lo nuestro fue amor a primera vista. Yo en la primera cita ya estaba para decirle que lo amaba.
Lo conocías…
Lo conocí en la cita (risas) y nunca más nos separamos. Y en ese fluir es que él me empezó a ayudar mucho. Yo trabajaba con dos personas re copadas que se fueron y empiezo a entrevistar gente. Él me pasaba perfiles o me recomendaba qué hacer. Hasta que un día, después de tres meses de buscar, le dije “Che, amor ¿no querés hacerlo vos?”. Empezamos con cosas puntuales, pero su involucramiento fue tan grande que se convirtió en algo de los dos naturalmente. Ahora es un proyecto familiar. Antes me sentía muy sola y ahora somos dos a la par.
Tu respuesta es una oda al amor
Siempre digo que, aunque ahora está de moda eso de vivir el día a día, él es el amor de mi vida. La moda me parece un bajón.
¿Qué tiene de particular tu modo de contar el vino?
El vino es mi vida, no mi trabajo. Todo lo que recomiendo tiene una razón de ser y un hilo conductor.
En tu sección de preguntas de Instagram hay algo de eso. De recomendar sin barreras.
Cuando empecé Hola Vino hacía vivos desde el chino, porque era lo que yo tomaba. Hoy en día mi público es más amplio porque con Hola Feria empezó a venir gente con un nivel de conocimiento que quizás a Hola Vino no venía. Entonces cuando hago un buzón de preguntas en Instagram hay gente que pide recomendaciones de vinos de mil pesos y otros de 300 euros. Mi foco está en incluir sin descuidar a nadie.
«Soy cada vez más hinchapelotas. Si vamos a Lo de Charly, pido un sifón, un vino en vaso y estoy chocha. Pero si voy a un bar de vinos espero una buena copa, una correcta temperatura… una exige en función del concepto y lo que paga. Si estoy en mi casa y le querés poner hielo al vino, voy a tratar de refrescártelo para que no lo hagas…»
¿Hay una pregunta que recuerdes porque te shockeó?
Cuando estaba en Últimos Cartuchos una chica mandó una foto diciendo que estaba guardando un vino y quería saber si estaba bien. En la foto el vino tenía un papel film y le digo “no entiendo qué estás guardando”. Y me dice “el vino”. “¿Pero ya lo abriste?”. Y me dice “Sí, hace dos años. Pero me tomé una copa y le puse papel film”. Fue desopilante.
¿Sos team biblia del vino o que cada uno haga lo que quiera?
Soy cada vez más hinchapelotas. Si vamos a Lo de Charly, pido un sifón, un vino en vaso y estoy chocha. Pero si voy a un bar de vinos espero una buena copa, una correcta temperatura… una exige en función del concepto y lo que paga. Si estoy en mi casa y le querés poner hielo al vino, voy a tratar de refrescártelo para que no lo hagas.
¿Cuál es tu spot preferido para ir a tomar vino en Buenos Aires?
Anchoita Cava.
¿Y tu mejor plan con un vinito?
Juntarme a catar con amigos. Escuchar sus opiniones, desde un lado relajado. Aprendiendo de ellos.