«El arte atraviesa todo lo que hago, me gusta pensar el diseño con libertad»: entrevista en su vibrante taller del Abasto a la diseñadora Fernanda Sibilia

Conversamos con esta creadora argentina cuyas piezas se venden en lugares de la talla del Moma o el Guggenheim y que acaba de presentar una nueva colección junto a su sobrino (el escultor Julián Perrone Sibilia) en donde le da la bienvenida al papel sin dejar lo metálico como material distintivo. ¿Qué piensan afuera del diseño argentino? ¿Qué la inspira? ¿Cómo no perder nunca la frescura sin traicionar la esencia?

Fernanda recibe a MALEVA en su taller – vibrante y colorido -, en el barrio porteño del Abasto. 

«El arte atraviesa todo lo que hago, me gusta pensar el diseño con libertad»: entrevista en su vibrante taller del Abasto a la diseñadora Fernanda Sibilia. Por Justina Gastaldi para MALEVA.

En su taller del barrio del Abasto – un oasis entre lo industrial y lo vibrante, donde cuelgan formas coloridas y cada rincón desborda juego y exploración -, Fernanda Sibilia presentó este invierno una nueva colección que pone en pausa al metal como elemento único y se anima a otra materialidad: el papel.

El foco, esta vez, está puesto en ese recurso y su libertad para moldear con volumen aunque sin abandonar la pasión artesanal — ni la esencia metálica –, que caracteriza sus creaciones. “Por eso del metal al papel y no chau metal, hola papel” aclara la diseñadora.

Allí estuvo MALEVA y pudo conversar con Fernanda, quien con una personalidad vibrante e interesante y con casi tres décadas de trayectoria, logró que sus piezas llegaran a lugares que son verdaderos templos del diseño y la curaduría contemporánea: los estantes de tiendas de museos como el MoMA y el Guggenheim, que para muchos (yo incluida) son espacios de ensueño más allá de la propia exhibición.

Un punto clave en esta nueva etapa es la participación de su sobrino y socio, el escultor Julián Perrone Sibilia, quien aportó su mirada contemporánea desde la tridimensionalidad y la forma, sumando una nueva sensibilidad al universo Sibilia.

«Mantener viva la curiosidad es clave. Seguir haciéndonos preguntas. La pasión: si no hay pasión, no hay nada. También es un desafío sostener un proyecto con tantos años sin perder frescura, sin repetirse, sin traicionar la esencia. En ese sentido, trabajar en familia, es una gran ventaja. Julián trae una mirada escultórica, contemporánea, que se cruza con mi experiencia más artesanal…»

¿Cómo nació Sibilia, Fer? ¿Qué te hizo pensar que podía convertirse en una marca?

Empecé estudiando joyería en la Escuela Municipal de la Joya. Tras apenas dos años, gané el premio Nuevos Talentos de la revista Para Ti y conocí a mi proveedor de bronce, un visionario que me incursionó en este material para trabajar mis creaciones. Sentí que tenía otra presencia, otra posibilidad de exploración. Así comencé una trayectoria en la que colaboré con reconocidas marcas argentinas. Empecé dorando y plateando, hasta que me animé a trabajar con pátinas y colores. Ahí apareció una paleta propia y la participación clave de Julián como socio y colega en el proceso hace ya 10 años.

Entusiasmada por seguir conociendo la historia de esta artista, tuve la suerte de ver en primera mano sus bocetos y su extensa guía de colores y algunos objetos. Le comenta a MALEVA que a futuro, le gustaría poder crear un libro no académico con toda esta colección de paletas con nombres propios para poder brindarle al cliente una cercanía a la pieza no solo material sino más bien sentimental.

«Mi inspiración viene de todo. El arte, de todo tipo de arte pero en especial del pre-colombino. También del cine, la danza, de caminar por las calles de mi barrio… y de mis padres…»

¿De dónde viene tu inspiración?

De todo. El arte, de todo tipo de arte pero en especial del pre-colombino. También del cine, la danza, de caminar por las calles de mi barrio… y de mis padres.

Emocionada, Fernanda recuerda a sus padres como actores claves para el desarrollo de su creatividad. “Son arquitectos y desde chica me llevaban a recorrer museos, a buscar combinaciones de colores. Esa formación visual quedó muy grabada en mí. El arte atraviesa todo lo que hago. Me gusta pensar el diseño con libertad.»

En esta nueva etapa, del metal al papel…¿Cómo es el proceso creativo, desde la idea hasta el objeto terminado?

Lo que nos permitió esta nueva materialidad fue generar volumen, algo que yo buscaba hace muchísimo tiempo con mis obras. Junto a Julián, veníamos intentando con diferentes técnicas hasta que encontramos la pulpa de papel, que nos permitió una tridimensionalidad que antes no lográbamos. Todo parte de una conversación, de una inquietud compartida. Después, viene el proceso de prueba: moldes, combinaciones, errores. Generalmente parte de una forma, y luego probamos variaciones de colores, pero siempre está ese diálogo. Nunca dejamos atrás el alma metálica.

¿Qué desafíos enfrentás hoy como artista y emprendedora?

Mantener viva la curiosidad. Seguir haciéndonos preguntas. La pasión es clave: si no hay pasión, no hay nada. También es un desafío sostener un proyecto con tantos años sin perder frescura, sin repetirse, sin traicionar la esencia. En ese sentido, trabajar en familia, es una gran ventaja. Él trae una mirada escultórica, contemporánea, que se cruza con mi experiencia más artesanal. Nos nutrimos mutuamente, nos potenciamos.

«Afuera, del diseño argentino, se valora mucho lo artesanal. El cliente es exigente y eso está buenísimo. En lugares como el MoMA o el Victoria & Albert, donde vendemos nuestras piezas, la gente valora lo auténtico. La rotación constante de visitantes, el interés de los que van para llevarse un recuerdo, hay algo de esencia que permanece. Y eso nos da espacio para mostrar lo que hacemos con verdad…»

Sibilia viajó por el mundo y hoy pisa fuerte en ciudades como Nueva York y Londres. ¿Cómo sentís que es percibido el diseño argentino en el exterior?

Se valora mucho lo artesanal. El cliente es exigente y eso está buenísimo. En lugares como el MoMA o el Victoria & Albert, donde vendemos nuestras piezas, la gente valora lo auténtico. La rotación constante de visitantes, el interés de los que van para llevarse un recuerdo, hay algo de esencia que permanece. Y eso nos da espacio para mostrar lo que hacemos con verdad.

¿Qué es lo que nunca quisieras perder como creadora?

Seguir siendo niños. Tener curiosidad, ganas de jugar, de imaginar. Esa emoción por lo que uno hace es lo que mantiene viva la curiosidad. Después de tantos años, eso es lo más valioso de todo.