DIEZ ESTEREOTIPOS DE GENTE QUE NO PUEDE DEJAR EL CELULAR DURANTE UNA COMIDA

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No importa si a un restaurant vas con alguien de carne y hueso, la única companía que importa parecer ser la del celular

 

DIEZ ESTEREOTIPOS DE GENTE QUE NO PUEDE DEJAR EL CELULAR DURANTE UNA COMIDA. POR ANDRÉS KILSTEIN.

Vivimos en un mundo hiperconectado cuyos estímulos nos alejan poco a poco de los sentidos y la materia. Está comprobado que recibir un Like en Facebook activa las mismas regiones de nuestro cerebro que recibir un beso o un abrazo. ¿Qué pasa entonces cuando en un restaurant, donde prima lo sensorial, los comensales se sienten interpelados por el mundo digital que se abre en sus teléfonos móviles? Los chefs son quienes primero, antes que nadie, han captado esta amenaza para la experiencia culinaria. 
 

“El chef de Fierro Hotel, Hernán Gipponi, cuenta que una noche un cliente estaba cargando su teléfono mientras comía y a su vez lo usaba. Por lo tanto el cable estaba tirante y uno de los camareros del equipo se tropezó, tiró la bandeja que llevaba y le rompió el cargador al cliente. Por supuesto, hubo que reponérselo”

 
La telefonía móvil acerca mundos, abre puertas y permite que los desconocidos tengan más posibilidades de conocerse. Pero en la misma medida en que la conectividad te da, la conectividad te quita. ¿Qué pasa entonces cuando en un restaurant, donde prima lo sensorial, los comensales se sienten interpelados por el mundo digital que se abre en sus teléfonos móviles? Y una de las cosas que se suprimen es la paz, la actitud reposada, el saborear los ingredientes de un plato sin ninguna otra interferencia. “Mucho no me gusta, si salís a cenar relájate, disfrutá del lugar, la comida, y la charla”, afirma el chef de Fierro Hotel, Hernán Gipponi. Agrega una buena anécdota al respecto: “Una noche un cliente estaba cargando su teléfono mientras comía y a su vez lo usaba. Por lo tanto el cable estaba tirante y uno de los camareros del equipo se tropezó, tiró la bandeja que llevaba y le rompió el cargador al cliente. Por supuesto, hubo que reponérselo”.
Como los usuarios de celulares en restaurantes conforman un campo inmenso e inabarcable, en Maleva intentamos resumirlo en los siguientes estereotipos. A continuación, los 10 hiperconectados más comunes en locales gastronómicos. ¿Se identifican con alguno (o con varios)?
 

LOS 10 PERFILES DE HIPERCONECTADOS EN MEDIO DE LA MESA:

 

1) La que tuitea sobre la cita que está manteniendo

Encontrarse con un pretendiente le parece una experiencia que debe ser narrada para quien quiera escuchar. Si el pibe ya mencionó más de una vez a su ex, si no para de hablar de su carrera de ingeniería en hongos o si hace ruidos raros al tomar sopa, ella encontrará un momento de distracción o fingirá contestar un mensaje para tuitear al respecto. Tuiteo luego existo, parece ser la consigna. El feedback que entreguen sus redes será el termómetro sobre el éxito o fracaso del encuentro. Por supuesto, hay un riesgo: el pretendiente podría estar infiltrado entre sus followers y recibir información de más.
 

2) El que fotografía cada plato y lo sube a Instagram

Para él o ella ningún plato se saborea correctamente si no ha sido previamente fotografiado. El salmón puede ser un manjar delicioso, pero su sabor queda opacado al lado de ese color tan llamativo, que con un buen filtro de Instagram puede volverse rosa chicle pop. La entrada, el plato principal, el postre y hasta el café serán retratados apenas contacten la mesa (es decir, mientras estén intactos, la única manera de fotografiarlos). La comida y el paisaje son igualados por Instagram como objetos de contemplación.
 
 

3) El que coloca un celular suntuoso sobre la mesa sólo para presumir

Posa sobre la mesa el último modelo de iPhone (ese que quizá sólo se consigue en Estados Unidos o Chile), con un clac, un sutil ruido que consigue llamar la atención. Ahí, próximo al centro, no muy lejos de la panera. La función del dispositivo es clara: señalar el status del poseedor, exponer en un solo vistazo un universo de consumos y de accesos. Si la persona es requerida o no, si el teléfono no para de vibrar o queda en eterno reposo, todo eso resulta indiferente. El celular es una extensión del hombre y está expuesto para quien quiera conocer al hombre.
 

4) El busy-type que habla de trabajo con dos teléfonos a la vez

Este personaje, habitante antes de los almuerzos que de las cenas, posible ejecutivo de cuentas, productor de TV o gerente regional, es un verdadero cultor del frenesí. Puede ser muchas cosas. Pero en todos los casos es un sobre-ocupado, sobre-exigido, y el mediodía es el momento en que deja el celular abierto (porque no está en reuniones o en call conferences) y la gente aprovecha para llamarlo. A falta de un teléfono móvil este sujeto cuenta con dos, y probablemente también una tablet, con lo que se asegura que, en cualquier minuto que tomemos, vibraciones y soniditos lo solicitarán.
 

5) El que no puede abandonar por dos minutos el grupo de Whatsapp de sus amigos

El mismo ensamble de amigos que arrastra desde la primaria. Todos ellos comparten un grupo de WhatsApp desde 2006. Esta comunidad en red es prácticamente un hogar, un cálido rincón por el que circulan fotos eróticas, gastadas de amigotes y memes ridículos. Este material guarda el poder de interrumpir una comida, un brindis emotivo o uno de esos momentos románticos acompañados por un vino añejado. Porque un amigo es un amigo, y no se lo puede hacer esperar con el obligado “jajaja”.

Leane Bullton
Y en casos muy extremos está la que abandona la mesa para salir a hablar por celular afuera

 

6) La que cuestiona que el acompañante preste atención al celular, pero no puede evitar hacer lo propio

Mientras están sentados en la mesa, no tolera que el otro se pierda una sola palabra de su relato ni siquiera para mirar la hora en el celular. La tecnología móvil le parece una invasión moderna, un bombardeo consumista, que aislará y alienará a las persona, al punto de borronear los contornos de la humanidad como la conocimos. ¿Pero puede privarse ella misma de echar un vistazo al celular cuando oye el dulce tañido de la notificación de Facebook? Difícil. Hay chances de que sea un nuevo Like.
 

7) Los que consensúan dejar el celular en el centro de la mesa y no tocarlo, pero se mueren de ganas de hacerlo

Este grupo de jóvenes, nativos tecnológicos, pero al mismo tiempo humanistas, conscientes, con motivaciones que vienen quizá del mundo del yoga o del arte, deciden disfrutar la comida, la bebida y el momento (como si se tratara de una publicidad de cerveza). Entonces reúnen los celulares en el centro de la mesa y hacen un pacto de silencio, sí, de silencio frente a la tentación que inspiran los dispositivos. No vale tocarlos. No vale mirarlos. Ni un poquito. Y todos se derretirán de ganas de hacerlo mientras NO disfrutan la picada con la curiosidad de “quién habrá sido el que llamó” acechando sus cerebros.
 
 

8) El que todavía tiene un celular “ladrillo” y se jacta de ello

En un mundo que se complejiza, hay un placer con sabor a resistencia en persistir en lo simple. El que se aferra a su celular ladrillo no se considera un atrasado sino un sobreviviente. No faltará en el curso de la comida, mientras envía un SMS, una mención nostálgica a cuánto más duros eran esos aparatos, a cómo resistían caídas de mayor altura y cómo podías pasar tres días sin cargarlos (todas las referencias con verbo en pasado, como si el “ladrillo” no estuviese ahí presente y ya todos supiéramos que está sepultado). En definitiva, no compró sólo un celular estándar hace 8 años, no señores. Se compró un motivo de orgullo para el resto de sus días.
 

9) La que usa el celular de espejo para ver si está presentable

Una cena con un chico, especialmente si es la primera, puede definir el futuro de la relación. Y las comidas son momentos complicados, que te pueden jugar una mala pasada. Alimentos que se desprenden, se desgranan y dejan rastros por donde avancen. ¿Qué mejor idea que usar la cámara frontal del teléfono a modo de espejo? Y acá la cosa cambia: si somos narcisistas cuando nos alimentamos de Likes, lo somos también cuando buscamos una verdad evasiva en el celular hecho espejo.
 

10) El que mira al celular aunque no le suene

Ansioso, obsesivo, pendiente del celular aunque éste no le dé motivos. Lo oye sonar aunque no suene, lo siente vibrar aun cuando no vibra. Su acompañante duda de su sanidad mental. Mientras uno le habla, él mira de reojo una y otra vez hacia la electrónica esperanza. Por supuesto, una esperanza que se sostiene de una comunicación débil en un mundo volátil.