Es una cepa que logra vinos excelentes y los enólogos la adoran, pero hace veinte años entró en un largo olvido en Argentina a manos del omnipresente Malbec/En esta nueva columna para MALEVA, el periodista gastronómico Rodolfo Reich revindica – en la semana del Cabernet Sauvignon -, al vino que antes era el preferido de los argentinos (y que ahora vuelve a enamorar a las bodegas)/Además: ¿qué lo hace – según el autor -, tan especial?
Con aromas frutales y deliciosos, el «viejo» pero excelente Cabernet Sauvignon vuelve a ponerse de moda entre las bodegas del país
«Devuelvan nuestro amado Cabernet Sauvignon». Por Rodolfo Reich.
Lo vas a escuchar mil veces: Argentina es malbec. malbec y más malbec. Pero no lo creas. Esto en realidad es nuevo: hasta finales de los 90 (hace un puñado de años, en los cines se estrenaban películas como Noting Hill y Matrix), los mejores vinos del país eran los cabernet sauvignon. ¿Qué pasó que hoy somos todos fans del malbec? La respuesta no te sorprenderá: marketing.
En realidad estoy siendo injusto: es más que marketing. La cuestión es más o menos así. Hasta el año 2000 el vino que se hacía en Argentina se quedaba en Argentina. Lo bebíamos todo nosotros. Pero el mercado interno estaba en caída y las bodegas entendieron que debían exportar. Se gastaron millones de dólares en tecnología, mejoraron los procesos en viñedos y bodega, hasta lograr vinos tan buenos como los mejores del mundo.
«Lo vas a escuchar mil veces: Argentina es malbec. malbec y más malbec. Pero no lo creas. Esto en realidad es nuevo: hasta finales de los 90 (hace un puñado de años, en los cines se estrenaban películas como Noting Hill y Matrix), los mejores vinos del país eran los cabernet sauvignon. ¿Qué pasó que hoy somos todos fans del malbec? La respuesta no te sorprenderá: marketing…»
La primer idea era vender justamente cabernet sauvignon, lo mejor que hacíamos. Pero había demasiada competencia. Muchos países productores ya tenían un gran cabernet sauvignon. No olvidemos que es la uva más querida y respetada del planeta. Había grandes cabernet en Europa (¡Francia!) pero también en Chile, Australia, EE.UU. y sigue la lista. Con tanta oferta, ¿por qué nos iban a comprar a nosotros? Era como venderle chocolate a los suizos: imposible. Fue ahí que redecubrimos nuestro malbec: una uva riquísima y, mejor aún, era solo nuestra (al menos en cantidad y calidad). ¡Eureka!
Hasta acá, todo bien. El malbec creció en miles de hectáreas de cultivo y en miles de etiquetas fantásticas. Este fenómeno, que nació para la exportación, terminó por imponerse también en Argentina, convirtiéndose en el vino que más bebemos en el país. Y está buenísimo. Pero esta columna no habla de lo maravilloso que es el Malbec, sino de lo fantástico que también es el cabernet sauvignon.
Es fácil: pregunten a cualquier enólogo cuál es su vino favorito. Es muy probable que responda cabernet sauvignon. Es que esta uva da vinos que suelen ser complejos, profundos. Que tienen aromas frutales (como el Malbec) pero también otros (especiados, vegetales) que son deliciosos. Y lo mejor de todo es que los cabernet sauvignon de la Argentina la están rompiendo. Y por eso cada vez más bodegas apuestan de vuelta a esta uva, saben la calidad que tienen en sus manos. En especial en zonas tradicionales de Mendoza, como Maipú, Vistalba, Agrelo, donde el cabernet se pone elegante, con potencia contenida, con sus rasgos más duros limados hasta ser delicados. O en el norte, en los Valles Calchaquíes, con Salta a la cabeza, donde los cabernets son más jugosos, más dulces y robustos, estupendos. Ni hablar cuando dejás al cabernet varios años en una botella bien cuidada: es una locura lo rico que se pone. Y para los que no se deciden, hay cortes (es decir, mezclas) de cabernet con malbec que unen lo mejor de los dos mundos, la fruta y la profundidad.
«Es fácil: pregunten a cualquier enólogo cuál es su vino favorito. Es muy probable que responda cabernet sauvignon. Es que esta uva da vinos que suelen ser complejos, profundos. Que tienen aromas frutales (como el Malbec) pero también otros (especiados, vegetales) que son deliciosos. Y lo mejor de todo es que los cabernet sauvignon de la Argentina la están rompiendo…»
Probá: si vas a comer un vacío o una tira de asado a la parrilla (los dos cortes más argentinos que existen), ningún otro vino va tan bien como el cabernet sauvignon. Al ser un poco más “áspero” que el malbec (por los famosos taninos), se lleva genial con esa grasa y el sabor de estas carnes.
Por muchas décadas los argentinos supimos amar el cabernet sauvignon. Era el vino que le gustaba a mi papá y posiblemente le gustaba a tus padres (y madres), a tus abuelos (y abuelas). No todo tiempo pasado fue mejor, pero tampoco está bueno olvidar aquello genial que tenemos en el país, tan solo porque le conviene al mercado de exportación.
Esta semana se festeja el “día mundial del cabernet sauvignon”. Una gran excusa para descorchar uno y entender de qué trata la gran uva tinta del planeta.
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Sobre el autor de la nota: Rodolfo Reich es periodista. A los 25 años probó una sopa tailandesa que le rompió la cabeza y desde entonces reflexiona sobre gastronomía en medios como La Nación, Brando, Página12, Maleva y Radio con Vos. Tuvo un bar, un catering y cada tanto escribe algún libro.
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Foto destacada: gentileza Unsplash (Lasseter Winery), foto cuerpo de nota, gentileza Unsplash Alevision Co.