DETRÁS DE ESCENA DE LAS ESTATUAS CURIOSAS


 
Por Andrés Enriquez Dibós (texto y fotos)
La ciudad de Buenos Aires es dueña de un sinfín de estatuas y monumentos – según los cálculos oficiales del MOA (Monumentos y Obras de Arte de la Ciudad), el número es de 2482 e incluye, entre otros, a placas, bustos y mástiles-. Dentro de esa cifra, hay también muchísimas obras que son desconocidas por la mayoría de los porteños y turistas, y que albergan historias para indagar y contar (o, al menos, para imaginar). Maleva salió a recorrer distintos barrios de la ciudad para retratar alguno de las figuras más curiosas y desempolvar curiosidades de homenajes, mitológicas, censuras y simbolismos.
Carlos Gardel, con solapa para dejarle un tulipán 

Ubicación: Curapaligüe y Eva Perón. Parque Chacabuco.
Cuatro morrudas palomas caminan a paso firme a su alrededor como si estuviesen custodiando el alma del Zorzal Criollo. Si realmente esa fuese su intención, no parecería ser suficiente. El busto color bronce de Carlos Gardel no luce cada día mejor. El dorado cede cada vez más al color cemento. El sol y el paso del tiempo son los principales sospechosos de erosionar la obra de Luis Zicarelli, ubicada en una improvisada plazoleta al costado del Parque Chacabuco. Eso sí, la sonrisa que conocemos de las imágenes y videos de Gardel permanece ilesa, como si quisiese enfrentar la letra de uno de sus tangos que decía “yo no quiero que nadie se imagine, cómo es de amarga y honda mi eterna soledad”. Es por eso que para mitigar la solitaria vida de la estatua, el autor diseñó un ojal en el saco que permite a los vecinos interactuar con el Zorzal y colocarle una orquídea o un trébol para que, al menos, esa sonrisa luzca cada día mejor.
 
La Estatua de la Libertad de Barrancas de Belgrano (hecha por el mismo escultor que la de N.Y)

Ubicación: La Pampa entre Virrey Vértiz y Arribeños.
Resulta curioso caminar por Barrancas de Belgrano y toparse con una Estatua de la Libertad tamaño souvenir en relación a la neoyorquina. De más está decir que el desconocimiento de su existencia es inversamente proporcional a la fama de la que se encuentra en la isla de Manhattan, frente al río Hudson. Sin embargo, no deja de ser pintoresca para quien le regale unos minutos de atención. Si bien se trata de una réplica – realizada por el mismísimo parisino Frédéric Auguste Bartholdi, escultor de la original -, existen algunas diferencias; a saber: la antorcha no flamea y los vecinos aseguran no haberla visto nunca encendida. El color es un rojo cobrizo: el verde agua de la norteamericana nada tiene que ver con el hierro colorado de la réplica local. Su altura no supera los cuatro metros: la célebre estatua sin base alcanza los 46. Tamaña diferencia. Por último, un grafiti esencialista de la libertad parece desmentirla con ingenio e ironía: “La libertad no es estatua. Ella vuela”.
 
Saturnalia, la escultura «desenfrenada» que fue censurada y recién volvió con la democracia

Ubicación: Jardín Botánico. Palermo.
El Dios de la agricultura era Saturno según la mitología romana, y Saturnalia hace referencia a las festividades ofrendadas a esta deidad que tomaban vida entre el 17 y el 25 de diciembre de cada año. Los esclavos eran liberados por ese corto lapso, momento en que se celebraba la finalización de la siembra y se representaba la igualdad original de los hombres. Después del arduo trabajo durante el año, en esas fechas lo único que se respiraba en el aire era alegría y fruición. La escultura de bronce del italiano Ernesto Biondi, emplazada en el corazón del Jardín Botánico, simplemente intenta representar el estado de ebriedad y desenfreno al que se podía alcanzar en estas fiestas. Pero el dato curioso es que durante último gobierno de facto de nuestro país estas imágenes no fueron bien vistas dado que en 1981 se censuró la obra y terminó juntando polvo en un depósito. Por suerte, en 1984, con el retorno de la democracia, volvió a ver la luz.

De pie. El pie que aplasta a un dedo gordo

Ubicación: Paseo de la Recova. Carlos Pellegrini entre Libertador y Posadas. Recoleta.
Encerrada en un triángulo imaginario compuesto por una concesionaria de autos, un restaurante de pastas y el edificio de una empresa de celulares, De pie – obra del napolitano Gennaro de Tommaso – parece jugar a las escondidas en Paseo de la Recova, por lo que resulta casi invisible a ojos de porteños y turistas. Realizada de anchico marrón, requiere de una mirada atenta para comprender que representa un pie aplastando un dedo gordo. Difícil desentrañar significaciones de la misteriosa figura, pero Daniel Riera, en su libro “Buenos Aires Bizarro”, ofrece una explicación algo particular: según el periodista, se trataría de romper con la hegemonía de las manos y su infinita señalética que convive con nosotros a diario.
 
Tótem, el misterioso símbolo que donaron los Kwakiutl canadienses 

Ubicación: Plaza Canadá. Retiro.
“…nuestra imaginación se complace con la idea de un tótem en el destierro, de un tótem que oscuramente exige mitologías, tribus, incautaciones y acaso sacrificios. Nada sabemos de su culto; razón de más para soñarlo en el crepúsculo dudoso.” Jorge, habitué de la Plaza Canadá, asegura que hace un par de semanas vio a una persona agachada adorando al tótem, pero no sabe bien por qué. Acaso Borges agregue aún más misterio al culto de la obra con la citada frase que también se puede leer en la placa. Lo único certero es que el colorido tótem, donado por el gobierno canadiense y tallado en cedro rojo, fue repuesto en Julio de 2012, luego de que se retirara la original por falta de mantenimiento. El sugestivo diseño con un cuervo, un lobo, una ballena asesina y dos humanos – símbolo Kwakiutl, pueblo de una de las primeras naciones de la costa del pacífico del norte de Canadá – parece querer competir por una mayor cuota de miradas curiosas con la vecina torre de los ingleses de Retiro.
 
Pappo es monumento y varios van en procesión a homenajearlo

Ubicación: Plaza Roque Saenz Peña. Paternal.
“Estoy en la plaza de Pappo, viendo el homenaje. Ya voy para allá” comentó por celular un joven muchacho a su interlocutor mientras tomaba instantáneas del monumento al fallecido guitarrista Norberto “Pappo” Napolitano. El rock y la política siempre despertaron pasiones y sentimientos insondables, pero al menos hoy en esta plaza, que oficialmente homenajea al ex presidente Roque Saenz Peña, el rock parece ganar la pulseada sentimental. Para los fanáticos y algunos vecinos del barrio porteño, ya se rebautizó y se trata de la “plaza de Pappo”. Basta con googlearla y encontrar una página con el nuevo nombre. Rockeros, famosos y empresarios colaboraron en este sentido homenaje cuyo diseño juega con la dualidad cartesiana en la que la música de Pappo traspasa la frontera de la ausencia de su cuerpo y eterniza su alma a través su obra.
Diseño y retoques: Lucas Lombard