Mash: curry bien british en San Telmo
Como sucede en Londres, Barcelona, Hamburgo y Melbourne, los curry bars son una tendencia que crece en las ciudades cosmopolitas como una opción de comida étnica que emociona. Buenos Aires no es la excepción, MALEVA estuvo investigando y te traemos opciones para que te saques el antojo (picante antojo, por cierto) desde Martínez hasta el microcentro.
“La pasta de curry es el alma del plato, es la mezcla de hierbas aromáticas y especias que aportan todo el sabor, aroma y color al plato. Nosotros hacemos nuestras propias mezclas”, explican en Green Curry. Un plato con aromas, sabores y texturas que corta el mediodía en el microcentro porteño con las preparaciones típicas del sudeste asiático y la India. El nivel de picante lo regulás vos porque se sirve a parte, y está hecho como la salsa thai sriracha: “Usamos ajíes frescos, jalapeños verdes o rojos, rocoto, ají amarillo o el clásico argentino de la mala palabra. Agregamos un toque de ajo, azúcar, vinagre, aceite, ¡Y te volamos la boca!”. Pedite el #CurryDelDia, siempre viene con arroz. Tienen delivery.
Hay que armarse de paciencia para encontrar mesa en esta casa de curry británica a cargo de Martyn, el chef que creció en el pub de su familia en un pueblito a cuatro horas de Londres. Sólo abren de noche y siempre está lleno, desde temprano (convoca a muchos extranjeros que prefieren el primer seating). El local de San Telmo es ideal para comprender la fascinación que despertaba en los ingleses el sabor enigmático de la India, un gusto diferente que inspiró el nacimiento de los “curry powder” para que se pudieran llevar a su isla las especias en polvo. Mash existe desde 2002 pero se mudó de local hace más de un año, una nueva casa donde detalles vintage, ambiente internacional, historias de las colonias y un menú de más de 10 curries componen un hit.
Del otro lado de la puerta roja, el gastropub trae a Palermo Soho lo mejor del street food asiático desde una cocina muy a la vista (casi se puede tocar el wok si te sentás en la barra que la rodea). “Originalmente, el curry era una mezcla de especias. Con el tiempo, a los platos elaborados con esas mezclas también se les llamó así. Varían con el país o la región, en Tailandia, por ejemplo, se busca un equilibrio entre la leche de coco, el picor y la acidez”, afirma Diego Rizzi. El Chef de Opio Gastropub propone una variedad de curries que resumen sus estancias en Asia. Probá el curry verde de espinacas, papa, garbanzos, berenjenas y colilfor acompañado de arroz crocante. ¿El más original? El de búfalo. Para abrir y cerrar la comida con fuego: un shrimp bloody Mary (sí, viene con un langostino como drink styling) y chocochill, una paleta helada de chocolate cubierta con garrapiñada spicy de maní. Es rápido, divertido y accesible. El furor de la fórmula BBB.
Esta esquina palermitana es un clásico que se renueva constantemente, en un desfile de creaciones inspiradas en los platos típicos de Tailandia, Singapur, India, Corea y Hong Kong. Hacen fusión de verdad: cocina asiática, con sabores auténticos y materia prima local en un espacio minimalista que contrasta a la perfección con la contundencia de las sensaciones. Mi umbral del picante es bastante alto (hasta me dicen que tengo lengua de dragón) y sólo dos veces en mi vida no pude terminar un plato de lo picante que estaba. Una vez fue en Camboya, otra en Sudestada, donde me quise hacer la brava y elegí la opción más fuerte (el menú avisa qué pica y qué no). Para comer un curry Panang de mariscos en el lugar que eligen los chefs cuando quieren conectarse con los sabores del otro continente, gran favorito de Narda y Francis.
Me costó mucho recordar el nombre del chef que me iba a recibir y esa ya es una primera pista para confirmar la autenticidad de este restó hindú. Meraman Keshwala es originario de la ciudad de Mahatma Gandhi, y en pleno Palermo Hollywood sirve las especialidades de su tierra natal en un menú extensísimo, en cantidad de opciones y de sabores. “Se qué está muy rico pero no puedo probarlo porque soy vegetariano”, dice sonriendo mientras acerca a la mesa un garam masala de cordero. Para sentir la misma mezcla de especias con sabores de mar, fish bhuna trae coliflor, coco y langostinos. Es casi obligatorio comenzar la comida con un naan, el pan calentito que frotado con ajo no puede más. Muy buena la limonada especiada.
“Elaboramos nuestro propio mix de especias con pimienta rosa, cardamomo, anís estrellado, ají amarillo y lemon grass, más leche de coco para suavizarlo.” Se degusta con la pesca del día –“ hoy tenemos lisa”–, y viene con verduras y arroz basmati. La primacía del producto en una cocina aromática e intensa. Platos que son como cuadros, en imagen y sabor en el interior de Fierro Hotel. Difícil escoger donde sentarse. el salón es impecable y el patio de atrás, un jardín en la ciudad.
Las especialidades del Imperio Mongol – que se expandió por los territorios actuales de India, Paquistán, Irán, Afganistán, Nepal, Bután y Bangladesh– en formato de cantina. La deco tiene toda la onda, con empapelados y esténciles, en la antesala de un Bed&Breakfast que llena el espacio de un aire cosmopolita. Algunos de los otros extranjeros que frecuentan Kebab Roll son los propios amigos del mundo de Shehryar Sumar, a los que agasaja con los platos que preparaba con su hermano en su casa de Paquistán. “Mi madre no cocina así que nosotros lo hacemos desde chiquitos. Ella fue quien nos dejó entrar a la cocina a experimentar, con la condición de que tuviéramos cuidado con el agua hirviendo y de que limpiáramos después”. Desde los 9 años, Shehryar maneja las especias con su nariz y a ojo, “tirando color sobre carnes y verduras”. Hay korma de pollo de campo (un curry de sabor suave a base de yogurt) y alú palak, una crema de espinacas con hojas de mostaza y papa. En Kebab Roll, el curry del día se vende al peso y va con tarka dál de lentejas turcas y amarillas.
En la Avenida Libertador, cerca pero muy lejos del Barrio Chino, Gonzalo Sacot (Sucre) y Quique Yafuso (Haiku) juntaron su fuerza y su experiencia para crear un nuevo éxito. Sabores con carácter, colores y sutilezas en un restó de estética distinguida y comensales cool. La coctelería con gran impronta oriental está buenísima, y el Quintonic de gin, pepino, wasabi y agua tónica es perfecto para refrescar el paladar del poderoso curry rojo: ternera braseada en caldo dashi, soja y especias con berenjenas, albahaca asiática, cilantro, leche de coco y arroz blanco.
Sabores caseros de la cocina familiar de las diversas comunidades de la India. “Representamos en profundidad lo que todas las regiones tienen para ofrecer”. En Ali Indian Restaurant, además de su carta, algunas noches especiales (y medio días) organizan tenedor libre de currys. El formato permite probar de todo: el menú incluye entradas (samosas, pakoras, tikka de papa), principales (curry de vegetales, de pollo y de cordero; lentejas al curry -daal-; cordero al horno de barro -tandoori), postres indios (halwa de zanahoria es un dulce espectacular) a un precio cercano a $250. “Todas nuestras especias son mezcladas por nosotros mismos.”