Leonora Balcarce (38) se anima a contar sus fracasos y sus éxitos, a mostrar sus puntos débiles y fuertes. Y tal vez desde esa autenticidad construyó personajes disímiles como una chica mala en «Montaña Rusa, Otra Vuelta», una nena inocente en «La Ciénaga», una más jugada en «¿De quién es el portaligas?, una mujer poseída en «Mujeres Asesinas», una policía rea en «Mis amigos de siempre», o una madre espléndida en «Según Roxi» y una totalmente desesperada y atravesada por la locura en «Expediente Santiso», por solo nombrar algunos. Esa magia que logró con tanta honestidad la llevó a ser parte del prime time, y a apostar a unitarios, películas y ficciones más independientes, con un gran valor artístico. Ya en pareja con Cruz Pereyra Lucena, y madre de Vinicius, a sus 38 años habla desde un lugar franco, modesto; como alguien que se permite transitar diferentes caminos, sin planear demasiado. De esto y otras cosas más charló un mediodía con MALEVA, espectaculares hamburguesas de por medio en el bar Pony Line del Four Seasons.
Contaste que de chica eras fantasiosa. ¿Hay algún juego imaginario que te acuerdes?
Me armaba en el momento una historia y jugaba con eso. Me preguntaban qué iba a ser cuando fuera grande y decía que iba a ser veterinaria y tener una Ferrari, porque mi tío veía muchas carreras de Fórmula 1 y era mi referente masculino; yo andaba por las veredas con un karting a los 5 años, los nenes vecinos flasheaban porque no era muy común. Me encantaba Ayrton Senna, cuando se murió me puse re mal. De chica era más solitaria, porque siempre me estaba mudando, era todo un poco inestable, no tenía un grupo de pertenencia.
¿Has hecho viajes sola?
Sí, el primero fue a los 20, vivían mis dos mejores amigos en un departamento en Nueva York; fue un planazo, no me quería ni volver. Me acuerdo que me había gustado mucho una juguetería que ahora la cerraron en la Quinta Avenida; faltaba una semana para la navidad entonces estaba todo increíble ¿viste como en las películas? Me acuerdo después de haber ido de nuevo, los museos: el Guggenheim me encantó, la arquitectura, la obra.
¿A dónde viajaste por última vez?
A Miami. Como una hueca. Pero bueno, fui con bebé, es bastante plan para eso. A mí me encanta, vida de playa, comer, ir a la farmacia (RISAS). Hace unos años viajé a Berlín, a Roma, Ibiza, Ámsterdam. En Berlín hay un lugar que se llama Berghain, una disco abierta de viernes a domingo, un lugar tosco, como una fábrica, con un portero con toda la cara tatuada, es re malo; no importa cómo seas, no te deja entrar . Pero entramos y me gustó porque es un quilombo el lugar pero nadie molesta a nadie, cada uno hace la suya, es enorme, cinco pisos, pistas distintas en todo el lugar; hay gente que llega el viernes y se va el domingo, fuerte. Fuimos en bici de noche. Éramos así como observadores del lugar.
«Yo andaba por las veredas con un karting a los 5 años, los nenes vecinos flasheaban porque no era muy común. Me encantaba Ayrton Senna, cuando se murió me puse re mal.»
Al principio de tu carrera tu mamá te anotó en una agencia de modelos. ¿Fue porque vos querías o lo decidió ella?
Ella tenía en la cabeza que yo tenía que hacer algo, debe ser por algo que ella no habrá podido hacer; me anotó en una agencia y hacía algunas cosas pero yo a los 16 era muy flaquita, muy sin nada, jorobada, no era sexy ni nada. Pero era histriónica en mi casa, imitaba personajes de Gasalla. Los de la agencia me mandaron a Canal 13 a llevar una foto a un productor, que es Pablo Culell ahora, y después me llamaron para hacer castings; seguramente era de madera terciada pero quedé en Montaña Rusa Otra Vuelta, un fracaso. Y ahí el director de piso me dice -se ve que era muy mala- “¿por qué no vas a estudiar teatro con Julio Chávez?”. Entonces fui, yo todavía no había terminado el secundario, lo terminé después.
En el último tiempo hiciste Expediente Santiso, que hay ciencia ficción, Según Roxi, comedia, El mal menor, drama; ¿te identificás más con algún género?
Me gusta mucho más la comedia que el drama. Me divierto más; me gusta contar algo más cotidiano o cómico, o sea lo otro lo hago y está bueno. Expediente Santiso es muy particular porque iba a ser en 3D, y después pasó que no. Entonces quedó algo medio extraño desde los efectos, la historia, que es un divague tremendo. Es un cine mega Hollywood.
Que sea de ciencia ficción, fantasiosa ¿te pone en un lugar más de juego?
Sí, el hecho de que sea tan extrema te permite delirarte más. Te podés ir a la mierda.
Filmaste ¿Quién mató al Bebé de Uriarte? en Santa Fe, en medio del campo. ¿Te instalaste allá?
Sí, estuve viviendo en Sauce Viejo, un lugar de Santa Fe re lindo, y me hice amiga del dueño de la locación donde vivía mi personaje, me prestó la casa y viví ahí, porque sino estaba viviendo en el hotel del Casino y me daba claustrofobia, ciudad, olor a pucho.
En una nota que estabas con panza dijiste que no sabías cómo ibas a ser como madre. ¿Cómo creés que sos ahora?
Soy atenta. Tiene 1 año y dos meses, soy madre 100% presente. Trato de ser lo mejor que puedo. Él está bastante contento, es un bebé feliz.
«A veces siento que tal vez tendría que haber sido más grande para darme cuenta lo que estaba haciendo cuando actué en La Cienaga y lo grosa directora que es Lucrecia Martel. Hay una escena que es un baile en el cuarto, estamos ella, Graciela Borges y yo; fue hermosa, yo me emocioné un poco después de hacerla…»
En muchos tweets tuyos se te ve entrenando a full ¿Lo disfrutás o te obligás?
Me obligo. Me gusta después, cuando ya hice. Yoga un poco más, me ayuda a estirar todo, hasta la cabeza, pero en mi caso la cabeza nunca para.
Has dicho que solías tener pensamientos negativos. ¿Te pasa mucho?
Puede ser pero se me fue yendo. Al ocuparte de un hijo tenés la energía en otra cosa y no tenés tiempo para pensar cosas boludas.
¿Te sirve para eso la actuación? ¿Como descarga o catarsis?
No sé, es mi trabajo, supongo que el trabajo de todos es ir a un lugar a descargarte, a focalizar ahí las cosas. La actuación obviamente es algo más abstracto y descargás más emociones.
¿Sos nostálgica del pasado?
Más o menos, justo estaba pasando por un barrio donde viví sola, Palermo, entre Libertador y Cerviño. Me encantan los árboles que hay, y paso y digo “ay, me acuerdo”; pero tampoco estaba tan contenta en esa época, ahora lo veo con melancolía ¿viste que uno ve a la distancia las cosas y dice “¡ay!”?.
Hiciste un tiempo unas remeras, “No Disco”. ¿Las abandonaste?
Sí, un proyecto relámpago. Eran remeras tipo con collages de fotos.
¿Hay diseñadores de afuera que admires?
Miles. Me gusta Margiela, Rick Owens. Y de acá a Jessica Trosman. Tengo un abrigo de ella que tiene estampado el mapa de la Ciudad de Buenos Aires. Es una prenda muy única que me gusta.
Hablando de Buenos Aires ¿Sos de salir a comer o a pasear?
Ahora estoy yendo mucho al teatro. No voy a boliches, ni siquiera a tomar tragos a un lugar, hace bastante tiempo que me da fiaca eso. Pero a comer, de chica iba mucho a la Munich, me encanta, le tengo cariño. Voy a Farinelli a desayunar.
«Ahora estoy yendo mucho al teatro. No voy a boliches, ni siquiera a tomar tragos a un lugar, hace bastante tiempo que me da fiaca eso. Pero a comer, de chica iba mucho a la Munich, me encanta, le tengo cariño. Voy a Farinelli a desayunar.»
¿Qué te llevaste de haber actuado en «La Ciénaga»?
Me llevo la mejor experiencia; a veces siento que tal vez tendría que haber sido más grande para darme cuenta lo que estaba haciendo y lo grosa directora que es Lucrecia Martel. Hay una escena que es un baile en el cuarto, estamos ella, Graciela Borges y yo; fue hermosa, yo me emocioné un poco después de hacerla . Si una escena así te causa eso es que hay un nivel de sensibilidad muy grande.
Dijiste que años atrás eras bastante insegura ¿Eso ha ido cambiando?
Sí, supongo que con los años ganás más seguridad, ya hay cosas que importan menos, pero las inseguridades siempre están. Por ahí estoy menos insegura que antes, por ahí sí, por ahí no, pero ya con lo que estoy diciendo es obvio que por ahí no. Pero me importan menos cosas. O tengo el foco puesto en otro lugar.