Se terminó un viaje delicioso. Lleno de menús, de ingredientes, de personas con talento, de valores y de descubrimientos. Considero estuve en un momento particular de Europa, donde dentro de los 4 meses hubo 3 atentados a menos de dos horas de donde yo me ubicaba, donde las noticias sobre los refugiados fueron creciendo e invadiendo los medios de comunicación mundiales.
De todo lo que uno absorbe cuando viaja, aprende a tolerar, a ser paciente con el otro y a ver en la mirada de todos la misma necesidad de paz y búsqueda del popular combo de amor+felicidad. Me pregunto porque tanta intolerancia al que elije disfrutar la vida de manera distinta a la de uno.
«Ahí es cuando aparece la contradicción: en una calle europea tenés la suerte de encontrar cocina libanesa, japonesa, vietnamita, peruana, judía y hasta argentina. Hay una pasión por fusionar todo, no importa ya si los ingredientes son de estación ó locales, lo que prevalece es mezclar…pero en esa misma calle, es difícil encontrar el “cero discriminación.»
Y ahí es cuando aparece la contradicción: en una calle europea tenés la suerte de encontrar cocina libanesa, japonesa, vietnamita, peruana, judía y hasta argentina. Hay una pasión por fusionar todo, no importa ya si los ingredientes son de estación ó locales, lo que prevalece es mezclar y hacer un sushi con maracuyá, una empanada con boeuf borgiñon, un creme brulée de dulce de leche, unos noodles con magret ahumado y hasta un gelato de tortilla de papa (ese si que no estaba rico!). Pero en esa misma calle, es difícil encontrar el “cero discriminación”.
Espero en algún momento podamos caminar por calles llenas de fusión gastronómica y cultural, respetando los valores del otro y aprendiendo de ellos para ser mejores personas.
Gracias MALEVA por dejarme ser parte, y acompañarme en cada comida, que fue disfrutada al máximo. Y gracias sobre todo a ustedes, que se antojaron conmigo.
Me despido de #AntojadaPorEuropa ‘¿Qué se viene? Ya lo estoy cocinando.