En este recorrido vamos a descubrir el lado gourmet de Circuito Chico, una propuesta amada por los jóvenes lugareños y que comienza a la altura del 18 km. de la Av. Bustillo, después de bordear las costas del Nahuel Huapi desde el centro de la ciudad. Justo allí una rotonda nos desvía hacia el Sur. Salgámonos de lo convencional y aventurémonos en una experiencia fascinante por las afueras de Bariloche, donde se encuentran establecimientos que maridan los sabores de la tierra con la inmensa belleza natural.
Pasando la laguna El Trébol, nos topamos a pocos kilómetros con las imponentes aguas del lago Moreno, cuyas playas se encuentran entre las predilectas de la temporada veraniega. Antes de llegar al famoso puente que divide la cuenca de origen glaciar en dos partes, la cartelería nos anuncia nuestra primera parada, el complejo náutico Bahía Pascasio. Un sendero por el bosque nos conduce al pequeño parador que sin grandes comodidades nos ofrece una fantástica vista a la naturaleza. Sus jugos, licuados y la reconocida cerveza artesanal La Cruz se convierten en nuestro primer maridaje. Refrescantes, ideales para disfrutar al aire libre junto al aroma a sotobosque que escapa de la vegetación autóctona. Uno de sus mayores atractivos es el buceo nocturno, las fogatas playeras y por qué no, un curanto para quienes experimenten las profundidades. La carta del parador ofrece sándwiches a base de pollo, zanahorias caramelizadas, morrones y berenjenas asados y mozzarella, ensaladas simples con productos frescos, papas con panceta y cheddar, pizzas y pizzetas y otras opciones para descubrir con los pies en el agua.
Pasando el puente que comunica las dos partes del Lago Moreno, nos recibe emplazado sobre rocas y un predio de lavandas en flor, a la altura del km. 23. el Mirador & Bar Punto Panorámico. La vista que ofrece hacia la península de Llao Llao, la cordillera de los Andes, la isla Victoria, el lago Moreno y algunas otras islas e islotes, es una de las más emocionantes. En su terraza un cómodo sector con puff nos invita a degustar el horizonte junto las especialidades de la casa. La carta describe completísimas picadas, sándwiches, truchas de agua dulce, cortes vacunos de primera y cerdo y lo que nadie puede olvidar solicitar, su cafetería y especialidades dulces con frutas finas. Exquisitos los waffles y tortas con frutillas, frambuesas, moras y crema.
Continuando hasta el km. 24 de Circuito Chico nos encontramos con el restaurante de la familia Gilbert, emplazado en un bonito establo de madera construido por los años ´30. El establecimiento cuenta con elaboración propia de cervezas desde el 2004. Allí mismo se fabrican sus reconocidas rubias, negras y rojas bajo los preceptos de la Ley bávara de 1516, que establecía que la cerveza solamente se debía elaborar a partir de tres ingredientes: agua, cebada malteada y lúpulo y que puede probarse acompañada con buenos platos.
Rodeados de bosques podemos disfrutar picadas patagónicas que incluyen ciervo, jabalí, truchas, pates, escabeches, quesos y panes artesanales; salchichas alemanas con chucrut; bondiolita braseada; escalopes de ciervo y salsa de oporto o truchas con papas.
Todos los platos están pensados para acompañar con birras dentro del establo o al aire libre, en ambos ambientes nos acompañan elementos antiguos que le sientan muy bien a la decoración rustica escogida desde siempre para esta propuesta de montaña.
Con fondo de cumbres nevadas reflejadas en las aguas del lago Moreno, los barilochenses le dieron la bienvenida, durante la pasada temporada invernal, a este hermoso brew pub emplazado sobre el km. 24,7 de Circuito Chico.
La construcción de la cervecería Patagonia, en piedra y madera, fue concebida en un lugar idílico, a tono con la naturaleza. El salón principal cuenta con una gran barra rectangular y el sector de cocción cervecera a la vista. Hay un escenario para bandas musicales, hogar a leña y un cómodo living. La superficie total suma 1.500 metros cuadrados cubiertos. Pero esto no es todo, entre las novedades se sumaron recientemente dos nuevos sectores al aire libre: uno dedicado a la cocción de carnes a la vista, haciendo uso de distintas técnicas como el piolín, el asador, la parrilla y el ahumado. Otro: un camión emplazado en el bosque donde se pueden pedir las distintas variedades de cervezas y algunos platillos para almorzar entre rústicos fardos de pasto seco, como las exquisitas costillitas de cordero con salsa de mostaza y miel.
Por su parte, la carta del salón principal describe platos con langostinos, bondiola, trucha y estofado de ciervo, entre otros, sin embargo y como es de esperar, las cervezas constituyen el principal atractivo. Se puede degustar una PIPA, inspirada en las IPAs norteamericanas, con buen amargor gracias a los lúpulos Zeus, Victoria y Mapuche, todos de El Bolsón. Hay dos cervezas negras: Porter y Barley Wine, otras de estación, importadas e “invitadas”. Estas últimas barilochenses.
Otro detalle que no podemos pasar por alto en materia gourmet son los “Menús de la Tarde”. Sucede que el establecimiento abre de corrido a partir del mediodía, lo que permite ofrecer dos opciones para la merienda ¡pero atentos! Viene con birra. La “Canasta Moreno” incluye pan horneado, queso crema y variedad de dulces, con dos pintas y la “Canasta Cuyín Manzano” (nombre del cordón montañoso que se divisa hacia el horizonte del Este) dos bagels y pan estrella, queso crema y variedad de dulces, con dos pintas.
Nuestro recorrido finaliza justo frente al hotel Llao Llao, la más emblemática e histórica de las construcciones barilochenses, convirtiéndose en la oportunidad perfecta para conocer sus instalaciones y degustar algunas de las exquisiteces que se diseñan para la hora del té en su reconocido salón Winter Garden, el jardín de invierno que mira al Nahuel Huapi, el lago más grande de la Patagonia. Pues allí vamos, por casualidad, por fortuna o porque así lo quiso el destino, disfrutaremos del mejor servicio que podríamos recibir en años.
El tradicional “Té Llao Llao” en vajilla de porcelana incluye una delicada selección de té en hebras -como el blend Llao Llao creado por la prestigiosa sommelier internacional Inés Bertón-, cafés importados, chocolate caliente y una gran mesa buffet que exhibe increíbles obras de arte, dulces y saladas.
Un detalle que no pasamos por alto es que en cada especialidad se acomoda un cartelito con el nombre de la pieza y su ingrediente principal. Hay mini tortas, tarteletas con frutos rojos, scones, muffins, brioches, brownies y las clásicas trufas y bombones de chocolate que nos dejan con el alma llena de sensaciones y el deseo inconfundible de regresar.
Todos estos detalles aseguran un paseo gourmet por ambientes naturales absolutamente placenteros. Y por si desean sumar algo más al recorrido, les recomendamos una escapada a Colonia Suiza, la cartelería los llevará, no se preocupen. En estas tierras de pioneros pobladores se encuentra el criadero de truchas cuyo nombre hace honor al poblado. Su propuesta gourmet en su restaurante incluye al finalizar el almuerzo, un paseo por las jaulas flotantes para conocer su funcionamiento y la vida de estos especímenes en un hábitat natural. Imperdible.