La muestra dura hasta el 29 de octubre
“En este momento, MALBA está presentando dos exposiciones en una”, aclaró Victoria Giraudo, co-curadora de la más reciente muestra y Jefa de Curaduría del museo sobre Avenida Figueroa Alcorta, en cuanto ingresamos a la sala principal del segundo piso. Se trata de una exhibición de treinta y cuatro fotos, pertenecientes a la colección del Museo Astrup Fearnley de Oslo, curada en paralelo con Gunnar B. Kvaran, Director de esta institución. “Al principio se pensó hacer un popurrí de la colección del museo noruego, pero elegimos dar protagonismo a estos dos referentes de la fotografía contemporánea”, precisó.
Cindy Sherman y Richard Prince –cuyos nombres impresos en más de dos metros de altura son lo primero que arremete contra el ojo del visitante- son dos íconos del movimiento conocido como la Pictures Generation (Generación de la Imagen), gestado a mediados de los setenta en una Nueva York revolucionada por una idea de muerte del sueño americano. Dos artistas jóvenes en una ciudad peligrosa donde las fiestas y la noche underground de drogas y excesos seguía vigente, una etapa Warhol tardía en donde el cambio de paradigma era inminente en todo el mundo: la infame guerra de Vietnam llegaba a su fin al mismo tiempo que las dictaduras en América Latina se desgastaban. Ese es el contexto en el que debemos situarnos si queremos siquiera comenzar a entender la obra de estos fotógrafos, “que en algún momento incluso fueron pareja”, rió Giraudo.
«Cindy Sherman y Richard Prince –cuyos nombres impresos en más de dos metros de altura son lo primero que arremete contra el ojo del visitante- son dos íconos del movimiento conocido como la Pictures Generation (Generación de la Imagen), gestada a mediados de los setenta en una Nueva York revolucionada por una idea de muerte del sueño americano. Dos artistas jóvenes en una ciudad peligrosa donde las fiestas y la noche underground de drogas y excesos.»
Ambos iniciaron sus carreras sucediendo a una era en la que la escena del arte se caracterizaba por el conceptualismo duro, la performance, la protesta y la palabra. Esta nueva generación de artistas, por su parte, decidió volver a trabajar la imagen – aunque jamás dejó de inscribir en su trabajo todo aquel pensamiento filosófico propio de la época. La idea protagonista de esta corriente era nada menos que la apropiación de imágenes de la cultura popular y de los medios masivos de comunicación. A través de la reutilización de imágenes, tanto Sherman como Prince pretendieron mostrar la realidad que critican pero a su vez consumen. “No se ponen a juzgar ni a diferenciar el bien del mal, simplemente muestran una realidad, la realidad americana”, le detalló a MALEVA la curadora. “Para mi lo que es interesante también es la analogía con la música del momento: el inicio del hip hop; en el hip hop toman una parte de una música conocida que ya se había olvidado, lo mezclan con otras canciones y crean algo nuevo. Es la base de la apropiación”.
«Tanto Sherman como Prince pretendieron mostrar la realidad que critican pero a su vez consumen. “No se ponen a juzgar ni a diferenciar el bien del mal, simplemente muestran una realidad, la realidad americana”, le detalló a MALEVA la curadora.»
A Cindy Sherman le gustaba el cine francés, el arte de Hitchcock, el misterio y la ficción porque al agregarle ficción a la imagen, algo real, se crea una narrativa. Y es esta habilidad para contar historias sobre la vida de las mujeres, creando escenas basadas en referencias a la estética popular y a ciertos estereotipos femeninos tomados del cine, las revistas, la publicidad y las artes, por la que hoy es tan reconocida. Mediante la reapropiación de fotografías tomadas para revistas de moda como Vogue e incluso la utilización de su propio cuerpo, Sherman crea personajes que sugieren una historia. Diseñando escenografía, haciendo uso de muñecos e incluso implementando prótesis –que nunca pretenden parecer verdaderas-, Sherman logra explicitar los modelos de mujer de la sociedad. La transformación de la imagen es quizás mejor personificada en aquellas fotos donde la protagonista en una mujer maquillada, con cirugías, que simboliza lo que estos mismos artistas hacen con la imagen: copian, pegan, estiran y ponen foco. “Su combinación de performance y fotografía para crear imágenes femeninas estereotipadas pertenecientes a la cultura popular fue totalmente nueva. Estas extraordinarias fotografías crean una relación extremadamente sutil entre ficción y realidad”, indicó Gunnar B. Kvaran.
«Machismo, cosificación de la mujer, consumismo, manipulación de los medios de comunicación e incluso la propiedad intelectual son motivos presentes en ambos artistas.»
Por su parte, Richard Prince –heredero de Marcel Duchamp y Andy Warhol – es tal vez el mejor embajador de la Pictures Generation. Sumergido en una cultura de la cual nadie se puede aislar, su obra Spiritual America es una de las fotografías más caras de la historia y fue censurada en el Tate Museum de Londres en 2009. Una re-fotografía de una imagen de Brooke Shields desnuda a los diez años, tomada a pedido de su madre por $450. Al sacarle una fotografía a esta fotografía (sin permiso) y re-encuadrarla, lo que Prince logra es hacer tangible la verdad americana: “en realidad, la madre fue exitosa, logró que su hija haga películas, al año actuó en Pretty Baby”, explicó Giraudo. Años después, Prince fotografió a la actriz a sus 41 años, una obra del mismo nombre que la anterior, en una pose similar pero esta vez vestida. Prince trabajó con los contenidos de las revistas de lifestyle, catalogó sus clichés y estereotipos y transformó esa iconografía en el material de su propia obra –como ejemplifica su obra sobre las campañas de cowboys de Malboro, que representan al “macho americano”. Al re-fotografiar las imágenes de esas publicaciones, a veces enfocándose solamente en algunos elementos particulares, Prince también cuestionó la noción de propiedad intelectual. Hoy, continúa con la apropiación en la los tiempos del 4G: en el MALBA también cuelga una captura de pantalla de una publicación de Instagram de alguien a quien no conoce pero en la que comenta, con el fin de cuestionar los derechos de reproducción en la era web. No es sorpresa que Prince se enfrentó a múltiples juicios legales, de los que perdió la mayoría.
«Por su parte, Richard Prince –heredero de Marcel Duchamp y Andy Warhol -, es tal vez el mejor embajador de la Pictures Generation. Sumergido en una cultura de la cual nadie se puede aislar, su obra Spiritual America es una de las fotografías más caras de la historia y fue censurada en el Tate Museum de Londres en 2009.»
En definitiva, lo que se presenta hoy y hasta el 29 de octubre en uno de los museos favoritos de la ciudad es simplemente un retrato fiel, una precisa representación y una sutil crítica de la cultura norteamericana. Temas que aún siguen vigentes, y que se repiten constantemente a lo largo de la historia, se traen a la luz, para ser cuestionados, o no. Machismo, cosificación de la mujer, consumismo, manipulación de los medios de comunicación e incluso la propiedad intelectual son motivos presentes en ambos artistas. Pero, son dos visiones distintas. Dentro de la sala, las únicas obras de Sherman y Prince que conviven en el mismo espacio son aquellas que resultan más representativas o icónicas de cada uno. Salvo esta única excepción, se trata de dos recorridos distintos –ambos sin orden cronológico- que invitan a conocer cada artista por separado.