Es una de las bebidas fermentadas más antiguas de la historia. Y sin embargo, su auge para los paladares argentinos llegó hace apenas unos tres años. De la mano de algunos emprendedores (en su mayoría grupos de amigos), las cervecerías artesanales empezaron a poblar el mapa. Por todo el país pero especialmente en Buenos Aires -y con Palermo como epicentro, como no podía ser de otra manera-, los locales empezaron a crecer como hongos; solo en 2016 el volumen de ventas de este tipo de cervezas creció un 40%, y en los últimos meses del año llegó a abrir un bar cada dos días. Es evidente que estamos ante una tendencia consolidada y hasta casi abrumadora. Por eso, en MALEVA quisimos poner un poco de orden y hacer un relevamiento a nuestro estilo: fuimos en busca de aquellos locales que apelan tanto a la excelencia de producto como a la experiencia del cliente, más bien íntimos y chicos, cálidos en su propuesta. Lo que se dice cervecerías boutique.
Precursores, los dos amigos que crearon este emprendimiento habían empezado a hacer cerveza artesanal allá por el año 2000. Por ese entonces, conocieron la historia de Blue, un cervecero jubilado de un pueblo de Inglaterra que en su tiempo libre iba de bar en bar buscando las mejores cervezas. Y lo hacía con su perro, que lo esperaba fiel afuera. Por eso, ver a Blue’s dog (el perro de Blue) en la puerta de algún lugar indicaba que allí se vendía la mejor versión posible de esta bebida. Y por eso cuando pusieron su propio local no dudaron en apelar a este nombre. “Está inspirado en Blue y su perro, porque reunimos a las mejores cervezas del país en un solo lugar”, apuntan sus dueños. Lucas Lico, uno de ellos, es brewmaster, juez catador de cerveza a nivel internacional y el encargado de elegir las etiquetas que aquí se venden. Con 12 canillas que representan a 12 cervecerías elegidas, su estética sencilla es tan cálida como honesta con su premisa de brindar la mejor curaduría posible de esta bebida.
En una esquina, entre graffitis y guirnaldas de luces, Growlers crea un clima idóneo para juntarse a beber con amigos. Es que además de su interior y su terraza, en esta cervecería cotiza alto la vereda, especialmente cuando sus amplios ventanales se abren y difuminan los límites de la calle y el local. Con influencia del street art, sus ladrillos a la vista, collages y presencia de hierro, cemento y madera logran un perfil descontracturado, ideal para probar alguna de sus 20 canillas de cerveza artesanal, por las que cada semana rotan diferentes propuestas seleccionadas por sommeliers. “Una se destina siempre a algún homebrewer que realice bachs pequeños, permitiendo que amantes de la cerveza que elaboran poca producción también tengan la posibilidad de llevarla a un bar por el tiempo que dure el barril”, ilustra Manuel Migaraya, socio, sommelier y chef. Es que otro de los puntos fuertes de Growlers es su carta de cocina, con hamburguesas gourmet y pollo cajún, entre otras delicias ideales para acompañar el ambiente de tradición y culto que define al mundo cervecero en general y a esta propuesta en particular.
(Y UN ENIGMÁTICO PERSONAJE CERVECERO) EN PLENO CASCO HISTÓRICO DE SAN ISIDRO / AV.DEL LIBERTADOR 16012 – SAN ISIDRO
Nombrada a partir de un personaje enigmático que el grupo de amigos fundador admira y sigue, esta cervecería se distingue bastante de toda la oferta existente en el mercado. En el casco histórico de San Isidro, apela a una estética de Europa del Este (“de donde es originario Vasilly Zatec y donde hay una antiquísima tradición cervecera”) que se logra en bar con diseño industrial y pleno de detalles de cuidada elegancia. En plan de educar al consumidor, su propuesta alienta a que se deje de pedir cerveza rubia, roja o negra, para llamarla en cambio por su nombre, que responde a un estilo y a un meticuloso proceso de producción. Con 10 variantes y una especial que rota cada semana, los “camisas blancas”, el equipo a cargo -que no se describen ni como mozos ni bartenders sino seguidores de Zatec instruidos en materia cervecera-, promete una asesoría para encontrar la opción perfecta a cada gusto y continuar indagando en el mundo y la historia de esta suerte de prócer.
Quizás este sea uno de los elegidos más polémicos de la lista, dado que posee seis locales en lugar de uno solo. Pero su lema de hacerlos deliberadamente pequeños para que la gente disfrute de su producto en la vereda es lo que les vale la inclusión. “Somos un tap room con 20 canillas alimentadas por las mejores microcervecerías del país”, explican los tres amigos creadores. Así, trabajan con todos los tipos de cerveza que ofrecen sus proveedores, y logran un menú que varía constantemente y se refleja en una pizarra que se actualiza en el momento con el stock de cada local. De paredes cuidadosamente descascaradas, guirnaldas de luces y mucho espíritu industrial, sus sucursales logran un ambiente íntimo y acogedor, pero que siempre rebalsa de ánimo de fiesta (y de gente). Un dato interesante: tienen un bed&beer en Mar del Plata, con un bar abajo y habitaciones arriba. Como para tomar sin miedo a la alcoholemia y con la cama cerca.
Con algunos años ya en la zona y el rubro, el estilo de Cervecería Nacional se asienta más que nunca: “bares puede haber millones, hogares no tanto”. Con eso en mente, a sus más de 100 variedades de cervezas (que le valieron mención en el diario inglés The Guardian entre los 10 mejores bares de Buenos Aires) le suman un servicio muy personalizado y un ambiente sencillo pero cálido, que invita a quedarse por horas entre los amigos propios y los de la casa. Con marcas solo de Argentina, brindan una variedad única, ideal para ir de a muchos y abrir el abanico de sabores y pruebas. Todas se pueden maridar con empanadas caseras (con sabores originales como bondiola a la cerveza, osobuco y calabaza y jengibre), picadas gourmet y pizzas especiales. De 18 a 20:30 hs, además, tienen un happy hour que ofrece cerveza tirada a $60.
Lo que comenzó como una prueba para amigos en una terraza terminó (o tuvo un nuevo inicio, mejor dicho) en la apertura de este bar en Cañitas a principio de 2015. Producto de las ganas y el ingenio de tres amigos, Federal se fue posicionando como una cervecería descontracturada y cercana, con buena música y onda, donde lo principal es la bebida. “Es nuestra casa, donde producimos nuestra cerveza y la gente puede venir a probarla”, ilustra Santiago, uno de los fundadores. Así, los equipos de producción están a la vista, y hasta dan charlas gratuitas para ilustrar a la gente sobre el proceso, al tiempo que capacitan más aún a sus empleados. Su propia cosecha abarca cuatro estilos, American IPA Cacao, Kolsch, Scottish y Honey Blonde Ale, al tiempo que complementan la carta con cervezas de otros productores artesanales que conocen y en los que confían en su calidad de trabajo. La comida que acompaña, aunque sencilla, tiene guiños interesantes como las empanadas de bondiola o roast beef realizadas con cerveza de la casa. Desde el sábado 11 (en el marco del festejo de su cumpleaños número 3) abrirán también los fines de semana al mediodía.
En la parte más coqueta de Palermo, en los alrededores del Zoo y el Botánico y específicamente en el siempre trendy boulevard Cerviño, Pibä lleva un tiempito haciendo las delicias de los amantes de la cerveza artesanal y las noches al aire libre. Es que además de sus variedades tiradas y en botella, se destaca por la propuesta gourmet que ofrece para acompañarlas, de muy sofisticados pinchos de cuadril, salmón, mollejas, pollo, langostinos, bondiola y hasta alcaucil. También alejado de la estética más industrial y un poco más cerca del look new yorker, a plenos mosaicos negros y blancos, se lleva de maravillas con la elegancia sin esfuerzo de esta zona del barrio, y es un furor que se extiende mucho más allá de su vereda y hacia la arboleda del boulevard. En especial en su horario de happy hour, de 16 a 20 hs, cuando las mesas realmente son compartidas y el ánimo de encuentro colma las expectativas con las que lo concibieron sus dueños.
He aquí otro proyecto que nació en la cocina de una casa, a partir de que uno de sus fundadores se convirtió en homebrewer y ofrecía cerveza y comida los jueves y viernes a la noche para sus amigos. Para 2011, sin embargo, el grupo vio la oportunidad y abrió un local en Colegiales (que en septiembre del año pasado sumó un hermano en Palermo). Con varios años en la espalda, se ha convertido en un lugar reconocido dentro del ámbito de la cerveza artesanal, y lo que en un principio fue un público de vecinos hoy se extendió a todo tipo de amantes de esta bebida. En general bastante lleno, sostiene que su fuerte está en su espíritu sencillo y cálido, “sin pretensiones e ideal para pasar un buen rato entre amigos o en pareja”. Sus 8 canillas de Colegiales y 12 de Palermo aseguran una provisión nutrida y una carta variada, a la vez que se enorgullecen de ser todas de producción propia, y por ende no posibles de conseguir en otros lugares. “Nosotros pensamos, hacemos y servimos nuestras propias cervezas”, rematan.
Fotos: gentileza cervecerías mencionadas / On Tap: gentileza Aníbal Greco (Aníbal Greco)
Foto destacada: Luz Soria