Joyita Arqui: la biblioteca de la Universidad de Chicago
Caminar por Chicago es estar rodeado de sofisticación, las veredas son amplias, entre los peatones se cuelan esculturas y canteros con tulipanes perfectos. Caminar por Chicago es identificar su pasado industrial en las estructuras de hierro, en el circuito ferroviario elevado, la influencia parisina en la construcción de los puentes del Río Chicago. Es el urbanismo en su estado puro hasta que la primera racha de viento te vuela el pelo, te hace cerrar fuerte los ojos y te recuerda que Chicago también es naturaleza.
“Si no te gusta el clima de Chicago, esperá 5 minutos que ya cambia”, dice una voz local. El comentario es bastante acertado porque en una misma semana –fuera del invierno- pueden haber días de 30º (nunca usar vestido, porque el viento es muy atrevido) y otros para ponerse una campera. Pero es una ciudad preparada para esos cambios y hay opciones para todos los climas.
La Chicago Architecture Foundation (CAF) es la mejor compañera para hacer los tours de arquitectura porque los guías son voluntarios apasionados por lo que cuentan. Hay muchas opciones pero el más mágico es el River Cruise Aboard, un paseo en barco todo a lo largo del Río Chicago y sus canales, que dura una hora y media. Esta experiencia está entre los mejores 10 tours de Estados Unidos según TripAdvisor.
El barco va a una velocidad suave y hace que los edificios que bordean el agua vayan apareciendo, como floreciendo. Las miradas van para arriba en los casos de los elegantes rascacielos como la Tribune Tower o la Tump Tower y descansan cuando desfilan las nuevas viviendas más bajas que se están construyendo al borde del río, por ejemplo la zona de New River. Impresiona ver cómo se reproducen esas obras de arte de la arquitectura. Hay edificios de principios del 1900, hasta el más reciente construido en 2009. Algunos son espejados y reflejan a sus colegas, otros son de puro cemento como las torres mellizas Marina City con balcones semicirculares que parecen volados. ´
Es una exaltación estética ver cómo se concentran tantos edificios de distintos estilos: neogótico, art deco, posmoderno y contemporáneo. En la CAF también se pueden hacer tours a pie en los que se visitan los lobbies de algunos de los edificios más paradigmáticos, todos con una buena historia.
Los precios de los tours van desde 20 a 49 usd y se pueden comprar desde la web: http://www.architecture.org/
En la zona del Loop, el centro financiero, está el Art Institute of Chicago. Impacta desde su fachada, una construcción simétrica de 1893, un edificio para lucirse en las ferias industriales de la época, para competir con la elegancia europea. Y adentro uno puede pasar 4 horas sin darse cuenta. Desde las obras japonesas del siglo XVIII, pasando por arte en miniatura que recrea habitaciones de siglos pasados, el famoso Nighthawks de Edward Hopper, obras de Andy Warhol y de Jeff Koons entre las exhibiciones permanentes. En mayo hubo una muestra temporaria de fotos y libros de Robert Frank y hasta septiembre se puede visitar una de Paul Gauguin.
Desde los ventanales del Art Institute, se puede ver el Millenium Park, verde y prolijo. En un rincón de sus 10 hectáreas está la escultura de acero inoxidable llamada popularmente The Bean, donde se acumulan todos los turistas para sacarse la foto típica de la ciudad (junto a la del piso 94 desde la Torre Hancock). Comprar cosas ricas en un Whole Foods y hacer un pic nic en el Millenium Park es un clásico para los locales en los días de sol.
http://www.artic.edu/
Si algo lindo nos ha dado el imperialismo es el brunch. En Chicago, el mejor está en el área de Wrigleyville, cercano al estadio de Wrigley, uno de los equipos de baseball más populares en la ciudad. Se trata de Southport Grocery, uno de esos lugares que combinan un pequeño mercado de productos orgánicos homemade como mostazas, chutneys, mermeladas y conservas de los más variados sabores; y mesas para disfrutar una rica comida recién hecha. Si el viento local no azota, se puede comer afuera. El barrio es tranquilo, está bueno para salir del acelere del centro lleno de oficinistas y rascacielos. Por aquí, hay casas bajas y lindas boutiques para pasear. Son pocas cuadras pero está bien conectado con la red de metros.
Las french toast con banana o durazno y mascarpone son una delicia, hechas con pan casero. El “chorizo and eggs”, huevos revueltos con salsa picante, cilantro, cebolla y chorizo, es el plato recomendado por el amable mesero. La carta ofrece: pancakes, quiches, ensaladas, omelettes, sándwiches, todo hecho en el momento en una cocina a la vista. Las porciones son grandes y como todo en Estados Unidos, es customizable. Si no te gusta algo, se lo sacan, si querés sumar algo, se lo agregan.
http://www.southportgrocery.com/
El lugar al que se vuelve una y otra vez a comer es el Revival Food Hall. Por su buena ubicación, por la variada oferta, por la deco divina y ese ambiente de Feria cool de comida. Está ubicado en la planta baja del edificio Marquette, uno de los primeros rascacielos (que hoy queda petiso), en pleno centro de la ciudad, cerca del Millenium Park, del Art Institute of Chicago. Es una muy buena opción si hace frío o está ventoso, dos situaciones bastante frecuentes.
En el Revival Food Hall se puede comer todo tipo de comidas y de todas las etnias: latinoamericana, hamburguesas, platos vegetarianos, pescado. El fenómeno foodie por estos días son los poke bowls, un plato hawaiano que combina colores, texturas y sabores similares al ceviche y al sushi. Salmón, atún rojo o un pescado blanco crudos, palta, chia, arroz, pepino, granada y alguna salsita agridulce o picante. Todo eso lo meten en un bowl, con la delicadeza asiática que pide ser fotografiada antes de comer. Casi todos los y las oficinistas lo piden para llevar pero el Revival tiene muchas mesas y wifi para sentarse a comer tranquilos y subir algunas fotos de las delicias.
Los precios de los platos van de 8 a 15 usd
https://www.revivalfoodhall.com/
Chicago es la ciudad que todo lo transforma. Y eso pasó con el blues, el género musical que fue subiendo por el Río Misisipi, se fue modernizando, hasta llegar a la ciudad industrializada que lo electrificó. Los amplificadores subieron al escenario y al escucharlo es imposible no seguir el ritmo de la percusión con el pie o la cabeza.
Hay muchos lugares para ir a escuchar bandas en vivo, algunos son de jazz y otros de blues. Y a no confundir un género con otro. Pero el jazz se puede escuchar en cualquier lado. El Chicago blues tiene algo especial, al principio parece hostil pero después de un rato da ganas de bailar. Es el género que influenció a los Rolling Stones.
Blue Chicago está ubicado en el River North Gallery District, es el barrio donde sucede todo a la noche. En la semana siempre hay movimiento pero durante los fines de semana explota, hay cola en todos lados. Hay bares y restaurantes de todos los precios. Blue Chicago es turístico pero suenan las que sabemos todos y es una buena opción para ir temprano, tomar una cerveza y bailar un poco. La acústica no es gran cosa pero es un lugar chico, con atmósfera de antro y las voces de las afroamericanas que cantan casi que no necesitan micrófono. Están todos los días desde las 20 hasta altas horas de la madrugada.
http://www.bluechicago.com/
Si están en espíritu nightclub, Kingston Mines es el indicado. Está un poco alejado, en la zona de Park West, pero se puede ir en metro que funciona las 24 horas. Es de los lugares más míticos, fundado en 1968, abre todos los días y tiene shows desde las 20 en adelante. Es un espacio amplio, dos escenarios, bandas muy bluseras, público joven. Se pueden comer unas ribs y la barra es bastante completa.
http://kingstonmines.com/
Fotos: Creative Commons y gentileza instituciones mencionadas.