Casa Cavia puede visitarse en cualquier momento del día, pero para aprovechar el encanto de su jardín, tomar el té es la mejor opción
Existen quienes no piensan en la merienda como una comida del día, y quienes se hacen, religiosamente, el tiempo para frenar y disfrutar todo lo que la hora del té representa. A estos segundos personajes les dedicamos esta nota. Fanáticos de las tortas, scons, muffins, tostadas o tostados, licuados, jugos de naranja, por supuesto las emblemáticas medialunas, tés, cafés y más opciones que conquistan la panza desde las 16 hasta las 19h. Pero, con la llegada del calorcito, no perdemos oportunidad para que la sede de una próxima salida a comer sea entre árboles, plantas y mucho verde. Más si esa salida incluye solcito en la cara.
Y ¿qué situación más instagrameable que la de un té bajo copas de árboles? ¿Un café y una torta entre flores de colores y fuentes de agua? Una buena excusa para estrenar anteojos de sol y regalarle a tu paladar un buen momento. Pero no necesitamos convencerlos más. Acá, nuestro #top5 de casas de té con jardines:
¿Cómo no mencionar al spot que lleva al té en su nombre y lo convirtió en su especialidad? Si bien fueron conquistando la ciudad de a poco con sus varias sucursales, una de las más recientes y ambiciosas es la de Martínez. El centrito de este barrio abunda en casas de té, pero esta es, sin duda, una que destaca por lo novedosa, moderna y canchera. Mesas sobre la vereda, árboles, plantas, y un jardín entre vidrios – que, dato no menor, para el invierno también es techado y calefaccionado – en esta sede reina el verde.
Si del menú hablamos, de nuevo, es apto para toda hora, pero la merienda tiene un encanto – y sabor – especial. Una carta de té tan extensa como variada donde todo experto en el tema sabrá deleitarse con las opciones, y todo amateur podrá incursionar en combinaciones diferentes. Té negro, verde, rojo e infusiones son las categorías principales. Para comer, las tortitas también se apoderan de la vista de cualquier dulcero – muy recomendada la cheescake de frutos rojos –, pero opciones hay para todos, siempre con el lema natural que los caracteriza. Y, hablando de eso, otras estrellas de la casa son las aguas de frutas, buena opción para la sed de una tarde de verano.
Tomar el té en una librería. En una florería. En un restaurante. En un bar. En un jardín. En todo eso junto. Casa Cavia conquistó a todo aquel que siquiera escuche sobre el concepto, mucho más todavía si viste una foto de su magnífico jardín o de sus exquisiteces foodies. Se trata de una casona de los años 20 remodelada para convertirse en un espacio multidisciplinario que combina libros, arquitectura, gastronomía de alto nivel, flores y más. Aquel espíritu entre acogedor y de diseño, entre entrañable y cool; puede ser descubierto en cualquier momento del día, pero hay algo que está claro, y es que semejante espacio al aire libre vale la pena visitarlo con solcito en la cara y té – o café, vos sabrás cuál bebida se lleva tu amor incondicional –.
De la primera, infusiones con pomelo, mango, mandarinas, naranjas y pétalos de girasol van a hacer de tu tarde una, por lo menos, instagrameable. Alternativas cafeteras no pueden faltar, desde ya, y quienes sean abiertamente fanáticos de esta bebida a la hora de la merienda podrán elegir entre café con leche de almendras o coco, expresso, cappuccino o más. Para comer, el menú bien se divide entre salado y dulce, para que nos sea más fácil encontrar el antojo del momento. Croissants, magdalenas, granola, tostadas, tartas y tortas completan la primera sección, mientras que la segunda le compite con bruschettas, sándwiches (el de cordero está muy bien) y tablas de quesos y embutidos para compartir.
La cadena que se autoproclamó el café designado del arte en Buenos Aires eligió, en todos los casos, espacios muy acertados. Entendieron que el hecho de tomar el té se resignifica si es en un ambiente al aire libre entre plantas y mucho verde y, por eso, supieron construir más de una sede con mesitas al aire libre. Entre nuestras preferidas, la del Círculo Italiano (Libertad 1264) y la de dos grandes museos con jardines para instalarse y completar un programa de domingo. Caminar por las muestras y exposiciones del Museo de Arte Decorativo o el Museo Larreta puede – y debe – culminar con una merienda en las coordenadas foodies de Croque Madame. Porque, además de acoger un menú que cumple todo requisito de merienda, el ambiente hace cualquier cosa que pidas sepa mejor.
Diseñada para aquel momento en que empieza a caer el sol y la panza pide un break con café en mano, la carta propone combos amigos de los indecisos y la billetera que incluyen desde una taza con tostadas hasta medialunas con jamón y queso, tortas o uno más completo para compartir entre dos. El resto, clásicos que no fallan: porciones de tortas, scons, tostados, brownies… ya se hicieron la idea.
Plan exclusivo de fin de semana. Si buscás una alternativa diferente en un día libre, acercarte a San Isidro y tener una cita con una histórica, mítica y encantadora casona es el plan elegido para los días de sol. Por diferentes razones. La primera, esta increíble mansión es una atracción en sí misma – no por nada fue declarada patrimonio de la UNESCO – que supo ser spot de reunión de grandes escritores, artistas e intelectuales. Y claro, porque con tanta belleza es fácil inspirarse. La segunda, porque el aparente infinito jardín te abstrae del tiempo y simula un viaje al exterior – posiblemente, a Europa –. Y, la tercera, porque todo esto incluye, como no podía ser de otra forma, una casa de té.
Posibilidades gastronómicas que acompañen el momento y el lugar hay varias. Para empezar, sus dos opciones para compartir que incluyen, por ejemplo, té o café, jugo de naranja, croissant de jamón y queso, scon de quesos, multicereal de salmón gravlax, croissant, pain au chocolat, pan de campo y mermelada. ¿El edén de la merienda? Posiblemente.
En un polo foodie en plena ebullición, Olivos sigue sumando propuestas seductoras tanto desde la estética, arquitectura y diseño, como desde las opciones gastronómicas. En esta ocasión le toca a Malagrino, un nuevo espacio para desayunos, almuerzos y meriendas cuyos protagonistas son el café de especialidad, la pastelería artesanal, y un jardincito escondido con plantas de todo tipo. Con ese trío, cayó directo en nuestro top 5.
A pocos metros del río, la energía que se vive por estas esquinas va perfecto con la hora del té. Y, desde afuera, ya se nota que se trata de una apertura novedosa: vidrios, madera y lámparas de diseño combinan a la perfección con la zona. El blend especial es de Ninina con granos de Bolivia, Colombia y Brasil (entre otros), y lo podés tomar ahí mismo – en su barra de madera, en sus mesitas adentro o en su espacio trasero al aire libre. Acompañarlo con una carrot cake, una torta Lucifer – bomba de chocolate – o una clásica chocotorta son parte de la visita. Y, si las tortas no son lo tuyo, las alternativas dulces siguen desde cookies o barras de granola hasta cinnamon Rolls. Ah, y para completar la experiencia (y darle un poquito más de punch), podés pedir algún vinito orgánico.