CASA FOA, MÁS MÁGICA QUE NUNCA: RECORRIDA NOCTURNA POR LA FASCINANTE ABADÍA DE SAN BENITO

10392311_10152707057655210_6333000310553554463_n
Si de por sí, la ubicación de casa FOA 2014 es atractiva, de noche directamente se vuelve mágica

 

CASA FOA, MÁS MÁGICA QUE NUNCA: RECORRIDA NOCTURNA POR la fascinante ABADÍA DE SAN BENITO. POR VALENTINA RUDERMAN. FOTOS: LUZ ESCOBAR.

Casa FOA sabe elegir locaciones como pocos eventos de Buenos Aires y se viene perfeccionando hace décadas. En esta edición de la exposición de arquitectura, industria, diseño interior y paisajismo, la protagonista indiscutida es La Abadía de San Benito. Esa que está justo en frente del Solar, con entrada sobre la calle Gorostiaga, que como su vecina la Embajada de Alemania cuenta con mucho verde y será, al finalizar FOA, un nuevo espacio cultural que promete jornadas inolvidables. Además de los recorridos tradicionales, lo que más cautivó a MALEVA este año fue la inauguración de Casa FOA de noche que se realiza todos los viernes de 20 a 24hs, hasta que termine el 16 de noviembre, donde el diseño, la historia y el verde se mezclan con buena música, picadas y vinos.

«Además de los recorridos tradicionales, lo que más cautivó a MALEVA este año fue la inauguración de Casa FOA de noche que se realiza todos los viernes de 20 a 24hs, hasta que termine el 16 de noviembre, donde el diseño, la historia y el verde se mezclan con buena música, picadas y vinos.»
 

A continuación, capturas y observaciones de lo que más nos llamó la atención de los 45 espacios que componen la edición número 31 de la expo en un espacio con impronta inigualable que se ve mejor iluminado por la luna.

1780806_10152707057940210_9108067094316379724_n
El lúdico pasillo del primer piso.

 «Desde que entramos, no podemos ignorar la historia del edificio construido en 1924 ya que los arcos y claustros que la componen nos lo recuerdan a cada paso. Sin embargo, el pasillo del primer piso pintado de azul marino e iluminado con lucecitas coloridas en forma de guitarras y caballos le aportan un aire joven, lúdico e inesperado.»

Desde que entramos, no podemos ignorar la historia del edificio construido en 1924 ya que los arcos y claustros que la componen nos lo recuerdan a cada paso. Sin embargo, el pasillo del primer piso pintado de azul marino e iluminado con lucecitas coloridas en forma de guitarras y caballos le aportan un aire joven, lúdico e inesperado ante el escenario más señorial que nos rodea.
El primer cuarto que nos sorprende es el del arquitecto Javier Iturrioz que creó un comedor en tonos azules donde antigüedades de porcelana, cortinados búlgaros y una araña imponente conviven con piezas de arte que no pueden pasar desapercibidas como Árboles, Santiago del Estero de Antonio Berni y un Juan Lascano.

10313430_10152707055630210_3701712568077810926_n
El exquisito cuarto de Javier Iturrioz con una araña imponente

«El primer cuarto que nos sorprende es el del arquitecto Javier Iturrioz que creó un comedor en tonos azules donde antigüedades de porcelana, cortinados búlgaros y una araña imponente conviven con piezas de arte.»

También en este piso, el espacio 18 nos tienta con una bañera de agua turquesa imponente sobre piso damero colocada justo al lado de una de las ventanas mirando los arbustos iluminados. Y uno no puede dejar de imaginarse dándose un baño con buena música (y hasta música barroca dada la locación) en el claustro diseñado por Laura Urzanqui e Inés Calamante.
El último de este piso es un loft de esquina (espacio 21) mucho más espacioso que el resto de los cuartos, en donde una cama descansa entre dos ventanas con vista al parque. El diseño del estudio Viviana Melamed se completa con la musicalización de Soledad Rodríguez Zubieta y parece como si alguien estuviera viviendo ahí hace años.

10392411_10152707051800210_6479665622159374740_n
El claustro diseñado por Laura Urzanqui e Inés Calamante.

 «El diseño del estudio Viviana Melamed se completa con la musicalización de Soledad Rodríguez Zubieta (SRZ) y parece como si alguien estuviera viviendo ahí hace años.»

Para seguir con el viaje de texturas del segundo piso, hay que subir por la escalera intervenida por la diseñadora industrial Bea Palacio y la arquitecta Mecha Palacio que crearon La Nube (espacio 22). La estructura en la que el visitante se sumerge sin escapatoria cubre el techo y da una sensación de liviandad, que bien se define en la pared: “Crea una atmósfera y espacio sensorial que habita entre lo real y lo imaginario”.
El pasillo con el que nos encontramos no tiene nada que ver con el anterior. Está muy iluminado con la obra casi celestial de Florencia Meller y Luisa Norbis, que además de decorar nos deja leer las inscripciones en latín que hay arriba de cada portón que se pierden en la oscuridad de la galería de planta baja.

1901163_10152707060020210_5005143885490012190_n
Una atmósfera casi celestial en el pasillo con la obra de Florencia Meller y Luisa Norbis

 «Casi al final del pasillo, nos cautiva el estudio de Casa Salazar (espacio 36) y su pared cubierta de trombos antiguos de cara a un señor escritorio de esos que parecen nunca desordenarse.»

Los estímulos en este piso son del orden tecnológico, con la cocina de Gabriela López (espacio 29) que hasta tiene una huerta de aromáticas sobre la ventana,  rococó con Breakfast (espacio 32) de Sofía Willemoës y señorial con el Living para Supervielle de los arquitectos Juan Álvarez Morales y Andrés Levy.  Este último, primera mención de los Premios Casa FOA, con sus biombos chinos del S. XVII nos hace acordar a la oficina de Bert Cooper de Mad Men, entre sesentosa y asiática. Casi al final del pasillo, nos cautiva el estudio de Casa Salazar (espacio 36) y su pared cubierta de trombos antiguos de cara a un señor escritorio de esos que parecen nunca desordenarse.

10387465_10152707063020210_3488418293899174583_n
Las mesas colectivas del Wine Bar de Trapiche Reserva

 «El broche de oro es el Wine Bar Trapiche Reserva del arquitecto Julio Oropel, espacio 49 y Medalla de Plata, donde en mesas comunitarias tanto adentro del espacio como sobre la galería se comparten tablas de quesos y se brinda entre amigos al aire libre.»

Luego de visitar todos los cuartos, y no dejar de imaginar cómo era la vida de quienes habitaban la Abadía y cómo será su futuro como espacio cultural, sólo queda disfrutar en la terraza intervenida por donde se la mire. Todos los viernes hay un repertorio diferente de músicos pero el setting se repite. Las plantas están cubiertas de cintas coloradas y luces, obra del estudio Zoda de paisajismo y las columnas que las rodean también, conectadas unas con otras con piolines iluminados. El broche de oro es el Wine Bar Trapiche Reserva del arquitecto Julio Oropel, espacio 49 y Medalla de Plata, donde en mesas comunitarias tanto adentro del espacio como sobre la galería se comparten tablas de quesos y se brinda entre amigos al aire libre.

 
MALEVA10
10561734_10152707058235210_7973457706695890301_n
10689831_10152707044240210_51444473813262473_n
10641191_10152707044935210_1265542076336969178_n
 
10461389_10152707062330210_7872026043079599998_n
MALEVA3
MALEVA1
1780766_10152707060870210_7240979779589889017_n
MALEVA2
1016935_10152707047430210_4953410246569811336_n
MALEVA4
10686775_10152707051130210_7788615502937345099_n