En Balto, un canchero café de especialidad (¡también hay Chai Latte!)
Nadie puede negar que 25 de Mayo es una de las calles más sanisidrenses que hay: en menos de diez cuadras (del CASI a Primera Junta) concentra mucha de la actividad comercial del barrio, varios locales de ropa y opciones para comer.
En el último año, la zona vivió una ampliación y renovación gastronómica importante. Un boom de puestos nuevos que, con mucho estilo, le dieron el toque moderno que le faltaba a la calle. Suelen ser chicos, pero se saben hacer notar con mesitas sobre la vereda y un estilo pintoresco y bastante cool. Desde helados hasta hamburguesas, pasando por opciones más healthy y sin perder el espíritu barrial, lograron brindar una opción foodie para todos los gustos.
Te contamos cuáles son estos lugares nuevos que vale la pena conocer.
Abrir la puerta implica llenarse de un exquisito olor a café con toques de vainilla. Cookies, budines y scons dan la bienvenida desde el mostrador, y detrás, un pizarrón negro ilustra la oferta cafetera. Cecilia Larregui – o Checha, como le suelen decir – es la orgullosa dueña de este alegre pero pequeño espacio. Cocinera y barista, visualizó la falta de buen café en San Isidro y decidió llenar ese vacío con Balto.
Lo más usual es arrancar el día pidiendo café para llevar y algún bocado de la riquísima pastelería artesanal. Abierto de 8 a 18h, se destaca por el sabor intenso y natural de sus productos. “En líneas generales tenemos clientes fijos. Los que nos conocen, suelen volver”, explica Checha. “Las opciones son más bien clásicas italianas, pero se destacan por la calidad. El que más sale es el Flat White, pero también los Chai Lattes, porque son caseros. A diferencia del resto, no usamos concentrados ni bolsas de té: todo es del sabor de la especia”.
Además de los cafés, una bebida llama la atención por su originalidad: Mate cocido con almíbar de jengibre. Una vuelta gourmet a la clásica infusión argentina. Si de precios hablamos, las opciones cafeteras están entre $30 y $50.
Esta cadena de helados artesanales está en su máximo esplendor, sus paletas se están sintiendo nombrar mucho. Se hicieron lugar en la última edición de Masticar, están instaladas en casi todos los barrios importantes de Buenos Aires, y San Isidro no fue la excepción. En una esquina, la madera y el color celeste invitan a degustar alguna de sus delicias en palitos.
“Las que más nos piden son las rellenas ($60), especialmente con dulce de leche. Por ejemplo, la de chocolate con ddl o banana Split”, cuenta Gonzalo Pacheco, vendedor de la sucursal. Y si, somos dulceros y es difícil que algo empalague a un argentino. Igualmente, vienen en miles de formatos y gustos: las clásicas cremosas más potentes, otras especiales (más innovadoras, como naranja, maracuyá y Campari), las frutales tampoco faltan en sus gustos varios. Incluso hay opciones light sin azúcar y otras kids para los más chicos.
No sorprende que haya un lugar de hamburguesas entre las nuevas aperturas. Caseras, con pan brioche, 200 gramos de carne, y acompañadas por papas “de verdad”, son la estrella de este pequeño pero concurrido lugar. ¿Cuál es la preferida? La Súper Bröds ($165): lechuga, tomate asado, panceta, queso, huevo y cebolla caramelizada.
Entre las ocho versiones, hay dos veggies. Y, como toda buena hamburguesería, la cerveza artesanal es la bebida elegida para acompañar. De todas formas, el menú no se limita a eso: también incluye sándwiches, opciones al plato, ensaladas y hasta woks.
Abren al mediodía, concurrido por los ejecutivos de la zona, y a la noche, donde el panorama cambia y podemos encontrar desde familias hasta parejas y grupos de amigos. ¡Un dato! También tienen delivery y take away, así que si sos de la zona y las querés probar, lo podés hacer sin salir de tu casa.
Si bien no es tan nuevo – abrió en 2013 –, no podemos dejar de mencionarlo por ser un resto súper moderno y canchero, pionero de la revolución foodie de 25 de Mayo. Su decoración chic en tonos madera y lucecitas colgando del techo – nunca van a dejar de quedar bien –, y su “patiolo” lleno de verde, llamó la atención de todos y se instaló como una opción gastronómica más saludable.
Está abierto de martes a domingo, de 8 a 20h, y su carta es tan extensa y tentadora que te va a resultar difícil elegir. Wraps (nuestros preferidos), sándwiches, ensaladas, platos con quínoa o arroz yamaní, brunchs potentes, y más.
Si vas a merendar o desayunar, hay algo que nos soluciona el pedido y que, encima, son siempre riquísimos: los combos. Son muy variados, completos y de precios accesibles (el más barato sale $75 e incluye café con leche, dos medialunas y jugo de naranja). Todos vienen con café con leche y, para comer, opciones dulces y saladas. ¡Ideal para conocer entre amigos!
El más nuevito de todos. Detrás de una fachada rosa con puertas verdes se esconde este pintoresco restaurant que abrió sus puertas hace solo tres meses. El espacio tiene un aire a galería de arte, por su estilo más bien minimalista y blanco con algunos cuadros de colores. Pero lo más simpático de todo es su patiecito: paredes rosas, muchas suculentas y luces colgando lo llenan de color.
Su menú cambia por semana y está más alineado al estilo de comida casera que tiene un bodegón: tartas, ñoquis, sorrentinos y milanesas son algunas de las opciones que componen la abundante carta. Un dato, si te gusta el espacio podés reservarlo para organizar un evento privado allí. “Para los eventos ofrecemos tres menús con platos originales y exclusivos”, explica Alejandra, encargada del resto.