Las escaleras que te llevan al bar más cerca del cielo del Cono Sur.
El Alvear Icon Hotel & Residences, la opulenta torre vidriada ubicada en la zona más bella de Puerto Madero, inauguró el primer Sky Bar de la ciudad en un piso 32; bien pero bien alto. Una esfera transparente con vistas panorámicas inolvidables de toda la ciudad y el río, que te hacen sentir como si miraras todo desde un dron. 235 metros de altura colmados de belleza, sabores y estímulos visuales y sonoros que refrescan mente y alma.
Un ascensor dorado abre sus puertas. El botón «32» se ilumina y comienza el viaje hacia lo más alto de Buenos Aires. En esos pocos segundos de elevación, la intriga crece y hace latir más fuerte el deseo de saber qué pasará en la cima. Cuesta creer que en tan poco tiempo uno puede elevarse a tal altura, pero sí, eso se siente cuando las puertas por fin vuelven a abrirse para invitarte a entrar en un submundo etéreo, un limbo entre la tierra y el cielo. Y es que no en vano se llama «Crystal Bar»; es una verdadera jaula vidriada, con una forma casi esférica, que funciona como un lente gigantesco desde el que se pueden admirar todas las luces de la ciudad, y la inmensidad del Río de La Plata, hasta divisar las primeros destellos de la costa uruguaya.
«No en vano se llama «Crystal Bar»; es una verdadera jaula vidriada, con una forma casi esférica, que funciona como un lente gigantesco desde el que se pueden admirar todas las luces de la ciudad, y la inmensidad del Río de La Plata, hasta divisar las primeros destellos de la costa uruguaya.»
La imagen es tan pregnante que antes de ir a sentarte o pedir algo para tomar, inevitablemente, necesitás deambular por los ventanales para ver todos los estímulos lumínicos que ofrece la vista de este glamoroso piso 32. El Puente de la Mujer, los edificios históricos, la Costanera, las torres más altas de Puerto Madero, envueltas por las nubes, y hasta las luces de Colonia, a lo lejos, que parecen estar mucho más cerca. El juego que surge enseguida es el de intentar adivinar qué es cada cosa que se ve en esa maqueta perfecta. Tras este «Crystal shock», es hora de descubrir cada rincón de este bar, que es parte del programa Mundo Epicúreo Nights de HSBC .
«Hombres y mujeres vestidos de blanco y negro preparan tragos casi en syncro, al ritmo de la música festiva con tinte house, a cargo de Jimena Campisi, DJ Kelo y Saul Sacca, el creador del Crystal. Los miércoles pasan rock, los jueves house.»
Hombres y mujeres vestidos de blanco y negro preparan tragos casi en syncro, al ritmo de la música festiva con tinte house, a cargo de Jimena Campisi, DJ Kelo y Saul Sacca, el creador del Crystal. Los miércoles pasan rock, los jueves house; todos los días a partir de las siete de la tarde la barra marmolada se erige para que quienes salgan de trabajar se acerquen a disfrutar un momento «elevado». Según Saul, «es un lugar para gente joven de espíritu y de alma. Podés tener un pibe de 25 años con espíritu de viejo y un señor de 50 años con espíritu joven». Ese halo de frescura se ve en las caras de toda la gente, que se sorprende al acercarse a cualquier arista de este increíble punto panorámico, y al saborear las exquisiteces que circulan por doquier: croquetas de morcilla, mini burgers, empanadas de cordero, champiñones rebozados, pan tumaca, sandwiches de salmón; verdaderos hits de la carta diseñada por el equipo de chefs expertos del hotel.
«El fuego es otro de los elementos claves de la estética y la atmósfera circundante. Muchos espacios están adornados con un juego de luces del que pareciera emerger una lava naranja estridente y humeante. Esta ilusión lumínica condecora escaleras y espejos con marcos dorados de estilo barroco pero contemporáneo, plagados de chicas haciendo selfies.»
El fuego es otro de los elementos claves de la estética y la atmósfera circundante. Muchos espacios están adornados con un juego de luces del que pareciera emerger una lava naranja estridente y humeante. Esta ilusión lumínica condecora escaleras y espejos con marcos dorados de estilo barroco pero contemporáneo, plagados de chicas haciendo selfies. Es que el concepto estético del bar, desarrollado por Sergio Echeverría, está tan bien logrado que cada rincón tiene una magia que despierta y estimula la mirada, al punto de que sacar una foto sea algo orgánicamente inevitable. Los tragos terminan de estimular todos los sentidos al combinar texturas, sabores, aromas y colores. Los «must» de la carta diseñada por Carlos León son el «California Sunset» (vodka raspberry, cointreau, syrup de patagonian berries, lima, jugo de naranja, albúmina), el «Cayena» (vodka, infusión de ibiscus, jugo de manzana, frambuesa, jugo de limón) y el «Crystal Mai Tai» (Havana añejo especial, cointreau, amaretto Disaronno, lima, syrup de orgeat, jugo de naranja y jugo de ananá).
Los tragos terminan de estimular todos los sentidos al combinar texturas, sabores, aromas y colores. Los «must» de la carta diseñada por Carlos León son el «California Sunset» (vodka raspberry, cointreau, syrup de patagonian berries, lima, jugo de naranja, albúmina), el «Cayena» (vodka, infusión de ibiscus, jugo de manzana, frambuesa, jugo de limón) y el «Crystal Mai Tai» (Havana añejo especial, cointreau, amaretto Disaronno, lima, syrup de orgeat, jugo de naranja y jugo de ananá).
Mientras la música suena y las risas se amplifican, el escuadrón de blanco y negro ofrece bombones que parecen piedras preciosas o diamantes con chispas, con colores rojizos, relleno de café, de Baileys, otros de alguna crema picante, y trufas de un blanco inmaculado rellenas con mousse de chocolate 100% cacao, amargo y sobrio. También hay ruedas montadas en palitos helados de sabores exóticos como piña colada. La fiesta se vive por dentro y por fuera. Cerca de las dos de la mañana, el ascensor vuelve a abrir sus puertas para transportarte desde el cielo hasta la tierra una vez más. Y es ahí cuando los anfitriones del hall principal del Alvear Icon Hotel te acompañan a la salida, si es que no querés quedarte a pasar la noche en una de sus suites. A pesar de que ahora los edificios, los aviones y las luces de la ciudad se ven altos y lejanos nuevamente, la sensación de estar realmente «en las nubes» permanece intacta. Una invitación a tomar distancia y elevarse para vivir por un buen rato en ese estado de liviandad, casi como flotando sobre todo lo demás.
Fotos: gentileza grupo MASS