BRASIL: PLAYAS DEL SUR, VERSUS LAS DEL CENTRO, VERSUS LAS DEL NORTE / PROS Y CONTRAS / POR ANDRÉS KILSTEIN

MARCUS ZORBIS
Atardecer desde una duna de Jericoacoara

 

¿USTEDES SE CREEN QUE BRASIL ES TODO IGUAL?

Brasil, la única colonia que arolló a la metrópoli hasta que la mismísima capital del Imperio se trasladó a Sudamérica. Brasil, varios años después, nuestro destino turístico preferido. Brasil…Brasiu se dice en portugués y en varios otros idiomas que ostentan la L velada en posición final. Un fonema desconocido en nuestro sistema rioplatense (representado universalmente así ➔ ł) que perturbará nuestra comprensión de ambiental, automóvel, desconfiável y de gran parte de las alocuciones de nativos brasileros que terminen en L. Pese a esa desavenencia lingüística, pese a las rivalidades deportivas que se zanjan cuando el argento se pone una camiseta del Palmeiras (sólo porque le gusta el color), pese a que los brasileros casi no fuman (504 cigarrillos anuales por persona frente a los 1042 de Argentina) y tratan con cierto desdén a quíenes lo hacen, pese a que el cebú ofrece una carne incomparablemente dura y pese a los 1742 kilómetros que separan al cena-show Maluco beleza de Congreso de alguna playa viable en Santa Catarina, aun así los argentinos siguen inclinándose por agarrar el auto y conducir durante 20 horas y 40 minutos hasta alguno de esos parajes.
Pero atención aquí, porque todos sabemos que dada una geografía tan vasta no podemos hablar de un solo Brasil. ¿Cuántos hay? Tomemos los ejes cardinales para dotar de algún racional a nuestra clasificación que, como toda clasificación, no puede eludir la arbitrariedad. Digamos que si vas a Brasil como turista debés prepararte para un BRASIL DEL NORTE (el Sertão, es decir, Itacaré, Trancoso, Salvador, Morro do Sao Paulo, Jericoacoara etc), un BRASIL CENTRAL (tomemos como referencia a Río de Janeiro y sus satélites Ilha Grande, Angra dos Reis, Ilhabella) y un BRASIL DEL SUR (Florianópolis y sus aledaños, Guardo do Embau, Praia do Rosa, Bombinhas). Podrán decir que no, podrán defender un carácter monolítico de la brasileidad, pero lo cierto es que las diferencias son brutales, inacabables, universos intraducibles. Acá algunas de esas diferencias:

1) LAS PLAYAS DEL NORTE: PALMERAS Y COCOS, FRUTAS EXÓTICAS, OLOR A ACEITE DE DENDE Y CAMAS CON MOSQUITEROS

ico
El mar de Morro de Sao Paulo, cerca de Bahía

Las playas del NORTE son las que más se parecen a las imágenes que usan las agencias de turismo para promocionar Brasil. Es donde encontramos palmeras y cocoteros, de los que las playas del CENTRO y del SUR están irremediablemente privadas. Si encuentran un coco tirado en una playa de Río, no duden de que se trata de la acción humana, en este caso de un sujeto de dudosa inmersión en la civilización que lo compró, absorbió su contenido y dejó el continente por donde se le antojó. Las playas del NORTE tienen el beneficio de las palmeras (la sombra que ofrecen a 42º de térmica es un bien escaso e invaluable) pero éste no viene gratis. El precio que hay que pagar es el olor a aceite de dende (el que se extrae de los palmíferos) que inunda las playas y que, en acción combinada con el calor, vuelve denso y graso el aire. Es una fragancia dificil de describir, quizá se parezca a la que emana la vela que imaginamos en un templo umbanda, mezclado con el sabor graso del bronceador Hawaian Tropic. Cualquiera que haya estado en el norte sabe reconocerlo. Es el olor que te viene a la cabeza cuando finalmente te deshidratás por el calor y caés descompuesto. Porque el  Sertão es así. Las playas del NORTE también se caracterizan por sus frutas exóticas, arribadas directamente del futuro o del pasado (vaya a saber uno). Nos acostumbramos también a localidades aisladas a las que se llega luego de atravesar las trilhas; a playas desconectadas de 200 metros de longitud, custodiadas por macizos rocosos y acantilados, que nutren las fantasías de los surfers.
En el NORTE te puede alcanzar la noche en un afiebrado lugar de fiestas en la playa, como el Morro, o en un paraje alejado de abundante vegetación y calmada presencia humana. Si se tratase Boipeba, en el último grupo, la noche está hecha para deambular por la luz tenue y amarillenta de sus calles, que en algunos pasajes se apaga del todo para resucitar más adelante. Atravesar viviendas rústicas de ladrillo expuesto y buscar algún puesto de acarejé, una intraducible comida bahiana al paso. Sentarse en un escalón a comer y ver como niños afro-descendientes corren para aquí y para allá. Luego volver a la pousada y dormirte con tu pareja bajo la campana de tela de mosquitero (sin eso no se sobrevive en Bahía y, probablemente no se duerme ni se tiene sexo).

2) LAS PLAYAS DEL CENTRO: LA MAGIA DE RÍO, BOSSA NOVA, QUEIJOS QUENTES Y SALIDAS EN TAXI

marcio de moura
La playa de Leblon, en Río deJaneiro

Las playas del CENTRO, en cambio, han sido colonizadas por vendedores con Postnet. Sí, algo llamativo de Brasil es que es una suerte de Europa periférica (un primer mundo tercermundista) en que todo se puede pagar con tarjeta. Te ofrecen esas lonas mega large con la bandera de Brasil y sacás la de débito; el queijo quente te atrapó con su aroma, sacás la de crédito; te convencen con unos volátiles pareos, entregás tus bitcoins a cambio. Si los mercaderes llevan Postnets a la playa es que la telefonía celular anda, es la universal y sorprendente conclusión.
En Río, el carnaval no es todo el año aunque muchos creen que sí. En la noche de Lapa, el barrio carioca que conjuga la sordidez de Once, lo folclórico de San Telmo y la creatividad de Palermo, todo el mundo se vuelca a la calle en una simpática expresión de espontaneidad popular. Hay en Río de Janeiro varios locales con Bossa Nova en vivo pero suelen estar repletos así que andá con paciencia hasta que se libere una mesa.
De tu salida volvés en taxi porque el transporte público no existe a la noche. Y si existiera los motoristas encontrarían en la escasez de vehículos otra buena excusa para acelerar al mango, conducta perversa que tanto disfrutan. No podés confiar ni en la velocidad de un colectivo. Los peatones no existen en Brasil, no tienen derecho a ocupar la calle, la Avenida Atlántica la cruzan a las corridas. Como los motoristas manden.

3) LAS PLAYAS DEL SUR: NOCHES TEMPLADAS, FOGONES EN LA ARENA Y SOBREPOBLACIÓN DE ARGENTINOS

joaquina brasil
La playa de Joaquina en Florianópolis

Estas playas tienen ese no sé qué que te mantiene en la duda de si marchaste lo suficiente con el auto o si todavía estás en Uruguay. Las frutas son las mismas, nada de pretender un licuado de carambola y açaí. Si hay palmeras son implantadas. Ni siquiera la fauna es autóctona: el ejemplar con más exponentes es la secretaria administrativa argenta con su remera de Boca, River o Chicago, discutiendo con brasileros y comparando la forma de cebar mate de uno y otro lado de la frontera. No busquen muchos locales por estas coordenadas; la mayoría está indefectiblemente del otro lado del mostrador de la pousada.
En el SUR DE BRASIL, durante la noche templada, bajás a la playa a encontrarte nuevamente con su fauna autóctona: el empleado administrativo argento. Seguramente en grupo, con guitarra y fogón, repasando el repertorio ya cansino de rock nacional. Y entonces uno propone tocar algo brasilero, una bossa, Garota, Desafinado. Alguna manera de flashear Caetano. Y en el contexto, por supuesto, garpa.
 
Fotos: CC-Marcus Sorbis – Rodrigo Soldon – Marcia de Moura