La avenida Caseros, ahí donde corta con la calle Defensa y se encuentra con el Museo Histórico Nacional y el Parque Lezama, es una zona en disputa: la triple frontera entre Constitución, Barracas y San Telmo es un territorio usualmente reclamado por los vecinos de estos últimos dos barrios del sur de la ciudad, aunque el límite oficial determina que a cada uno le corresponde una vereda. La razón, muy probablemente, es que desde su restauración y conversión en Boulevard Caseros en 2007 se volvió una de las avenidas más lindas y apreciadas de Buenos Aires. Cada vez surgen más propuestas en sus cuadras y cada vez más gente sucumbe ante su encanto. A algunos les recuerda a París y a otros les parece una versión boutique de Avenida de Mayo. Hicimos una selección malevense de las casas de artistas, locales gastronómicos, de bicicletas o de antigüedades que tenés que conocer.
1) EL MAJESTUOSO NUEVO ANTICUARIO DE GABRIEL DEL CAMPO: OBJETOS DE TODO EL PLANETA / ADEMÁS, EN BREVE CON RESTAURANTE) / AV.CASEROS 461
El anticuario de Gabriel del Campo podría definirse, para empezar, como un espacio fuera de serie. Tanto en su casa matriz, frente a la Plaza Dorrego (San Telmo), como en la nueva tienda-depósito que está inaugurando en el Boulevard, el coleccionista despliega universos paralelos: dimensiones fantásticas que transportan a otro tiempo con mucho más que un simple mueble viejo o un accesorio de época. Gabriel crea atmósferas irrepetibles. Para almacenar su gran colección precisaba un lugar con una extensión cercana a los 2000 metros cuadrados. “Un día nos enteramos que en este edificio de principios de siglo vendían lo que en su origen se usó como cocheras y bauleras. Lo encontramos muy degradado y fue casi titánico volver a su estructura original. Finalmente, el tiempo fue haciendo que esta cuadra, que nos parecía mágica, empezara a interesarle a cada vez más gente. Vimos como tímidamente se abría cada uno de los restaurantes y entendimos que el lugar ya tenía todas las condiciones para poder abrir al público”, le explica a MALEVA Sofía, quien trabaja junto a Gabriel. Las condiciones están dadas hoy: el depósito inmenso se puede visitar con cita previa –hasta que esté listo su futuro restaurante– en Av. Caseros 461 (T. 15-5507-1105) para admirar y adquirir la selección de ropa vintage, los autos de Pur Sang y el mix de anticuario, arte contemporáneo y objetos interesantes de todo el planeta.
2) UNA CANCHERA A IMPECABLE SELECCIÓN DE RESTAURANTES QUE NO PARA DE CRECER (CON PROPUESTAS PARA TODOS LOS GUSTOS)
El primero llegar fue el homónimo Caseros (altura 486), con su mobiliario blanco y sus aires de bistró. Podría decirse que, con su cocina de producto, marcó el pulso del incipiente polo gastronómico, al que luego se sumarían Hierbabuena (altura 454) y Club Social Deluxe (altura 442): el primero se transformó en la opción saludable, vegetarian-friendly, con una estética a mitad de camino entre almacén campestre y deli de moda; Club Social, por su parte, más sobrio, recuerda a un club de caballeros old school, ideal para sentarse a escuchar jazz y comer platos porteños con la pertinente influencia europea. En la esquina de Bolívar, La Popular (altura 500) se instauró como el bodegón moderno de la zona con menú de cantina barrial, espíritu vermucero y decoración a base de sifones, lucecitas y banderines. La última incorporación es Bacán (altura 499), justo frente a La Popular, que viene a reinventar la culinaria tradicional de Buenos Aires con platos simples y logrados, además de ofrecer uno de los mejores brunchs de la zona y una linda barra de tragos.
3) LA FOTOGRAFÍA DE PABLO PÉREZ Y UNA REVISTA TEMÁTICA
“Vine a vivir acá en el 2000. En 2007 se transformó en Boulevard y empezó a cambiar de fisonomía: el taller mecánico fue dejando paso al bar y el Mercado La Unión terminó siendo Bacán. En ese momento, esta parte del casco histórico fue embellecido con 54 lámparas y veredas nuevas”, relata Pablo Pérez, el fotógrafo que hace dieciséis años habita y trabaja en una de las propiedades de la avenida. Tuvo un lugar en primera fila para contemplar la metamorfosis de la cuadra en reducto europeo con faroles pintorescos y mesas en la calle: conoce a los propietarios de los locales por su nombre de pila, sabe de memoria la herencia arquitectónica y asegura que la estética del lugar pide a gritos un tranvía. “La zona creció pero sigue teniendo una mezcla de barrio y glamour; es una cuadra muy cinematográfica”, asegura, y cuenta que fue el escenario elegido para una escena de Diarios de Motocicleta. Además, es el alma máter de Boulevard Magazine (boulevardsantelmo.com), una publicación online temática que todavía está en desarrollo. En su estudio (pabloperezimagen.com), Pablo hace editoriales de moda y retratos para entrevistas, entre otras producciones, aunque por el momento solo se trata de un espacio particular cerrado al público.
4) DE BARRIO: BICICLETERÍA, HELADERÍA Y ALMACÉN (CON ONDA)
Hace 60 años que abrió, en la esquina de Defensa y Boulevard Caseros (altura 402), una de las bicicleterías más antiguas de Buenos Aires. Se llama Mila y hoy está comandada por la segunda generación de familiares. En su atiborrado local, con ventanas pintadas a mano a la vieja usanza, no solo arreglan las bicis de los vecinos y turistas, sino que también se venden modelos para todos los gustos y bolsillos. Es, tal vez, la única tienda que se mantiene en pie desde la prehistoria del Boulevard. A unos pasos, existen dos nuevos locales que reversionan dos íconos de la tradición porteña: la heladería y el almacén. El Fundador (altura 478), la más reciente apertura de la cuadra, reparte los clásicos helados y postres de la cadena en un espacio que logró adaptarse muy bien a la línea visual del Boulevard, con detalles retro. Y el almacén de Hierbabuena (altura 458), adyacente al restaurante del que depende, da una vuelta de tuerca al mercadito barrial con panadería y patisserie artesanales, dulces caseros, productos orgánicos, vinos biodinámicos, sándwiches y jugos para llevar.
UN TOQUE DE HISTORIA:
A comienzos del siglo XIX, la avenida se caracterizaba por sus elegantes casas de fin de semana que se mezclaban en el paisaje arbolado. En 1912, el arquitecto Christian Schindler se despachó con una construcción con 120 metros de fachada, entre las calles Defensa y Bolívar, pensada para alojar a los directivos ingleses de los Ferrocarriles del Sur. Y ese edificio con acento europeo, junto con algunas casas circundantes diseñadas por el mismo arquitecto, componen el sello distintivo de este territorio del sur porteño que cada día tiene más charme.