Asombro (y lujo en la selva) sin fin: una escapada de esas que te marcan a las Cataratas de Iguazú

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Asombro sin fin: eso son las cataratas del Iguazú

ASOMBRO (Y LUJO EN LA SELVA) SIN FIN: UNA ESCAPADA – DE ESAS QUE TE MARCAN – A LAS CATARATAS DE IGUAZÚ / POR SOL DI VITO (DESDE MISIONES). 

No señores, no hace falta tomar un vuelo de doce horas ni cruzar infinitas fronteras para visitar un destino tan exótico como lujoso. El dulce de leche, las empanadas, Messi y Maradona son solo algunos de los ítems en la lista de orgullos argentinos, encabezada por nada menos que una de las siete maravillas naturales del mundo: las Cataratas del Iguazú. Tal vez algo subestimadas y ciertamente asombrosas, fue solo hace una semana que las conocí en una escapada exprés –tan solo dos días- al noreste argentino.
Tras un vuelo de menos de dos horas, al desembarcar sentí que había viajado en el tiempo, 11 meses atrás, cuando visité Costa Rica –y mi piel no estaba tan blanca, debo admitir. Selva atlántica, una humedad de no menos del 1000% -sí, está chequeado-, cielos nublados y verde, mucho verde, me recibieron en el inicio de un amor que durará para toda la vida: mi amor por los paisajes misioneros. Lista para enfrentar las adversidades propias de la selva, mi sorpresa se puede resumir en una simple oración: el lujo en la mitad del verde es posible. No solo es posible, supera cualquier expectativa.
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«Sumergido en la flora subtropical Iryapú, Loi Suites Iguazú fue mi hogar durante mis días allí. Un oasis con puentes colgantes, sinuosos y salvajes senderos para recorrer y hacer trekking dentro del mismo predio y espectaculares piletas exteriores al borde de la selva…»

Sumergido en la flora subtropical Iryapú, Loi Suites Iguazú fue mi hogar durante mis días allí. Un oasis con puentes colgantes, sinuosos y salvajes senderos para recorrer y hacer trekking dentro del mismo predio y espectaculares piletas exteriores al borde de la selva, se convirtió fácilmente en una invitación abierta a perderme en este hotel 5 estrellas que con gracia se funde y confunde con su entorno, cómplice explícito en su encanto.
Sumergido en el corazón de la selva, sus paisajes, dignos de cualquier Instagram y presentes en cada balcón, no son lo único relajante que ofrece: el spa Namasthé nos agasajó con su imperdible circuito de aguas puras. Y no hay nada mejor para completar un día de relax que una buena comida, una opinión que creo que pocos contradirán.
Dentro del edificio principal, el restaurante Naipi y el Tiki Bar – algo más descontracturado- frente a las piscinas son dos propuestas tan distintas como perfectas para todos los gustos. Ahora sí, si lo que se busca es el lujo exclusivo, las nuevas Vilas Royal, alejadas del resto del hotel, es sin duda la opción que elegir. Antes reservadas para “mieleros” –palabra que aprendí en este viaje y uso cada vez que puedo desde entonces-, es decir, para parejas en su luna de miel, estas suites cuentan con 57 metros cuadrados, balcón privado con jacuzzi, vista al río e incluso servicio de mayordomo 24hs. Un paquete que no se ofrece si no es completo, con desayuno en la habitación, transfer al aeropuerto y, por supuesto, muchas cosas ricas para un sector del público hotelero “que está demandando este tipo de propuestas exclusivas”, explican desde el Loi. 

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«Sumergido en la flora subtropical Iryapú, Loi Suites Iguazú fue mi hogar durante mis días allí. Un oasis con puentes colgantes, sinuosos y salvajes senderos para recorrer y hacer trekking dentro del mismo predio y espectaculares piletas exteriores al borde de la selva…»

Por más atrapante que Loi Suites fuera, mi misión en este viaje era una, conocer las Cataratas. Con decisión, cambié la bata del hotel por las zapatillas y la muy estilosa capa “anti-lluvia” y me embarqué hacia el Parque Nacional, a solo minutos del hotel, de la mano de @cuencadelplataturismo. Tras un corto trayecto en un simpático tren, donde se podía escuchar casi todos los idiomas pensables, y una pronta travesía por los puentes que atraviesan el río –ese día marrón, lo que indicaba que había estado lloviendo mucho- la gente que cruzaba nuestro camino parecían cada vez más empapados, las cataratas se acercaban.
Haciéndome paso entre selfie sticks, impermeables y apareciendo en el fondo de más de una fotografía finalmente la vi: la famosa Garganta del Diablo. Estruendosa, imponente y, se podría decir, violenta, me tomó unos segundos caer en la cuenta de que no solo no estaba en una película sino que estaba en Argentina, mi país.
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«Como si observar las cataratas desde abajo a solo metros fuera poco, con un precipitado aviso, nos metimos en la bruma. Entre gritos de emoción –me pareció escuchar alguno de terror- parecía llover de atrás de arriba, de costado e incluso desde abajo. ¿La mejor forma de resumir la experiencia? Hace tiempo no me reía tanto.»

Bruma humeando al fondo, turistas codeándose para conseguir el mejor view point, agua corriendo por todo mi pelo y cara, fue un caos único e imperdible. Pero lo cierto es que las cataratas sorprenden desde cualquier ángulo que se las mire, y todo ángulo vale la pena. El circuito superior y el inferior ambos senderos con vistas increíbles son un must del parque aunque el imperdible absoluto es uno. “La Gran Aventura”, no es uno de esos nombres marketineros que pretenden enamorarnos con palabras, esta experiencia realmente hace honor a su nombre. Un corto viaje en bus, donde descubrir algunas curiosidades de la selva, unas un tanto vertiginosas escaleras y un último sendero hacia una lancha que promete mucha agua, pero también muchas risas. Ya con el chaleco salvavidas puesto, la mochila en las bolsas secas –un invento que no se debe subestimar- el capitán aceleró. Y como si observar las cataratas desde abajo a solo metros fuera poco, con un precipitado aviso, nos metimos en la bruma. Entre gritos de emoción –me pareció escuchar alguno de terror- parecía llover de atrás de arriba, de costado e incluso desde abajo. ¿La mejor forma de resumir la experiencia? Hace tiempo no me reía tanto.

Vila 1«Iguazú, uno de los primeros destinos que los orgullosos porteños conocemos al empezar a recorrer nuestro país, me abrió los ojos: hay mucho más dentro de los límites argentinos de lo que creí. Tal vez sea hora de, aunque sea por un tiempo, confinar mi pasaporte a algún cajón y empezar a descubrir cada uno de los increíbles rincones de la tierra del mate.»

Después de un día de emoción y mucha caminata, una poderosa cena en el tradicional hotel Saint George fue el cierre perfecto. Iguazú, uno de los primeros destinos que los orgullosos porteños conocemos al empezar a recorrer nuestro país, me abrió los ojos: hay mucho más dentro de los límites argentinos de lo que creí. Tal vez sea hora de, aunque sea por un tiempo, confinar mi pasaporte a algún cajón y empezar a descubrir cada uno de los increíbles rincones de la tierra del mate. 


BONUS TRACK / AWASI IGUAZÚ: TODO, ABSOLUTAMENTE TODO

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A veinte minutos de las cataratas y abierto solo desde febrero Awasi Iguazú es único en su tipo. Una tarifa elevada pocas veces tuvo tanta justificación. Se trata de 14 villas privadas dispersas en la selva con todo lo que se puede llegar a pedir, incluso un catálogo de almohadas y un regalo cada noche –la primera, un libro de leyendas de la zona para tener algo que leer antes de dormir. ¿Qué incluye la estadía –de mínimo 2 días? Todo, absolutamente todo. Un guía personalizado para hacer cualquier actividad o excursión que se quiera, desde trecking, bici hasta todas las salidas a las cataratas, un restaurante con increíble gastronomía exclusivo para huéspedes e incluso una barra con bartenders dispuestos a hacer cocktails a medida. En un placer que pocos tienen, tuve la oportunidad de visitar tanto su barra como su restaurante. Allí el bartender, Pepe, nos recibió con un trago propio e irrepetible y nos explicó, con una corta historia, el tipo de servicio propio de Awasi. Hacia unos meses, un huésped que no tomaba alcohol le propuso un desafío: prepararle un trago inspirado en lo que fuera que trajera después de su día de aventuras. El primer día, el reto fue una piedra. Inspirado en sus colores, la tierra y el agua, Pepe confeccionó la copa perfecta. Y es de esta misma manera, esta personalización y exclusividad, que se maneja todo Awasi. Nota aparte fue degustar los platos que nos presentó el increíble equipo de cocina, una de las mejores experiencias gastronómicas de mi vida. Mis favoritos fueron sin duda la entrada de helado de queso azul con distintas texturas de remolacha y el helado de coco y jengibre. Un lujo que pocos se pueden dar, pero que si se tiene la oportunidad no hay lugar para la duda. 
Fotos: Sol di Vito y genileza Awasi y Loi Suites

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